64 minutos en el metro: Una crónica de retrasos y desesperación
kenmares123Tarea7 de Diciembre de 2017
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64 minutos en un vagón del metro
A continuación voy a narrar un trayecto, el trayecto de mi escuela a una casa en la colonia Portales, una casa que me gusta llamarle hogar, y como los planes que tengas no le importan al funcionamiento del metro.
Estaba muy emocionada, había salido temprano y por fin podría hacer aquello que tanto quería volver a hacer un jueves en la noche desde que regrese a la escuela.
Con ese entusiasmo, caminé rápido hacía el metrobus “San Juan de Aragón” que esta cerca de la escuela, nada me haría llegar tarde a mi encuentro nocturno.
Llegue al metrobus e ingrese con mi tarjeta, aún tenía 20 pesos en ella, me sentí aliviada, no tendría que perder más tiempo recargándola.
El metrobus dirección “El Rosario”, que es al que debía subirme, llegó rápido y de igual manera lo aborde. Solo eran 7 estaciones para tener que transbordar hacia el metro, espere impaciente a pasar por cada una de ellas y pensando en lo que haría llegando a mi destino, ignore todo lo que pasaba a mi alrededor, aunque creo que no me perdí de mucho.
Salí en la estación “Deportivo18 de marzo” y caminé hacía el metro, que esta algo retirado, el camino es muy oscuro, y según mi madre, peligroso. Caminé lo más rápido que pude y me di cuenta que llegando a la entrada del metro iba bajando mi velocidad.
Entre al metro, esperaba a que pasará el que me llevará a mi destino, pero el metro dirección “Universidad” no pasaba, me desesperé.
Llegó después de unos 5 minutos, entre y me senté; como apenas llegaba a la segunda estación, había muchos asientos disponibles en el vagón. Al avanzar se detenía un poco y tardo en llegar a la siguiente estación, pero de ahí comenzó a ir más rápido.
Llegando a la estación “Guerrero”, se metió una señora vendiendo dulces de miel para la tos, como tenía un poco de tos y ardor en la garganta, compré unas por la mínima cantidad de 5 pesos.
Después de llegar a “Centro Médico” el metro se detuvo, los primeros 5 minutos no lo note por que estaba jugando con mi celular, pero cuando me di cuenta que llevaba 10 minutos ahí, comencé a fastidiarme. La gente de otros vagones comenzaban a chiflarle al conductor del metro, como si eso hiciera que, por arte de magia, el metro avanzará.
Pasaron 20 minutos y la gente comenzaba a salirse, yo estaba desesperada, iba a llegar tarde a lo que tanto ansiaba.
Comencé a contar el tiempo que llevaba en el vagón del metro, revisé la hora del mensaje que le mande a mi mamá cuando ya estaba en la estación “Deportivo 18 de marzo” del metro, 8:44, y ya eran las 9:27, habían pasado ya 43 minutos y todavía me faltaban 5 estaciones más para llegar a “Coyoacán”, mi destino; a las 9:36 avanzo el metro, lo se por que me había propuesto contar el tiempo que podía llegar a estar sentada en el mismo lugar y en el mismo vagón del metro.
A la siguiente estación subió bastante gente, y el metro se llenó en “Zapata”, desde ahí me paré, pues bajaba en la siguiente estación. La verdad es que comencé a empujar a la gente, pues por más que pedía permiso, nadie se movía. El metro llego a la estación “Coyoacán” y salí a empujones, pero completa, ya eran las 9:48.
Subí rápido las escaleras hacia la salida, y camine lo más rápido que pude sobre la calle “Universidad” y al llegar a eje 8 gire a la derecha; caminé calle tras calle casi corriendo, pero observaba y por primera vez noté que la mayoría de la gente saca a pasear a sus perros en la noche y no en la mañana.
En mi mente tenía la esperanza de no llegar tan tarde, pero en el fondo sabía que ya no iba a llegar a tiempo.
Llegue a mi calle, gire a la derecha otra vez, pase por una casa donde un perro ladro muy fuerte y me espanté, tanto que a una pareja que estaba dentro un coche estacionado a lado, les causo gracia y dieron una risa discreta, me causó tanta pena que comencé a caminar aun más rápido.
Llegue a mi casa, saque las llaves del edificio, abrí la puerta principal y camine hacia el departamento del fondo de la planta baja, abrí la puerta de mi casa, saludé rápidamente a mi mamá y corrí a mi cuarto, eran las 10:13, ya ni siquiera tenía esperanza.
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