Bormann En Colombia
linna.mazo3 de Junio de 2013
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Actualidad |14 Dic 2012 - 4:37 pm
¿Está Bormann en Colombia?
Un nazi en las selvas del Putumayo
Por: Henry Holguín, Cromos.
En Colombia, en la selva del putumayo, muy cerca de la frontera con Ecuador, se encuentra un misterioso alemán, escondido desde hace más de veinte años después de una minuciosa investigación. Indicios serios que permiten pensar se trate de Martín Bormann, principal ayudante de Adolfo Hitler, su albacea testamentario y hombre de absoluta confianza.
Nuestros reporteros Henry Holguín y Rafael Rodriguez, buscaron al alemán y lograron fotografiarlo con la colaboración de las autoridades colombianas. Estas fotos y otras confrontaciones parecen indicar que, efectivamente, "el alemán del putumayo" puede ser Martin Bormann, el hombre más buscado en todos los tiempos.
Durante muchos años -desde el fin de la guerra- el paradero de Martín Bormann, segundo hombre de Hitler, ha sido uno de los más grandes misterios de la historia. De acuerdo con numerosas crónicas y relatos sobre los últimos días del Tercer Reich, Bormann fue de los pocos del séquito de Hitler que pudo escapar del asedio de las tropas rusas a la Cancillería en Berlín.
Sobre su presunto paradero -ha sido alternativamente “situado” en Rusia, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú- se han tejido muchas informaciones periodísticas.
Pero en 28 años, nadie ha podido confirmar si Martín Bormann sigue vivo y pudo ocultarse en algún rincón del mundo, huyendo de la justicia contra los criminales de guerra nazis. (El Tribunal de Nuremberg condenó a Bormann, en ausencia, a la muerte en la horca y el gobierno de la República Federal Alemana, ofrece cien mil marcos por su captura).
Después de tanto tiempo en que el nombre de Bormann se convirtió en enigma histórico, CROMOS 7 DÍAS puede aportar algunos datos que permiten pensar que, efectivamente, "el nazi número dos" esté escondido en un lugar de Colombia, específicamente en la selva del Putumayo, a poca distancia de la población de Orito.
La historia, en la que trabajaron secretamente durante dos semanas dos reporteros de C7D, es esta:
En un paraje selvático llamado ''La Hormiga", junto al río del mismo nombre, entre Puerto Asís y Orito, Intendencia del Putumayo, vive oculto desde hace 28 años -es decir, desde el fin .de la Segunda Guerra Mundial- un alemán, cuyos caracteres físicos y fisonómicos guardan sorprendente identidad con Martin Bormann y que confiesa tener 72 años, la misma edad del segundo canciller del Reieh. (Martin Bormann nació el 17 de junio de 1900).
BORMANN VIVE
¿Cómo llegó C7D al escondite .del supuesto Martin Bormann?
Hace dos semanas, dos reporteros de la revista, Henry Holguín y Rafael Rodríguez, fueron enviados al Putumayo para trabajar en un reportaje sobre el petróleo.
Los enviados de .C7D permanecieron varíos días entre Orito y Puerto Asís y la noche anterior a la fecha que habían dispuesto para su regreso a Bogotá, participaron en una reunión con técnicos de la Texas Petroleum Company destacados en la zona. En medio de la charla, uno de los ingenieros apuntó:
-Yo podría dar a CROMOS 7 DI AS "la chiva" periodística del año.
-¿Y cuál es esa chiva? inquirió Holguín.
-¿Qué tal que yo les dijera que Martín Bormann vive y que no está lejos de aquí?
A partir de ese momento, los reporteros •de C7D no hicieron más que insistir al técnico sobre el probable paradero del personaje más buscado en la historia. El informante espontáneo, que después retrocedió en su promesa, al fin accedió a brindar una orientación precisa:
-Si tienen tiempo y se exponen a las molestias del viaje, el lugar donde pueden encontrar a Bormann es en "La Hormiga", a unas tres horas de marcha de Orito.
EN LA SELVA
Holguín y Rodríguez partieron al día siguiente acompañados de un guía que prometió conducirlos donde el misterioso alemán. En el camino se enteraron de algunos detalles sobre el supuesto "Herr Bormann":
El alemán se hace llamar "Don Juan" y declara el apellido Ehrmanri. (Curiosamente Bormann y Ehrmann, suenan parecidos). Vive escondido en un remoto paraje del Putumayo con su mujer, una indígena, su hija y un nieto. Los campesinos revelaron que el alemán nunca sale a ningún centro civilizado y a pesar de no tener bienes de fortuna, nunca le faltan alimentos ni ropa.
Su hija, de unos veinte años, es la encargada de recibir a cualquier extraño que llega a la casa -muy pocos, por lo apartado de la región- mientras el padre se esconde en el interior de la vivienda.
