Vidas digitalizadas

Vidas digitalizadas

“Los que no puedan mantener el ritmo de la revolución tecnológica, se encontrarán con que ellos mismos se han vuelto obsoletos”. (Neville, 2000, p.298).

Por: Alejandra Arizmendi Zapata

Más allá de una película, Red Social, sirve de base para un análisis acerca de cómo las tecnologías de la información y el avance cada vez más ágil de la informática impactan desde pensamientos hasta maneras de vivir alrededor del mundo.

El film, aparte de mostrar cómo fue fundado Facebook (quizás con ciertas incongruencias), permite al espectador una visión más amplia de una red social que controla casi que todos los aspectos de nuestra vida porque le hemos permitido conocerlos.

Facebook, según un estudio elaborado por el Centro de Investigaciones Pew Research, es la red social más utilizada del mundo y cuenta con más de 1.500 millones de usuarios activos por mes, por lo tanto, sabe exactamente qué le gusta a la persona, qué no, qué lugares frecuenta, qué come, cuáles son sus ideologías, sus gustos musicales, deportivos, etc.

Algo que antes parecía utópico se ha vuelto real y digital. En gran parte del imaginario colectivo la palabra tecnología está ya establecida como parte de la vida cotidiana.

Y es que al controlar las maneras que se tienen actualmente de socializar o comunicar, las redes sociales permiten una interacción constante con un factor que no cambia: la inmediatez.

La conexión con los demás puede ser tan fácil y rápida que atraviesa fronteras que en la red se desdibujan, sin embargo, y paradójicamente, las relaciones virtuales crecen mientras que las personales van en descenso.

Pero, ¿de qué se trata entonces y cómo utilizar una plataforma social sin que esta manipule nuestra vida en su totalidad? La pregunta es compleja y no puede responderse en pocas líneas, pero algo importante incluye el concepto de adaptarse mediante la apropiación de las nuevas tecnologías pero teniendo la capacidad necesaria para establecer límites con ellas.

Tal como lo dijo Mark Zuckerberg: “El riesgo más grande es no tomar ninguno. En un mundo que está cambiando tan rápido, la única estrategia que está garantizada a fracasar es no tomar riesgos.” (Zuckerberg, 2011).

Y con riesgos, en este caso, podría hablarse de usar lo digital, no tener miedo a hacerlo, lanzarse a explorar nuevos servicios y, sobre todo, aprender a dominarlos para que no nos dominen a nosotros.

En Red Social, la historia avanza con una rapidez innegable que paralelamente indica la celeridad con la que Facebook ha crecido con el paso de los años, un crecimiento influido por la capacidad de persistencia e interés de sus fundadores y por el tiempo invertido que ha ido siempre de la mano del éxito.

Si en la película no se presta atención por tan solo unos segundos, se puede perder el hilo completo de la misma, así sucede en la vida real, pues hay que estar atentos a las trasformaciones tecnológicas que nos embarcan en un mundo cada vez más digital.

Hablar de nuevos paradigmas con la era de la información comienza a sonar cliché y no constituye ningún secreto; una red social, llámese Facebook, Twitter, Instagram o Youtube, permite una difusión viral de información, algo que, si buen puede utilizarse únicamente para el entretenimiento, sirve para mucho más; son una herramienta poderosísima para, incluso, promover negocios o productos y construir marcas en pro de fortalecer la credibilidad o reputación de cualquier empresa.

El establecimiento de estrategias en medio de estas plataformas permitirá que no seamos simples usuarios que solo inician sesión en cualquier sitio web para malgastar su tiempo; desde el punto de vista de cualquier profesional o futuro profesional, el buen manejo de las redes implica un reto que,

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