Transporte público: auto-sostenibilidad financiera errada

Transporte público: auto-sostenibilidad financiera errada

El transporte público es un sistema integral de medios de transporte de uso generalizado, capaz de dar solución a las necesidades de desplazamientos de las personas. (FACUA Andalucia , 2007). Este sistema integral debe ser ofrecido y financiado parcialmente por el gobierno de la ciudad, para buscar una mejor calidad en este, es decir, las necesidades económicas que conlleva el transporte público, se satisfagan con ayuda del gobierno, ya que, si este fuera económicamente auto sostenible, la calidad del mismo no sería la indicada. Es decir, para lograr un transporte público con óptimos resultados, el estado debe aportar para el mejoramiento del mismo, y que pueda ser pagado por el ciudadano.

        La movilidad por medio del transporte público es el único método en el cual muchas personas tienen para desplazarse, por lo que este debe tener una calidad óptima para que su funcionamiento sea lo mejor posible, además tiene la obligación ser asequible para la comunidad, dado que, si es su única opción, su precio por viaje debe ser correspondiente a su salario, teniendo en cuenta que el uso del transporte es prácticamente diario, aumentando su costo para cada persona. Esto da a entender que el estado debe aportar para que el usuario no sea de gran magnitud, ya que afectaría negativamente la economía de cada persona, principalmente en países como Colombia.

        Sin embargo, existen algunas ciudades donde el transporte público tiende a ser auto sostenible, aun cuando necesita algún tipo financiamiento por parte del gobierno. La calidad de estos sistemas de transporte casi auto sostenible es muy alta, sin embargo, el precio por viaje del mismo es muy elevado. Por ejemplo, el vaporetto (un tipo de ferry), en Venecia cuesta alrededor de 8 dólares, un precio muy elevado tratándose de ser público. (Revista Dinero, 2016) Otro caso es el sistema de transporte público de Toronto, el más auto sostenible financieramente en el hemisferio occidental, que genera el 81% necesario para su auto-sustentación. Su precio por tiquete es de 3 dólares promedio, siendo un valor todavía elevado. Los dos ejemplos anteriormente mencionados necesitan de una ayuda por parte de su Administración Pública por el hecho de que las vías y canales que necesitan para su funcionamiento, deben ser un aporte por parte de la ciudad. Por otro lado, la ciudad de Bogotá, donde el tiquete cuesta aproximadamente 68 centavos de dólar, añadiendo que la Administración Pública realiza inversiones anuales de gran valor, permitiendo un valor bajo respecto a las demás ciudades, además de encargarse del mantenimiento de la gran mayoría de infraestructura necesaria para el funcionamiento de los buses. Aunque existen diferentes factores que afectan la calidad en su prestación de servicios.

        Lo anterior nos permite ver que para que un sistema de transporte público funcione, necesita de una infraestructura necesaria para este, por lo que el gasto inevitable para crear esto, y mantenerlo, no solo podrá ser acercado con una tarifa asequible para la población, por lo que debe haber financiamiento desde un principio, y mantenerlo constante. Puesto que, así como el derecho a la educación, caracteriza un país igualitario, la accesibilidad a algún sistema de movilidad también lo debe hacer, pues el desplazamiento de las personas debe tender a ser en igualdad de condiciones, además de ser económicamente asequible para la mayoría de la población. Un sistema de transporte público como el de Bogotá, intenta proporcionar esta accesibilidad, ya que por año, la alcaldía de la ciudad proporciona ayudas económicas anuales, con el fin de optimizar, salvaguardar, y ajustar Transmilenio S.A. (empresa encargada del transporte público de buses articulados, urbanos, zonales y especiales de la ciudad) con el fin de que su operación no sea pagada en su totalidad con lo aportado por los pasajes que adquieren las personas día a día, pues esto conllevaría a un precio mucho más alto del que existe (Revista Semana, 2012). Sin embargo, el presupuesto aportado por la alcaldía es limitado, pues el transporte público no es su único interés, por esto existe un alza en los precios de los pasajes. No obstante, si no existe una subida de precios gradual, la alcaldía debe aportar lo necesario, correspondiente a la inflación o a la economía del país en sí, pero en los últimos años no se realizó ninguno de lo anteriormente indicado, por lo que el transporte público bogotano se encuentra en déficit económico. (Redaccion Bogota, 2016).

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