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CONFLICTO Y VIOLENCIA

Sami1618 de Agosto de 2014

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CONFLICTO Y VIOLENCIA:

PANTALLA SOBRE UN HORIZONTE DIFUSO

Martín Hopenhayn

NEGOCIACIÓN Y VIOLENCIA:

DOS FORMAS POSIBLES EN LA (NO) RESOLUCION DE CONFLICTOS

La utopía de una sociedad sin conflicto no es más que eso: una utopía, más aún, puede ser también expresión de una sociedad paralizada donde la manipulación que el poder hace de las diferencias es tan exclusiva, que las personas dejan de percibir hasta sus conflictos personales. Ejemplo caricaturesco de ello es Un mundo feliz de Aldous Huxley, modelo antiutópico de máxima tecnificación de la política y del orden social, donde no es la ausencia de conflictos lo que impera, sino la falta de conciencia respecto de ellos.

Pero incluso esta antiutopia, por poco deseable que sea, resulta irrealizable, más todavía, en sociedades tan desarticuladas como son las de la mayoría de los países de América Latina, los conflictos no sólo son extendidos y profundos, sino también Insoslayables : pretender que no existen, o que no responden a la conformación misma de tales sociedades, sería un imperdonable error de percepción.

El problema debe, por lo tanto, plantearse en otros términos, a saber, el de la forma que adopta la elaboración de los conflictos en las Sociedades de la región. Se entiende aquí por elaboración el desarrollo del conflicto a lo largo del tiempo, sea que éste se resuelva, o persista.

En el caso de la convocatoria que aquí nos reúne para una reflexión compartida, la preocupación recae, más precisamente, en los altos grados de violencia que asumen ciertos conflictos en algunas de las sociedades latinoamericanas. En otras palabras, la pregunta que cabe formularse es la siguiente; ¿Qué condiciones hacen que determinados conflictos sociales y/ o políticos sean elaborados por vía del enfrentamiento y no por vía del diálogo, por el expediente de la violencia y no a través de la negociación?

Una cosa es evidente por definición: por un lado, la elaboración negociada de un conflicto supone que las partes involucradas están dispuestos a oír y a considerar la posición y los intereses del otro y, consecuentemente, buscar un punto de acuerdo situado entre la posición propia y la del otro, vale decir, a respaldar, respetar y hacer respetar un acuerdo que implica un cierto grado de concesiones mutuas respecto de las exigencias o posiciones originales de cada cual. Por el otro lado, la elaboración violenta del conflicto supone exactamente lo contrario, vale decir, que las partes involucradas - o al menos una de ellas - no están dispuestas a transigir en sus posiciones respecto del otro, o al menos no están dispuestas a conceder lo suficiente como para que sea posible respaldar y respetar un punto intermedio conjuntamente acordado, entre las posiciones que se oponen; a partir de entonces, nada preserva de la violencia al conflicto en cuestión.

Obviamente, la tendencia al conflicto violento puede explicarse de múltiples y diversas maneras. La variedad de respuestas depende tanto del metabolismo de cada sociedad para articularse - o desarticularse - internamente, como del sesgo analítico y disciplinario que se adopte para considerar el problema, Podrá argumentarse, por ejemplo, que existe una tradición de violencia en una sociedad dada; o que los conflictos se toman violentos porque las contradicciones que encarnan se han extremado a un punto sin retomo, o porque un grupo intransigente se ha “enquistado” en el Estado o en La sociedad civil o por último porque hay culturas en las que la voluntad de ejercer poder sobre otros constituye una forma comente de autoafirmación.

Cualquiera de estas afirmaciones puede llegar a ser válida, si se fundamenta con los debidos datos de la realidad, pues ésta casi siempre tiene datos disponibles para las opciones analíticas o valoricas que el investigador desee asumir.

De lo que se trata en la presente investigación es buscar una explicación de contexto a la luz de la cual la resolución violenta da conflictos pueda entenderse a partir del marco más comprensivo posible. Consideramos que esta reflexión es condición necesaria para situar las políticas pertinentes sobre un horizonte de mayor alcance, aunque por el momento solo se pueda esbozar una pantalla sin imágenes sobre un horizonte difuso.

