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Como me volví RICO


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2021  •  Tutoriales  •  20.686 Palabras (83 Páginas)  •  81 Visitas

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Como me volví Rico

¿Qué tan seguro estas de lo que realmente quieres?

Empezamos y terminamos la segunda etapa de nuestra vida planificando muy por encima lo que creemos querer ser y luego de darnos la cara contra la realidad decidimos aferrarnos al conformismo colectivo, donde sin darnos cuenta nuestra vida acaba en ese mismo momento.

Mi vida no es un ejemplo a seguir, pero solamente me veo en la necesidad de contarla, si puedo ayudarte de alguna manera me considerare una persona realizada en ese aspecto. Siempre fui muy malo para las fechas, malo para recordar caras, malo para muchas cosas y en síntesis para todo lo que no me importaba. El dato que te voy a dar a continuación no lo tomes a la ligera porque oculta dentro de su avariciosa niñez una de las claves más importantes. De chico cuando solo tenía 13 años, con acceso a internet y una computadora en un lapso de 2 años me convertí en uno de los mejores jugadores de Latinoamérica en un juego online, algunos dirían que fue el resultado de sacrificar una vida social e internarme largos periodos de tiempo frente a una computadora, pero aun con esa teoría.

¿Cuál es la diferencia entre dos personas que hacen las mismas cosas y obtiene resultados distintos?, incluso me daría el lujo de complejizar más la pregunta. ¿Cuál es la diferencia entre una persona que consigue algo y otra que realiza el doble (y en algunos

casos hasta más del triple) de esfuerzo y no consigue llegar ni a la mitad del resultado? ¿La suerte?

¿Qué tan cierto es que nosotros fabricamos nuestra propia suerte?

Cuando tenía 15 años detrás de mi deje el rastro de que indiscutiblemente permitía a las personas darse cuenta de que verdaderamente era malo para las matemáticas, no tenía una memoria privilegiada, poseía un claro déficit de atención, horrores de ortografía y en resumidas cuentas una deteriorada disciplina de vida.

Había terminado mis estudios en una escuela pública a duras penas, después de haber pasado por una escuela privada en la cual luego de 6 años no pude terminar. Cuando finalmente estaba listo para decidir que quería estudiar, no tuve mejor idea que entrar en una escuela técnica, como sabemos o podemos imaginar conlleva una dificultad de estudio claramente más alta que lo normal, con una carga horaria mayor, quiero aclarar que fue decisión propia, o talvez un suicidio a mi cerebro.

Quería ser diseñador gráfico, no por que conociera la profesión, no sabía de nadie que trabajara de eso, simplemente era un nombre moderno para una carrera, me llamaba la atención poder decir que yo era diseñador gráfico.

Claramente mi poco entusiasmo ayudado con el tiempo se encargaron de hacer pedazos esta idea, a medida de que la escuela técnica moldeaba a trompadas mi idea de lo que era la disciplina y el trabajo duro, golpe tras golpe me fui dando cuenta de que lo que

quería era ser arquitecto, un título sin dudas más prestigioso que el anterior, además estaba estudiando para ser maestro mayor de obras, mis profesores eran arquitectos y nos hablaban constantemente de la profesión, con anécdotas, chistes y demás, a tal punto que el 90% de mis compañeros de clase aspiraban al mismo objetivo.

Cuando el primer año en mi nueva escuela termino conseguí llevarme a diciembre 11 de las 12 materias que había cursado ese año, pero fue en ese punto donde en realidad me di cuenta de la verdadera diferencia que hay entre una persona que consigue algo y otra que por más que se esfuerce haciendo el doble del trabajo no logra ningún resultado, el querer algo. Puede parecer absurdo y una simple cita a los que profesan la auto motivación, pero tiene un significado un poco más complejo que ese.

Porque yo quería ser arquitecto y para conseguir esto era indispensable recibirme en la escuela técnica, logre algo que para la mayoría de las personas no es algo imposible, pero si es algo que no harían y no solo eso esta era una meta a largo plazo lo que significaba que tenía que hacer un esfuerzo constante. Los siguientes 2 años vinieron acompañados de una motivación enfermiza que me permitieron lograr una de las metas más importantes de mi vida a nivel personal. Esto en sí, puede parecer incomprensible, pero si tenemos en cuenta los pensamientos y prioridades de una buena parte de las personas, deja de ser un logro tonto y banal, pasando a un plano un poco más importante, después de todo solo tenía 18 años.

Una segunda cosa que quiero aclarar antes de continuar, es que me resulta irritante hablar sobre mí, porque cuando uno da rienda suelta a una descripción de sí mismo con una inclinación a favorecerse, por más humilde que sea, el ego es siempre quien va a hablar, dejando de lado mi victoria personal e incitando a mi ego a continuar, me convertí en uno de los mejores promedios, por consiguiente abanderado esos últimos años.

Un gran cambio, ¿No les parece? Bueno, dejemos de lado lo académico y concentrémonos en algo un poco más divertido.

El futbol nunca me gusto, si sé que esta frase para muchas personas que lean este libro puede resultar una muy certera puñalada al corazón, quizás no tan exagerado, pero si un hecho desconcertante para las personas que me conocieron desde los 18 años en adelante, decir que el futbol nunca me gustaría era juzgar sin pensar, hasta los 17 sin coordinación alguna, falta absoluta de reflejos normales, un carecimiento importantísimo de talento y habilidad, resultaba ser un peligro no solo para los pies de los jugadores enemigos sino también para los de mi propio equipo, hablando de esta manera tengo la impresión de que no es un deporte sino una guerra.

Un día, aproximadamente entre las 15 y las 15:30 de la tarde, me encontraba sentado en el sillón de mi casa, era sábado, no tenía las energías suficientes como para levantarme y hacer algo productivo, o talvez, solamente no quería hacerlo, después de una rápida y fallida expedición por los canales que solía ver de manera habitual, me decidí a ver los canales que no miraba jamás, una muy apagada

voz que recordé decir, ¨el cambio es bueno…¨, en cierta medida, me dije en voz baja.

Al Pasar por los canales de programación antigua decidí no ver un programa que no estuviera a colores, los de cocina eran llamativos después de todo no me desagradaba cocinar, pero no había comido nada y hubiera sido una tortura a mi estómago. Finalmente encontré un partido de futbol, pero tenía algo diferente, algo que no había visto antes en ningún otro, lo primero que note fue que el color del pasto era raramente muy verde, como si no fuera real y no solo eso, el juego era fluido, casi sin interrupciones. Hasta que escuche nombrar un apellido familiar para mi oídos , Messi, mi mente convulsiono intentando recordar cual era el equipo en el que jugaba, pero el locutor seso los halagos un momento para decir, ´El Barcelona que cuenta en el banco con, pinto, milito…´, y fue cuando recordé varias cosas que había escuchado de ese equipo, enamorado completamente del juego que estaba viendo decidí empezar a jugar a la pelota, a partir de esa decisión comencé a utilizar cada momento, cada rato libre que tenía lo dedicaba a practicar, termine descociendo una buena cantidad de zapatillas y pelotas de futbol.

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