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Ted Bundy Y Prsotiucion

dav110921 de Noviembre de 2012

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TED BUNDY

Fue un asesino en serie. Nació el 24 de noviembre de 1946. Su madre fue Louise Cowell y su padre un veterano de la fuerza aérea cuya identidad permaneció desconocida para Bundy durante toda su vida.

Tras el nacimiento de Ted, Louise se fue a vivir con sus padres. A Ted le hicieron creer que sus abuelos eran sus padres y que su madre biológica era su hermana mayor, con el objetivo de proteger a la joven de la condena social contra las madres solteras. Con el tiempo, Ted se enteraría del engaño.

Cuando Ted tenía cuatro años, él y su madre se mudaron a Tacoma (Washington) para vivir con otros parientes. Su madre se enamoró de un cocinero del ejército llamado Johnnie Culpepper Bundy y en mayo de 1951 la pareja se casó. De ese modo, Ted asumió el apellido Bundy, que conservaría toda la vida.

El nuevo matrimonio fructificó con cuatro hermanos más para Ted Bundy y a pesar de que Johnnie trataba de formar un lazo afectivo de padre a hijo con Ted incluyéndolo en todas las actividades familiares, este nunca se consolidó.

Durante su adolescencia se dedicó a robar autos y objetos de lujo para poder alardear del estilo de la clase media-alta que tan desesperadamente codiciaba, y en sus primeros años de adulto, inició una compulsiva búsqueda de una doble legitimación social mediante su matrimonio con una mujer de la alta sociedad y el estatus de abogado.

En la primavera de 1967 entabló una relación amorosa con Stephanie Brooks, una joven hermosa, inteligente, sofisticada y de buena familia proveniente de San Francisco, quien cambiaría para siempre la existencia de Ted. Ella era su compañera en la Facultad de Psicología, donde Ted Bundy estudiaba. Él siempre había anhelado tener una mujer rica, guapa, lista y con clase; la muchacha era su sueño materializado. Pero en 1969, año en que Stephanie se graduó en Psicología, la muchacha decidió terminar su relación con Bundy.

Ted nunca se recuperaría de la ruptura. Aquella muchacha se convirtió en una obsesión e intentó seguir en contacto con ella escribiéndole cartas, aunque ella no cambiara de decisión.

En un viaje de trabajo a California en 1973, se rencontró con su antigua novia, la chica volvió a enamorarse de Bundy, pero él repentinamente terminó la relación.

Para febrero de 1974 consumó su simbólica venganza no devolviéndole ninguna llamada más a Stephanie. Ella jamás volvió a tener contacto con Bundy, pero dejó su marca en la psique de su amante: la mayoría de las víctimas de Bundy serían mujeres blancas, atractivas, de cabello negro lacio y con raya en medio.

Bundy cometió varios hurtos pequeños en casas y comercios, siempre tras haber consumido alcohol. La aparición de sus primeros rasgos psicopáticos se produjo en su juventud. Le gustaba espiar a las chicas mientras se cambiaban de ropa para verlas desnudas. También leía revistas de pornografía y después se sumergió en lecturas donde la violencia era la condicionante de la sexualidad.

Primeros delitos y asesinato

Antes de comenzar a asesinar perpetró una serie de hurtos en casas ajenas y comercios mientras estaba ebrio.

El 4 de enero de 1974 entró en el cuarto de la universitaria Joni Lenz, de 18 años, la golpeó con una palanca metálica y la violó con una pata de la cama. Al día siguiente, la chica fue hallada malherida y sobrevivió con daño cerebral permanente. Bundy contaba con 27 años. Durante la primavera y verano de 1974 desaparecieron varias universitarias.

El 25 de junio de 1979 en Miami (Florida) se le juzgó por los crímenes de la fraternidad Chi Omega

El 31 de julio de 1979, tras siete horas de deliberación, el jurado lo declaró culpable el juez Cowart lo sentenció a la pena de muerte en la silla eléctrica por los asesinatos que cometió.

Patología

En diciembre de 1987, Bundy fue examinado durante siete horas por Dorothy Otnow Lewis, profesora de la New York University Medical Center. Lewis lo diagnosticó como un maníaco-depresivo cuyos delitos ocurrían normalmente durante los episodios depresivos. La conducta de Bundy fue catalogada como perversión y compulsión necrofílica.

En la entrevista con Dobson, antes de su ejecución, Bundy dijo que la pornografía violenta desempeñó un importante papel en sus crímenes sexuales. Según Bundy, cuando era un niño encontró "fuera de casa, en el supermercado local, en una farmacia, pornografía suave... Y de vez en cuando encontraba libros pornográficos con contenido más explicíto..."7 Bundy dijo, "Sucedió en etapas, poco a poco, mi experiencia con la pornografía en general, pero con la pornografía que presenta un nivel alto de violencia sexual, una vez que te vuelves adicto a ella, —y esto lo veo como una especie de adicción igual que otros tipos de adicción— comienzas a buscar todo tipo de material con cosas más potentes, más explícitas, más gráficas. Hasta llegar a un punto en el que la pornografía va tan lejos que comienzas a preguntarte como sería hacerlo en realidad"

ED GEIN

Fue un asesino y ladrón de tumbas estadounidense.

