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Análisis Literario


Enviado por   •  9 de Abril de 2014  •  1.405 Palabras (6 Páginas)  •  248 Visitas

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Sinopsis

La acción de EL ACOSO (1956) transcurre durante los 46 minutos que dura la ejecución de la «Sinfonía Heroica» de Beethoven en un teatro de La Habana donde se ha refugiado un joven que ha pasado del combate político a la acción terrorista y, mediante la tortura, a la traición. Sus antiguos camaradas, convertidos ahora en sus perseguidores, lo aguardan en las filas de atrás. Sirviéndose de su portentoso dominio del lenguaje y de la técnica narrativa, Alejo Carpentier (1904-1980) recrea en esta novela a través de una pluralidad de voces ¬el narrador, el acosado, el taquillero del teatro¬ tanto el clima político que se vivió en Cuba durante los turbulentos años de la dictadura de Gerardo Machado, como los aspectos que nos dan la clave para entender la vida del protagonista (su militancia política, sus relaciones amorosas y familiares, sus inquietudes religiosas y el desgarramiento de su conciencia).

Estilo o modo:

En cierta ocasión, un hombre fue a visitar a Sócrates, el filósofo, y le dijo:

- Voy a contarte unas cosas sobre tu mejor amigo, para que no confíes tanto en él. Sócrates le preguntó:

- ¿Has pasado lo que vas a decirme por tres cedazos?

Muy sorprendido, dijo el otro:

- ¿A qué cedazos te refieres?

- El primero -respondió el filósofo- es el de la verdad. ¿Estás seguro de que lo que vas a contarme es cierto?

El visitante contestó:

- No lo estoy. Lo he sabido a través de otras personas.

Sócrates continuó:

- El segundo cedazo es el de la bondad. ¿Estás seguro de que son tus buenos sentimientos los que te impulsan a contarme esas cosas? Y el tercero -prosiguió Sócrates- es el de la utilidad. ¿Piensas que es necesario que yo sepa lo que vas a contarme?

- Sinceramente -dijo el hombre- no había pensado en todo eso.

- En tal caso -dijo Sócrates-, guarda tus palabras en tu corazón y olvídalas.

TIPO DE NARRADOR

1. Hace unos años, -no importa cuántos exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo y nada en particular que me interesara en tierra, pensé en irme a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía.

2.Estaba yo en la cumbre de la colina, en la parte este de la isla, desde donde en un día despejado había llegado a divisar el continente americano, cuando Viernes miró muy atentamente al continente y en una especie de arrebato, empezó a brincar y a bailar y me llamó a gritos, porque yo estaba a cierta distancia de él.

Daniel Defoe (Robinson Crusoe)

3. Era Matías Manzano un hombre adormecido, maquinal. Se había acostumbrado a quitar las hojas del calendario, a bostezar; a ponerse la bufanda, a oír cómo le daban los buenos días sus compañeros de la oficina y cómo contestaba él.

Carmen Martín Gaite

4.“Me tembló el alma. ¿Qué hacer, qué podría hacer para triunfar, para tener

dinero, mucho dinero? Seguramente no me iba a encontrar en la calle una

cartera con diez mil pesos. ¿Qué hacer entonces?”

Roberto Arlt, Fragmento de El juguete rabioso.

5. Fue entonces cuando se torció el tobillo [...] Cayó en mala posición: el empeine del pie izquierdo cargó con todo el peso del cuerpo. Al pronto sintió un dolor agudísimo; pensó que se había roto el pie. Con alguna dificultad, sentado en el césped, se quitó la zapatilla y el calcetín, comprobó que el tobillo no estaba hinchado. El dolor amainó en seguida, y Mario se dijo que con suerte el percance no revestiría mayor importancia. Se puso el calcetín y la zapatilla; se incorporó; caminó con cuidado: una punzada le desgarraba el tobillo.

Javier Cercas, El inquilino

6. Hace muchos años tuve un amigo que se llamaba Jim, y desde entonces nunca he vuelto a ver a un norteamericano más triste. Desesperados he visto muchos. Tristes como Jim, ninguno. Una vez se marchó a Perú, en un viaje que debía durar más de seis meses, pero al cabo de poco tiempo volví a verlo.

Roberto Bolaño, Jim

7. Luego se habían metido poco a poco las dos y se iban riendo, conforme el agua les subía por las piernas y el vientre y la cintura. Se detenían, mirándose, y las risas les crecían y se les contagiaban como un cosquilleo nervioso. Se salpicaron y se agarraron dando gritos, hasta que ambas estuvieron del todo mojadas, jadeantes de risa.

Sánchez Ferlosio, El Jarama

8. La

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