ARQUITECTURA SOCIAL

ARQUITECTURA SOCIAL O COMUNAL

Actualmente es más fácil y común coexistir con lados polarizados de la sociedad, no es preciso cruzar los límites geográficos para encontrar conviviendo simultáneamente lujosos barrios residenciales para personas con un alto poder adquisitivo, junto a marginales barrios que carecen de los más elementales servicios y garantías sociales de convivencia, lo que ha desembocado en un impacto negativo para la sociedad e impide el desarrollo conjunto de las ciudades. Consecuentemente esto nos permite evidenciar que últimamente se ha incrementado la desigualdad social y económica, resultado del capitalismo, y del desarrollo de las grandes metrópolis sobretodo en el llamado tercer Mundo y principalmente en Latinoamérica, donde cada vez más emigran personas de las zonas rurales y donde unos pocos han conseguido acumular grandes fortunas, mientras que el resto apenas sobrevive.

Dentro de este contexto, en el cual de una u otra forma todos nos vemos inmersos, es imperioso que se tomen acciones concretas con el fin de no agrandar esta brecha social, principalmente por parte de las instituciones gubernamentales, y en general por la comunidad, y en este punto es importante recalcar la responsabilidad social de la arquitectura y de los arquitectos como tal pues, es la arquitectura la responsable de desarrollar los espacios no solo privados sino públicos, los mismo que deben garantizar la convivencia y el contacto social de forma saludable, armoniosa y eficaz, donde prepondere la arquitectura social y sustentable.

Notemos que el arquitecto es el artífice del desenvolvimiento de los espacios de convivencia no solo físicos sino perceptivos, pues de sus decisiones depende la articulación y desenvolvimiento de la vida en comunidad y de su normal funcionamiento, ya que los espacios no solo sirven como meros escenarios de nuestras acciones y actuaciones, sino que estos espacios físicos también ejercen a la vez una influencia sobre nuestros comportamientos. Influyen y modifican nuestros hábitos.

Pues bien, no es el rol del arquitecto lo que se discute sino las formas para llegar a cumplir sus objetivos, pues muchos escogen la comodidad y simplemente desarrollan proyectos dependiendo del usuario y principalmente del presupuesto, es muy común que cuando se cuente con pocas restricciones se logran “grandes diseños” que llenan de orgullo a sus autores, sin embargo cuando se trata de obras menores para sectores vulnerables o marginales de la sociedad se diseñen los llamados “proyectos sociales” que escasamente cumplen con las normas de calidad y comodidad, sin embargo “no se les puede pedir más”. Por eso me atrevo a decir que el arquitecto aun no es consiente que con sus múltiples decisiones está configurando una ciudad que no es una múltiple acumulación de edificios y espacios comunes como muchos creen, sino que es el resultado de una serie de interrelaciones complejas entre el espacio dimensional y las diferentes actividades sociales pero principalmente en comunidad, algo que algunos llaman un “hecho urbano”, a veces imperceptible y mecánico pero que es lo que le da la razón de ser a las ciudades. De ello deriva la importancia de que los profesionales de la planificación urbana y el diseño se vean inmersos en una arquitectura social y comunitaria que reafirme el concepto de ciudad y de comunidad donde todos tengan la posibilidad convivir e integrarse en igualdad de condiciones.

Es lamentable que aún no se logre entender la responsabilidad social del arquitecto, sobre todo en países subdesarrollados donde la necesidad de vivienda digna para las familias es uno de los problemas más enraizados de la población y poco o nada se está haciendo para solucionarlo, a excepción de casos aislados.

Por ello el arquitecto debe de salir de esa “esfera mental” en la que muchos

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