Ansiedad, estrés, depresión, síndrome de cuidados intensivos tras el ingreso
julitocordobesApuntes20 de Septiembre de 2018
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INGRESO EN LA UNIDAD DE CUIDADOS
INTENSIVOS
Ansiedad, estrés, depresión, síndrome de cuidados intensivos tras el ingreso
Tras determinados tipos de intervención quirúrgica, los pacientes pasan rutinariamente el postoperatorio inmediato en una UCI, donde pueden manifestar diversas alteraciones psicológicas. Donde la ansiedad, el estrés y la desesperación son los principales desórdenes afectivos manifestados, siendo su necesidad primaria la sensación de seguridad, las drogas sedantes desempeñan un rol importante en la aparición de los estados confusionales (desorientación y alteraciones perceptivas como ilusiones, delirios, alucinaciones visuales y táctiles, etc).
los pacientes durante su estancia en la UCI pueden exacerbar los sentimientos de ansiedad producidos por la intervención y, consecuentemente, disparar las anomalías psicológicas conocidas como «síndrome de cuidados intensivos», cuyos síntomas consisten en una fluctuación de los niveles de conciencia, pobre orientación, ilusiones y alucinaciones, anomalías en el comportamiento que incluyen agresión, pasividad y negativismo y alteraciones de la memoria, los cuales pueden llegar a incrementar la duración de la estancia hospitalaria. el desarrollo del síndrome parece depender de una compleja interacción entre los problemas psicológicos previos de los pacientes, el trauma psicológico infligido por la enfermedad, el estrés inducido por el ambiente y el tratamiento , el cuidado de la UCI se valora a los familiares y amigos de los pacientes como un recurso en la prevención de estas alteraciones, ya que pueden ayudar a mantener la orientación de los mismos . No obstante, también pueden verse afectados por la situación, por lo que sería conveniente realizar una valoración de sus necesidades y alteraciones psicológicas con el objetivo de proporcionarles un apoyo adecuado que les permita ofrecer este tipo de ayuda a los pacientes.
El ambiente de la UCI puede resultar extraño o desconocido e pueden afectarles de un modo negativo. Uno de los estresores es la depravación sensorial, definida como una reducción en la cualidad o cantidad de estimulación. Asimismo, identifica tipos de alteraciones ambientales que pueden conducir a un comportamiento anormal: una reducción en la cantidad y variedad de estimulación, pequeñas variaciones en los estímulos, ruido excesivo, aislamiento físico y social y restricciones de movimiento. , las conversaciones del equipo de la UCI también se han considerado una fuente de ruido y confusión, ya que como no es posible valorar adecuadamente su nivel de conciencia, puede que lleguen a entender parcialmente esas conversaciones y les produzcan miedo y ansiedad. Por otro lado, la ausencia de ciertos ruidos «normales», como la televisión, la radio, el tráfico, conversaciones con amigos, etc., pueden ser identificados como causa de estrés por algunos pacientes. Estos niveles de ruido pueden tener un impacto significativo en la cantidad y calidad del sueño de los pacientes, que puede convertirse en otro tipo de estresor. No obstante, aunque estos estresores se hallen presentes el dolor es lo que más preocupa a los pacientes.
en la escala de estresores ambientales de la UCI (ICUESS) muestra que «tener dolor» fue considerado el principal estresor, seguido de la «incapacidad para dormir» y «tener tubos en la nariz o la boca», lo cual limita la comunicación y la capacidad de comer, y añade estrés a las privaciones ya experimentadas por los pacientes. El «sentimiento de no tener control de uno mismo» fue considerado el cuarto estresor, siendo el primero desde el punto de vista psicológico. La falta de independencia puede generar angustia y sensación de desamparo, y podría ser considerada la principal causa de inestabilidad psicológica. El quinto estresor es el «estado de verse atado por los tubos», «saber qué está pasando». Muchos el no recibir explicaciones sobre el tratamiento y no saber qué va a a pasar se convierte en un estresor, Centrándose en el sueño, el 27,89% de los pacientes valoran su sueño en la UCI como bueno, el 46,15% como regular y el 25,96% como malo, y comparando esta valoración con la que hicieron respecto a su patrón de sueño previo, el 54,8% consideraron que durmieron peor en la UCI, el 32,7% igual y el 12,5% mejor. En relación con el tipo de analgesia administrada a los pacientes, los que reciben analgesia no opiácea valoraron peor su sueño que los que son tratados con opiáceos mediante analgesia controlada por el paciente, endovenosa o epidural, siendo esta diferencia estadísticamente significativa. el perfil de sueño de los pacientes de la UCI se ha caracterizado por ser ligero, con despertares frecuentes y que generalmente cuando se despertaban o les despertaban les costaba relativamente poco volver a dormirse.
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