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COMUNICACIÓN Y DESARROLLO SOSTENIDO

Lisabrina8 de Mayo de 2013

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COMUNICACIÓN Y DESARROLLO SOSTENIDO

I. COMUNICACIÓN

1.1 Definición

(1) Existen muchas experiencias que nos resulta difícil describir o definir sobre todo las que vivimos cotidianamente. Plasmar en palabras el significado de la comunicación no es nada sencillo, porque pertenece a la vasta gama de procesos humanos que incorporamos de manera inconsciente desde nuestra gestación. Sobre todo si intentamos alejarnos del esquema que sintetiza el proceso comunicacional como la acción de un emisor que trasmite por medio de un canal un mensaje que llega a un receptor y por el contrario, tratamos de entender como la comunicación estructura el quehacer cotidiano.

Aprendemos a comunicarnos de la misma manera en que aprendemos a vestirnos, a comer, a caminar. Aprendemos a partir de lo que nos dicen y, sobre todo, de ver cómo actúan las personas que nos rodean.

Mediante la comunicación penetramos en el mundo de los afectos, vamos definiendo quiénes y cómo somos. En este territorio aprendemos a querer y a rechazar. También allí recibimos la aceptación o el rechazo de las otras y los otros. De ese modo, sin que se medie aprendizaje intelectual, conformamos nuestra dinámica comunicacional. Y por lo general no nos detenemos a reflexionar sobre sus características en tanto nos permita espacios de relación.

(2) En su libro Retomemos la palabra, los comunicadores guatemaltecos Guoron y Ronca dicen:

“Consideramos la comunicación como un proceso de intercambio, de compartir y poner en común – a través de símbolos, ideas, sentimientos, pensamientos o significados en relación a un tema específico, conocimiento o acontecimiento”.

El historiador guatemalteco Martínez Peláez relata, en su obra La patria del criollo, como “hubo ocasiones en que se leía el Requerimiento de Palacios (instrumento jurídico de la época de la colonización española que debía leerse a la población indígena para que aceptara pacíficamente la soberanía española) desde lo alto de una colina, a distancia que los indígenas no podían escucharlo, ni digamos entenderlo. Otras veces se leyó a gritos mientras los indios huían por los montes”.

Para algunas personas, una emisión de información como la que se da en el ejemplo citado es comunicación. Para otras no es suficiente, pues es necesario que quienes participan en la situación de comunicación tengan las mismas posibilidades de expresar sus ideas, sus sentimientos; intercambiar, dialogar, compartir.

Ambas clases de respuestas son válidas; unas limitan la comunicación al acto de informar, de trasmitir, de emitir y las otras le imprimen la riqueza del intercambio entre pares.

Estas definiciones apuntan hacia dos concepciones diferentes de la comunicación: un modelo difusionista, vertical y una propuesta democrática-participativa.

1.1.1 Modelo Difusionista

Las definiciones del primer grupo mencionado se enmarcar en este modelo, que se apoya en la creencia de que la comunicación debe influir y cambiar conductas. Se basa en el esquema:

Emisor, mensaje, medios, receptor, retroalimentación.

(3) Uno de los exponentes de la revisión crítica de la corriente difusionista a la cual se hace referencia, Luis Ramiro Beltrán (1985) sostiene: “Un supuesto básico del enfoque de difusión es que la comunicación por sí misma puede generar desarrollo, independientemente de las condiciones socioeconómicas y políticas”.

Esta aseveración no es discutible, el problema radica en las generalizaciones acerca de este enfoque tales como que el proceso- de una sola vía- es siempre vertical, autoritario, paternalista; el receptor es sólo eso, un recipiente vacío, que debe ser llenado con información, con contenidos. En él una minoría pensante maneja a una masa apática, no hay recreación, ni invención ni estímulo. O bien se confunde comunicación con propaganda y con uso de medios, se proponen acciones de persuasión, que buscan impactar, los receptores se acostumbran a ser guiados, pues son masas a las que hay que conducir.

Mario Kaplun (1996) a partir del planteo de Juan Díaz Bordenave (1976) (ambos autores también críticos del difusionismo) sobre opciones pedagógicas – de transmisión, moldaje del comportamiento o problematizadora- ha desarrollado in extenso modelos de comunicación, en correspondencia con modelos de educación, de tipo difusionista con énfasis en los contenidos y con énfasis en los efectos.

