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Amor Griego (fragmento)


Enviado por   •  12 de Enero de 2013  •  1.126 Palabras (5 Páginas)  •  313 Visitas

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Él la miró a los ojos, obligando a su deseo a remitir al comprender que hablaba en serio. Para su sorpresa, nunca la había respetado tanto como en ese momento, con el pelo revuelto, expresión desafiante y actitud firme. No recordaba la última vez que una mujer analizaba los hechos con frialdad, llegaba a una conclusión y mantenía su postura, en contra de lo que ambos deseaban y oponiéndose a los deseos de él.

—Muy bien. Entonces me concentraré en lo que hay que resolver. Quieres un jardín y tendrás un jardín. Me aseguraré de que tengamos una casa a finales de semana —declaró él.

Siguió una mínima pausa. Había dicho «tengamos» y _________ pensó que había utilizado la palabra por error, que no era más que un desliz. Esbozó una sonrisa nerviosa y habló.

—Y supongo que después volverás a Estados Unidos —dijo—. Tienes un negocio que dirigir.

Joe captó el deje esperanzado de su voz, aunque ella intentaba ocultarlo. Y en ese momento algo se transformó en su interior.

Hasta entonces no había pensado más allá del siguiente paso; en concreto la necesidad de sacar a los bebés y a ella de esa madriguera. Pero las palabras de _________ lo obligaron a contemplar un futuro en el que dos bebés que llevaban sus genes crecerían y se convertirían en niños y después en hombres. Pensó que tal vez debería estampar su presencia en sus mentes conscientes, formar un vínculo con ellos desde el primer momento, para que lo conocieran como padre.

Al fin y al cabo, era imposible saber lo que haría su madre cuando comprendiera que no tenía ninguna intención de casarse con ella. Imposible tener la certeza de que no se cansaría con la rutina de diaria de criar a dos niños y anhelaría algo nuevo y excitante que la liberara, como había hecho su propia madre. Si eso ocurriera, él sería la mejor persona para hacerse cargo.

«Pero sólo si te conocen bien».

—No recuerdo haber dicho nada de regresar a los Estados Unidos —dijo con una sonrisa dura.

Ella percibió una amenaza; fue como si una mano húmeda y fría se posara en su nuca.

—Pero yo pensaba…

—¿Qué? —inquirió él con cortesía burlona—. ¿Qué pensabas, _________?

«No dejes que te intimide. Si te muestras débil, estarás perdida».

—Bueno, tus oficinas están en Nueva York, ¿no? Y eres un hombre ocupado, no puedes permitirte pasar mucho tiempo aquí sin hacer nada.

—¿No? —los ojos negros la taladraron con una mirada casi divertida. Se preguntó si creía que iba a soltar el dinero para que ella viviera a todo lujo y luego marcharse como un pelele—. Puedo hacer lo que quiera, _________, y lo que quiero ahora mismo es estar cerca de mis hijos. Quiero estar presente cuando se despierten por la mañana y a la hora de apagar la luz por la noche.

El significado de sus palabras tardó unos segundos en hacer mella en _________. Cuando lo hizo, ella sintió algo muy parecido al pánico.

—Quieres decir… ¿quieres decir que piensas venir a vivir con nosotros?

Él vio cómo palidecía y sus ojos violeta se nublaban de aprensión, pero endureció su corazón para que eso no lo afectara.

—Claro que sí. ¿Cómo puedes haber pensado otra cosa? —se inclinó hacia delante y sus ojos brillaron con la frialdad del hielo ennegrecido que destellaba en las carreteras los días más fríos

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