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Tecnologia Criminologica


Enviado por   •  13 de Julio de 2015  •  6.913 Palabras (28 Páginas)  •  228 Visitas

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Un mundo donde las interacciones se generan y se desarrollan de manera diferente a como lo hacen en el espacio físico y material. En definitiva, un mundo extraño al de los sentidos. El autor no sólo disecciona desde una perspectiva jurídico criminológica cómo opera el crimen en este nuevo lugar, sino que - motivado por una finalidad cognitiva y preventiva- también propone una categorización sistemática de la cibercriminalidad. Precisamente, en la introducción de la obra, remarca lo novedoso e incomprendido que resulta para la sociedad en general la relación que existe entre el fenómeno de la criminalidad y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y pone el acento en que este desconocimiento opera del mismo modo en las instituciones encargadas de su prevención. La nueva monografía que presenta el autor, nacida en realidad como «proyecto de artículo doctrinal» (p. 17), aborda el amplio y arduo tema del fenómeno denominado cibercrimen, extendiendo, así, su ya abundante investigación sobre la relación causal entre nuevas conformaciones sociales, surgimiento de nuevos intereses y necesidad de protección jurídica. Las TIC han cambiado la forma de interrelacionarnos, y particularmente Internet ha modificado no sólo las relaciones económicas, sino también las políticas, sociales y personales, modificando el crimen como «evento social» y originando una nueva criminalidad. Los cambios experimentados como consecuencia de la utilización de herramientas tecnológicas no sólo hicieron surgir nuevas formas de afectar los intereses sociales, sino también afectaron a los protagonistas del fenómeno criminal: el autor y la víctima. El hacker, conocido como un personaje individual y solitario evoluciona y adquiere el papel de mafia organizada de cibercriminales, y otro tanto ocurre con la víctima del delito cibernético. No sólo cualquier persona física, jurídica o institución que se relacione en Internet puede ser víctima de un ciberdelito, sino también sus conductas cotidianas en este nuevo espacio pueden traducirse en plasmación de verdaderas políticas preventivas. Con base en este análisis, el autor estructura la obra en dos partes. La primera parte, «Fenomenología del Cibercrimen», se compone de dos capítulos: «La criminalidad en el ciberespacio: la cibercriminalidad» y «Tipos de cibercrimen y clasificación de los mismos». Y la segunda parte, «Criminología del Cibercrimen», se divide en tres capítulos: «Ciberespacio y oportunidad delictiva», «El cibercriminal. Perfiles de delincuentes en el ciberespacio» y «La cibervíctima: perfiles de victimización y riesgo real de la amenaza del cibercrimen». Para entender la obra es necesario conocer determinados conceptos. Precisamente por este motivo, en el primer capítulo, el autor delimita con notoria nitidez el alcance concreto de los términos cibercrimen y cibercriminalidad, sus posibles usos tipológicos y normativos, y la relación que existe entre ambos (p. 39). Subraya, siempre desde una perspectiva criminológica, InDret 3/2013 Constanza di Piero 2 la necesaria sustitución del vocablo «delitos informáticos» por los de cibercrimen y cibercriminalidad, al no centrarse el riesgo en la «utilización de tecnologías informáticas» o en la «información del sistema informático», sino en el sistema de redes telemáticas intercomunicadas, y en las interrelaciones que allí se configuran (pp. 37 y 38). Se decide por un concepto amplio de cibercriminalidad: comprensivo de todas aquellas conductas (cibercrimen) en las que las TIC son el objetivo, el medio o el lugar de ejecución, aunque afecten a bienes jurídicos diversos y que plantea problemas criminológicos y penales, originados por las características propias del lugar de comisión (ciberespacio) (p. 44). En el segundo capítulo, el autor clasifica las diferentes tipologías de comportamientos criminales que existen en el ciberespacio con el objeto de comprender mejor su realidad criminológica. Sistematiza los cibercrimenes en dos grandes grupos (p. 50). El primero está conformado, según sea la incidencia que tengan las TIC sobre los comportamientos criminales, (i) ciberataques puros –comportamientos únicamente ciberdelictivos, ya que no sería posible su realización sin la existencia de las TIC- (p. 53); (ii) ciberataques réplica –comportamientos que ya existían en el mundo físico, pero su comisión en el ciberespacio los modifica-(p. 68); y (iii) ciberataques de contenido –que si bien entrarían dentro de los ciberataques réplica, presentan una problemática que un tratamiento privativo, que englobaría a todos los comportamientos cuyo núcleo delictivo es la transmisión de información a través del uso de las TIC- (p. 100). El segundo grupo de cibercrimenes responde a un criterio estrictamente criminológico, ya que tiene en cuenta el interés social afectado. Fracciona este grupo en tres grandes categorías: cibercriminalidad económica, social y política (p. 116). Si bien resalta el predominio cuantitativo de la cibercriminalidad económica, advierte sobre el progresivo protagonismo, tanto cuantitativo como cualitativo, de los cibercrimenes sociales, ya que al extenderse las interacciones sociales al ciberespacio, reducidas antes en el mundo físico, se multiplican las posibilidades de conductas delictivas (p. 122). Es esta última categorización (económica, social y política) la que el autor utilizará a lo largo de toda la obra para explicar las modificaciones que el ciberespacio ha provocado en los diferentes elementos del delito. El tercer capítulo puede entenderse como el anima de la investigación. En él, MIRÓ LLINARES analiza la particular «arquitectura del ciberespacio» (p. 145), que conformada por elementos intrínsecos (tiempo/espacio) y extrínsecos (transnacionalidad, neutralidad, descentralización/distribución, universalidad, percepción de anonimización y evolución tecnológica) afecta, en definitiva, a la configuración del delito, lo cual alcanza a su comprensión y a su prevención. Realiza un análisis pormenorizado de las características de cada uno de éstos elementos y de las consecuencias que provocan en la configuración del delito, y sostiene que, a pesar de los efectos que las nuevas variables producen en el evento criminal, éste sigue siendo un delito que puede, y debe, ser explicado a través de las teorías criminológicas. Haciendo uso de la Teoría de las Actividades Cotidianas (TAC) de Cohen y Felson (p. 163), describe y analiza la manera en que el cibercrimen, presentado ya como un nuevo ámbito de oportunidad criminal, transforma cada uno de los elementos triangulares del InDret 3/2013 Constanza di Piero 3 evento criminal: agresor motivado, objeto o víctima adecuada y ausencia de guardián capaz. Para la elección de la TAC, priman razones cognitivas, preventivas y legítimas (pp. 164-167). Después de describir y explicar

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