EL CONFLICTO VIOLENTO EN AMERICA LATINA:

EN BUSCA DE SU ESPECIFICIDAD ESTRUCTURAL

Lo que aquí nos interesa es remitir la emergencia y la elaboración violenta de los conflictos sociopolíticos, a los rasgos estructurales de las sociedades latinoamericanas que determinan o contribuyen en gran medida a la configuración de su carácter violento. Entendemos por rasgos estructurales aquellas condiciones que caracteriza como un todo a la sociedad o a la articulación entre Estado y sociedad civil; en relación con ella, el conflicto violento es una respuesta o una expresión, pero no el problema en su conjunto. Cierto es empero que con frecuencia la expresión violenta de un conflicto asume en su desarrollo, un “autonomía relativa”, y que, en consecuencia requiere también de políticas que se concentren en el conflicto puntual y en la forma específica de su desarrollo; pero esto en nada le resta Validez a lo que aquí nos ocupa: la delimitación de la raíces estructurales del conflicto sociopolítico violento en la región, y la deducción desde ellas de algunas propuestas de solución “estructural”.

Otro problema que se plantea ante nuestra opción analítica en América Latina, es la similitud de rasgos estructurales entre distintos países tuyos grados de violencia en la elaboración de sus conflictos, varían notablemente tanto en su cantidad como en su forma, lo cual obligaría a un refinamiento analítico que no es nada fácil cuando se quiere abordar el tema de manera global, en tanto compromete elaboraciones casuísticas y de génesis histórica de conflictos concretos en lugares delimitados. Cabe, por tanto, destacar una limitación importante del análisis que procede de las condiciones estructurales que coadyuvan al conflicto violento, y que aquí intentamos poner de releve, son causa necesaria pero no necesariamente suficiente de su emergencia y elaboración, en las cuales intervienen habitualmente otras condiciones mediadores particulares, incluso aleatorias, que permiten dar cuenta de conflictos violentos específicos en situaciones nacionales o regionales delimitadas. Por lo tanto, el análisis que aquí hemos de formular deberá servir de marco general, pero al mismo tiempo deberá complementarse con contenidos más detallados al momento de considerar casos específicos de conflictos violentos.

Hechas estas aclaraciones, nuestro interés en las páginas siguientes, de acuerdo con la convocatoria al presente seminario, es situar el conflicto violento en el marco del tipo de desarrollo y del tipo de democracia prevalecientes en la región. Mas precisamente, e invirtiendo la formulación de lo que se trata es de explicitar cuáles son las limitaciones y las carencias en los modelos del gobierno en América Latina, que hacen posible o comprensible la emergencia de expresiones de violencia en la elaboración social de los conflictos.

Según esto, para orientar la reflexión cabría preguntar por última vez: ¿Qué formas de excusión política resultan relevantes cuando se quiere comprender el conflicto violento, tanto en su emergencia como en su persistencia? Utilizamos deliberadamente el termino exclusión por dos motivos en primer lugar, porque la exclusión suele llevar a que al menos una de tas partes que participan del conflicto no tenga disposición a negociar, sea porque su condición de excluida ha hace inflexible, sea porque su condición de excluyente ya muestra de por sí que no le concede derecho a su contraparte.

En segundo lugar, porque la exclusión es de por si una forma de violencia, y nos permite sostener que existen formas de violencia estructural que pueden provocar respuestas de violencia por parte de determinados sectores expuestos a ella. Importa, en consecuencia, determinar en qué medida o de qué manera la elaboración violenta de los conflictos sociales constituye una respuesta, una expresión o un producto de la violencia implícita en las estructuras excluyentes, sean éstas propias de un estilo prevaleciente de desarrollo o de modelo dominante de gobierno,

PRIMERA VIOLENCIA ESTRUCTURAL:

DESARROLLO CON EXCLUSION

Mucho se ha escrito sobre el estilo de desarrollo prevaleciente en América Latina para el periodo 1950-1980, durante el cual se combinaron altos y sostenidos ritmos de crecimiento económico con una distribución de ingreso particularmente inequitativa. Mientras el crecimiento anual del producto bruto se ubicó durante dicho periodo por encima de los de Estados Unidos y Europa Occidental con un promedio del 5.7%, la pobreza sólo se redujo desde el 50% del total de la población de la región, al 33% en 1980. Si se considera el caso de Brasil, que entre 1980 y 1980 registró un altísimo promedio anual de crecimiento, comprobamos que a lo largo de esos veinte años el 10% de los más ricos de la fuerza de trabajo ha logrado aumentar su participación en el Ingreso desde e] 40% hasta el 50%; en cambio, e! 50% más pobre vio reducido su modesto 17% a sólo el 12% en 1980.

Si se considera el crecimiento demográfico durante el periodo en cuestión, resulta entonces que el volumen total de pobres era mayor al final de estos treinta años de crecimiento económico intensivo que al principio. Esta situación se agudizó, sin duda alguna, durante los años 80, “década

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