Sin embargo, el mismo Díaz Bordenave expresa una apertura de las concepciones tradicionales cuando dice: “...dentro de un contexto problematizador, nada impide la utilización de procedimientos educativos de transmisión de conocimientos o de aprendizaje de procesos cuyos objetivos comportamentales son conocidos y deseados.”

En definitiva, lo que ha conducido y continua conduciendo a errores es tomar conceptos utilizados por diversos autores críticos de la corriente difusionista, que destacaron sus limitantes al explicar de qué manera funcionaba el fenómeno, como si ésta se agotara en normas rígidas (a aplicar a rajatabla), invalidando de esta manera la posibilidad de su empleo en una estrategia de uso de medios de comunicación.

1.1.2 Propuesta democrática-participativa

Las definiciones del segundo grupo se relacionan con esta propuesta, que considera a la comunicación como un conjunto de procesos más amplios de relación social (Prieto 1989), que incorpora elementos tales como:

- Situaciones de comunicación

- Representaciones

- Emisión y percepción permanentes

- Apropiación cultural

- Medios y recursos de comunicación

- Universo discursivo

1.2 Modelo de Comunicación Imperante

Tal vez deberíamos pensar por qué la forma de percibir la comunicación, que pone énfasis en la emisión (informar, transmitir, emitir) predomina sobre la concepción democrática-participativa.

El papel protagónico que desempeñan los medios de difusión masiva ha reforzado este énfasis en la emisión. Precisamente, el modelo en el que un emisor envía un mensaje que llega al receptor por medio de un canal, se formula para explicar la forma de operar de estos medios. Ese esquema que en principio sólo explica el proceso de los medios se ha convertido en una “teoría de la comunicación”. De esa manera, un proceso que debería partir de las personas se basó en la técnica, la ingeniería, la electrónica y se generalizó como explicación de la comunicación humana.

Esta generalización no es casual. Ya que este modelo que pone énfasis en en quien emite: el emisor, se reproduce con mucha frecuencia en nuestras sociedades, que se estructuran sobre la base del poder de unas personas y la falta de poder de otras. Las primeras toman las decisiones y señalan cuál es el camino que se debe seguir y cómo se debe actuar.

Nuestras sociedades tienen un carácter jerárquico. Veamos cómo se comunican:

- El jefe o la jefa con sus empleados

- El profesor o profesora con sus estudiantes

- Los funcionarios gubernamentales con las y los ciudadanos

- El padre o la madre con sus hijos o hijas

En muchas situaciones cotidianas se puede identificar a un emisor que habla y decide temas, situaciones y formas de comunicación, frente a un receptor que se ve forzado a escuchar y recibir. Sin embargo, no se trata de una relación tan mecánica como se percibe simple vista. La historia de nuestros países demuestra que la aceptación o el rechazo de diversas propuestas ha estado matizada por experiencias de resistencia y acciones propositivas, en medio de una cultura hegemónica.

1.2.1 Rasgos del modelo imperante

- Es un monólogo (Sólo una persona habla. Hay un emisor exclusivo)

- Es vertical (Parte de la existencia de jerarquías. Se habla de una posición de poder)

- Es unidireccional (Sólo va en una vía, desde quien emite a quien recibe)

- Sólo tiene en cuenta a las minorías (Los emisores privilegiados)

(4) En relación con la comunicación vertical, el comunicador argentino Daniel Prieto expone algunas críticas:

- Ha llevado a confundir comunicación con medios de difusión; ha privilegiado las instancias de emisión.

- Ha enfocado la comunicación hacia la persuasión o el cambio en las conductas.

- Ha simplificado algo tan complejo que es la comunicación en las relaciones sociales.

- N ha sabido abordar la vida cotidiana de la población a partir de sus características culturales.

Como puede observarse, esta forma de comunicación nos empobrece porque niega la riqueza que aportan las diferencias entre las personas. Cada una y cada uno de nosotros somos seres irrepetibles, con experiencias similares pero no iguales.

El problema es que las personas tendemos a repetir lo aprendido. Como señala Prieto, “la sociedad está organizada a partir de emisores privilegiados y como uno crece entre ellos termina considerarlo algo natural. A la vez, como se ha recibido una formación dentro de tales reglas del juego, lo más lógico es que cuando a uno le toca emitir con alguna cuota de poder, lo haga a la manera de un emisor privilegiado”.

El problema más profundo de la comunicación vertical y autoritaria no es sólo que se impone la palabra, sino con ella una manera de concebir la realidad, de resolver problemas. Una relación con la naturaleza y entre mujeres y hombres marcada por la exclusión y el

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