"Don Juan" es amable con los pocos vecinos de la zona. Y alguna vez dialogó con los campesinos sobre las circunstancias que lo hicieron llegar a Colombia. ("Huyendo de Hitler, pues fui antinazi”).
Los colonos dijeron también que el alemán lleva en la región entre 25 y 28 años. Y mientras los enviados de C7D caminaban por la selva, el guía contó que la casa del extraño personaje está situada en un sitio estratégico, al pie de una colina boscosa, desde donde podían divisar, a distancia, a cualquiera que se acercara.
EL "RECIBIMIENTO"
La trocha que conduce a la casa del supuesto Martín Bormann, a mitad de camino entre Orito y San Miguel, termina directamente en un río, el "Hormiga". Al frente, una casa, no muy grande, construida sobre pilotes, para evitar inundaciones.
Los hombres de C7D comprobaron que era imposible llegar hasta el escondite del alemán sin ser vistos. Tan pronto estaban en el río, divisaron la casa.
En un portal de piso de tablas, sentadas en rústica banca, se encontraban tres personas -un hombre y dos mujeres-. Frente, en un pequeño patio sembrado de limoneros, retozaban en un charco de barro dos cerdos y ladraban dos perros escuálidos.
Cuando los periodistas volvieron la vista nuevamente hacia la banca, el hombre había desaparecido. Una de las mujeres hizo callar a los perros, y contestó el saludo que le hicieron del otro lado del río. La otra, una anciana indígena, entró a la casa donde se había refugiado el hombre.
Los reporteros cruzaron trabajosamente el río, con el agua a la altura del pecho y al arribar al otro lado; preguntaron a la muchacha cón1o se hacía para llegar "donde los indios''. Hablando español, con marcado acento indígena, la mujer señaló el camino a través de la selva. Los enviados por C7D y el guía, atravesaron el terreno lo más lentamente •posible, tratando de captar todos los detalles de la casa y sus moradores.
La mujer, que después se supo era hija del alemán, no se despegó un solo instante de los visitantes, en el corto trayecto entre los dos caminos. Al pasar frente a la puerta de la casa, ni Holguín ni Rodríguez notaron nada anormal. Pero después, descubrieron a un hombre viejo, mal vestido; de mediana estatura, que los observaba fijamente desde la semioscuridad de la habitación. Y en sus manos, una escopeta de las que llaman “Boquifrías".
Rodríguez saludó: ''Buenas…". El hombre no respondió. Los visitantes salieron de la finca, dirigiéndose hacia la trocha por un camino empinado. Rodríguez consideró oportuno sacar las cámaras -escondidas en un morral de fique- para imprimir unas placas de la casa. Al volverse, vio al alemán, a plena luz.
-Holguín, (gritó Rodríguez) mira.
El hombre que vieron tras la puerta, salía de la casa escopeta en mano y cruzaba el río apresuradamente. Su propósito -pensaron- escapar o cortar la retirada a los intrusos. Los enviados de C7D corrieron hacia el otro lado, refugiándose a unos 300 metros de la casa. El guía, jadeante, "pidió cacao":
"Miren: ustedes páguenme y déjenme ir. Yo no quiero líos... "
Los de C7D le entregaron 200 pesos y el guía se perdió en la selva. Los periodistas quedaron solos. Eran las cinco y media de la tarde. Sentados bajo un árbol, acordaron no volver a tomar la trocha hasta no tener la seguridad de que el alemán había vuelto a la casa. (El recuerdo de la escopeta, recomendaba esa precaución).
-"Tendremos que dormir aquí…" dijo Holguín. Y así lo hicieron.
La noche transcurrió en medio de terrible angustia. Los reporteros consumieron tres latas de salchichas que habían llevado como única provisión. Dos jugos embotellados se habían roto en la carrera y al miedo se agregó la sed.
Afortunadamente llevaban varias cajetillas de cigarrillos, pero a la media noche también se agotaron. El silencio lo envolvía todo o de pronto, estallaban cien ruidos diferentes. Silbidos, rugidos, gritos y gemidos que parecían de seres humanos. Y oscuridad total.
Por fin llegó la mañana. Holguín y Rodríguez, sin pegar los ojos en toda la noche y marcados por picaduras de mosquitos, decidieron atravesar el río iniciando penosamente el regreso al puesto de "La Hormiga".
Después de varias horas, cuando ya se sentían perdidos, divisaron las primeras casas. Inmediatamente se dirigieron al Puesto de Policía inquiriendo por "el oficial de mayor graduación". Respondieron que el comandante era un cabo, pero que casualmente se encontraba allí el Teniente Guillermo Vallejo Trespalacios, jefe de Control de Seguridad en • la Selva.
A la media hora, llegó el Teniente. Holguín le contó en parte la historia, sin revelar quién sospechaban podía ser "el Alemán de la selva". Se pidió protección para tomar fotos y después de evidenciar algunas dudas, el oficial accedió:
"Ya es tarde para regresar,
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