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Aprendizaje Autonomo


Enviado por   •  2 de Octubre de 2014  •  2.080 Palabras (9 Páginas)  •  217 Visitas

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APRENDIZAJE AUTÓNOMO, ÉTICA Y REALIDAD: ¿CUÁN ÉTICOS PODEMOS SER EN EL ACTUAR INDIVIDUAL Y EN EL QUEHACER COLECTIVO COMO ESTUDIANTES DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR A DISTANCIA?

“El respeto por la autonomía y dignidad

de cada persona es un imperativo ético

y no un favor que podemos o no conceder

a las demás personas.”

Dos componentes centrales en la formación profesional de un(a) licenciado(a) en Educación Básica, en la modalidad a distancia, son el Aprendizaje Autónomo y la Ética. De hecho, son elementos de obligatoria discusión en la formación permanente de todo ciudadano. Y más allá del mismo escenario educativo, el Aprendizaje Autónomo y la Ética atraviesan el quehacer del ser humano, como individuo que integra una comunidad y como persona partícipe de colectivos que problematizan y enriquecen el devenir social. Por estas razones, el cuestionamiento permanente acerca de nuestro actuar es una tarea imperativa en cada una de las aproximaciones académicas que adelantemos y en todos los contextos en los cuales participemos. Este compromiso implica el desarrollo reflexivo, crítico y analítico de un tejido integrado por los elementos claves que nos aportan los procesos de ‘problematización’, y los aportes que el estudio del Aprendizaje Autónomo y su conexión con la Ética nos proporcionan en todas las épocas de la historia.

Por ende, de la pregunta que sirve como esencia del título de este escrito “¿Cuán autónomos y éticos somos en el aprendizaje, a través del actuar individual y del quehacer colectivo como estudiantes de la Educación Superior a Distancia?”, se desprenden otras consideraciones de tipo problematizador, cuyo objeto no consiste en darle una única respuesta; por el contrario, su propósito apunta a generar un debate permanente y una reflexión constante en torno a nuestras actuaciones en el diario vivir, tanto académico como personal y social.

De una parte, Adela Cortina , a través de argumentadas reflexiones y explicaciones, presenta un sucinto resumen acerca de la Ética, su conceptualización, los modos del saber ético, su tipología y los diferentes caracteres de este complejo campo de estudio de la actividad humana, que le dan un rol fundamental en todos los contextos, tanto del individuo como de la educación.

En primera instancia, el término Ética es definido como un tipo de saber de los que pretende orientar la acción humana en un sentido racional. Es un saber que permite actuar de un modo racional en el conjunto de la vida. Como saber práctico, orienta hacia el obrar racionalmente bien.

De acuerdo con el sentido expuesto, pretender identificar cuán éticos somos al enfrentar un programa académico de pregrado, en el contexto de la Educación a Distancia, implica establecer un tejido de relaciones entre los comportamientos que podemos asumir y las acciones que adelantemos por fuera de la Universidad. A partir de esta reflexión surge la pregunta, ¿Qué tipos de criterios han orientado las decisiones tomadas en términos académicos y profesionales? Desde luego, como ya se advirtió en un apartado anterior, la(s) respuesta(s) a esta pregunta debe(n) estar atravesada(s) por una lectura crítica de lo que significan el Aprendizaje Autónomo y la Ética. De ahí que a medida que se avanza en esta exploración, aparecen nuevos cuestionamientos y elementos que enriquecen las posibles argumentaciones.

De otra parte, como afirma Paulo Freire en el mensaje que introduce este ensayo, el respeto por la autonomía es un imperativo ético, de tal forma que el mismo aprendizaje no puede ser siempre el resultado de la enseñanza de otros; por el contrario, debe ser un proceso de lectura, reflexión, crítica y retroalimentación constante que, como tareas permanentes, debe adelantar quien esté inmerso en un proceso de aprendizaje, y más si se trata del escenario de la Educación Superior a Distancia.

Un aspecto clave en el análisis propuesto consiste en establecer si se toman decisiones prudentes y moralmente justas en los contextos universitarios. Esto sólo es posible si se establece con claridad a través de cuál carácter se ha elegido uno u otro camino durante la elección y desarrollo de un programa universitario. En este caso, cobra importancia el sentido etimológico de la palabra “ética”, definida como “carácter”, desde su origen griego. A su vez, conviene también establecer qué tipo de circunstancias han acompañado las distintas decisiones claves asumidas en el camino interminable de la educación. Así, tanto autonomía, como ética y moral deben haber estado de la mano, mientras se ha asumido una u otra alternativa de decisión en la vida misma. Lo anterior, dado el sentido de “moral” desde su etimología latina ‘mos’, modo de ser o ‘carácter’. Desde esta perspectiva, también resulta pertinente dar importancia al ‘temperamento’, como el componente formado por los sentimientos y actitudes con que se nace, y que son inmodificables. En otras palabras, por el momento el tejido que se trenza establece relaciones entre el carácter, que se puede ir forjando, y el temperamento, a propósito del aprendizaje autónomo y de la ética.

Ahora bien, en la medida en que el carácter se puede ir eligiendo y consolidando, esta condición será el resultado de una “libertad” con la cual contamos. Según esta realidad, habremos sido sabios según la prudencia que haya caracterizado la toma de nuestras decisiones.

En el tejido aludido, cobran especial importancia los fines que persigamos y los medios más adecuados para alcanzarlos. A ello se suma el hábito para optar por ellos. El resultado debería ser, entonces, obrar racionalmente. Desde luego, cuando se trata de la educación, a estos elementos es fundamental adicionar dos caracteres más: la adaptación y la creatividad. Eso sí, conviene aclarar que a los modos de actuar ya asumidos, incorporados a nuestro carácter por repetición de actos, los llamamos “hábitos”. Si han sido bien orientados, se llaman “virtudes”; si no, “vicios”.

Entonces, la ética es un saber práctico que nos permite: averiguar el “fin” de nuestra acción, decidir qué “hábitos” asumir, cómo ordenar las “metas intermedias”, cuáles son los “valores” para orientarnos, qué modo de ser o “carácter” incorporar, con el objeto de obrar con “prudencia”; es decir, “tomar decisiones acertadas”.

En esta urdimbre, la libertad está ligada a la responsabilidad, pues quien tiene la posibilidad de elegir en un sentido u otro, es responsable de lo que ha elegido; tiene que

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