Únicamente se probaron dos asesinatos cometidos por él (los de Mary Hogan y Bernice Worden), pero debido a su afición a conservar cadáveres (tanto los de sus víctimas como los que desenterraba) y a fabricar con ellos mobiliario y ropa, se generó un gran impacto alrededor del descubrimiento de sus crímenes. Al haber cometido menos de tres asesinatos no encaja en la definición tradicional deasesino en serie.1

Desde el primer momento, la vida de Ed estuvo completamente dominada por su madre, quien se había prometido a sí misma que su hijo no sería nunca como esos hombres lascivos, ateos y alcoholizados que veía a su alrededor. Seguía una disciplina muy dura castigando a sus hijos, e incapaz de darles el consuelo y el amor de una madre.

Gein no tubo contacto con otros niños, pues todo el mundo suponía ante los ojos de esa madre una amenaza para la pureza moral de su hijo. Así durante treinta y nueve años hasta que la mujer moría víctima de un ataque al corazón, dejando tras ella un hombre dependiente, reprimido y sólo, en un mundo que apenas comprendía.

La mañana del sábado 16 de noviembre de 1957, Ed Gein asesinaba a la dueña de la ferretería del pueblo, Bernice Worden, disparándole una bala con su viejo rifle de caza del calibre 22. También en esta ocasión se llevó el cadáver en la furgoneta, dejando el suelo del local encharcado de sangre. Pero esta vez, habría un testigo... el libro de contabilidad. En su última anotación, figuraba el nombre de Ed Gein, a quién habría vendido su último anticongelante.

Dos oficiales de la policía arrestaron a Gein, mientras otros dos se dirigían inmediatamente hacia su granja con la intención de llevar a cabo un registro. Al pasar dentro, el sheriff se topó con un cuerpo decapitado de mujer con un profundo agujero en el estómago que colgaba del techo.

El cadáver colgaba de un gancho por el tobillo y con un alambre le habían sujetado el otro pie a una polea. Habían rajado el cuerpo desde el pecho hasta la base del abdomen, y las tripas brillaban como si las hubiesen lavado y limpiado.

No había duda que el causante de ese terrorífico espectáculo era una persona enferma. Por todas partes se veían montañas de basura y desperdicios, revistas pornográficas, de terror y de anatomía humana.

Había varios cráneos por la cocina, algunos partidos por la mitad y empleados como cuencos. Más tarde, en cuanto llegaron más patrullas, se descubrió en el interior de la casa todo el horror que allí escondía. Había varios cráneos esparcidos por la cocina, unos intactos y otros partidos por la mitad y empleados como cuencos.

Una inspección más detenida reveló que una de las sillas de la cocina estaba hecha con piel humana, como las pantallas de las lámparas, las papeleras, las fundas de los cuchillos e incluso alguna prenda de vestir, como un chaleco o un cinturón formado con pezones humanos.

Entre los más atroces descubrimientos, se encontraron unas cajas con los restos humanos pertenecientes a diferentes cuerpos sin identificar, el corazón y la cabeza amputada de Bernice Worden en una bolsa de plástico, una colección de nueve máscaras de piel humana con el pelo intacto, de las cuales, cuatro colgaban en la pared que rodeaba la cama de Gein, etc.

Había decorado el interior de su casa de madera con esas máscaras confeccionadas con tiras de piel procedentes de auténticos rostros humanos y con los cráneos colgados de las columnas de su cama.

La única habitación de la casa que parecía normal era una sellada con tablones en la puerta y perfectamente ordenada... la de su madre. Desde que su madre muriera en 1945, doce años antes, la habitación había estado cerrada con clavos como un sepulcro. Ed explicó a la policía después de su detención que después de su fallecimiento, su madre se mantuvo en contacto con él durante más de un año, hablándole mientras se adormecía. Dijo que había sido en esa época cuando desarrolló su fascinación por la anatomía.

Le fascinaban los reportajes sobre la operación de cambio de sexo y se planteó el convertirse él mismo en mujer.

Gein declaró que tan sólo recordaba, muy confusamente, haber matado a Bernice Worden, y que los demás restos humanos que se habían hallado en la granja pertenecían a nueve cadáveres que había sacado del cementerio. Explicó que en los últimos años sentía de vez en cuando la necesidad de profanar tumbas, y que en algunas ocasiones incluso conocía a las víctimas en vida y se enteraba de sus muertes leyendo los periódicos.

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