Comunicacion Familiar
meilys98178 de Marzo de 2014
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5 Cómo lograr una comunicación efectiva y positiva con los
hijos.
Ya se ha enfatizado el hecho de que el desarrollo de una verdadera comunicación entre los miembros de una familia, es uno de los medios que más contribuyen a desarrollar relaciones interpersonales positivas.
Partiendo de ese principio, los padres deben establecer como una de sus prioridades el lograr crear condiciones que les ayuden a comunicarse efectivamente con sus hijos.
En ocasiones no se da importancia a la creación de un ambiente que propicie la comunicación franca y abierta, hasta que se presentan los momentos de crisis, o las épocas particularmente difíciles, como la preadolescencia o la adolescencia.
Esperar a que aparezcan las crisis para tratar de iniciar procesos de comunicación es algo muy arriesgado y poco eficaz. Por lo mismo, los padres deben estar conscientes de que es necesario sembrar para poder cosechar, y esa siembra se tiene que realizar, en forma continua, desde las primeras etapas del desarrollo de sus hijos.
A. Recordando lo básico.
La comunicación es la base de toda relación humana, por lo mismo, todos los seres humanos somos capaces de comunicarnos, sin embargo, habrá que preguntarse ¿de qué manera nos estamos comunicando y cuáles son las consecuencias de esa comunicación?
Una verdadera comunicación implica diálogo, es decir, que se habla y se escucha, pero sobre todo esto último: se escucha, no solamente se oye, sino que se ponen en juego los oídos y la mente. Se busca: captar, comprender, sintonizarse con lo que la otra persona está queriendo decir, no solo a través de sus palabras, sino también por medio de su cuerpo, sus actitudes, miradas, e incluso, por medio de sus silencios.
Los padres tienen que darse la oportunidad y tomarse el tiempo necesario para hacer un alto en el camino, y analizar la forma como se están manejando los momentos de comunicación con cada uno de los hijos.
Es válido preguntarse si esos momentos realmente son de dialogo, o se han convertido en un monólogo, en sermones, en críticas o en regaños.
Al analizar la realidad que están viviendo en los procesos de comunicación con los hijos, deben surgir cuestionamientos como: ¿Qué consecuencias están surgiendo como resultado de esa comunicación? ¿Los padres están realmente escuchando lo que los hijos les quieren decir?
B. Por qué falla la comunicación con los hijos.
Muchas veces los problemas son un simple resultado que era de esperarse, pues simplemente son el fruto lógico de lo que se ha ido sembrando durante el proceso de desarrollo de los hijos.
Suele suceder que cuando los hijos son pequeños, los padres no les prestan suficiente atención, pensando que llegará un momento en el que podrán hablar con ellos de adulto a adulto y entonces sí se podrán comunicar de una manera adecuada.
Partiendo de esa idea, tratan a sus hijos pequeños como individuos sin voz ni voto, e incluso se muestran molestos cuando los niños tratan de expresar alguna idea, enfatizando en el hecho de que “las conversaciones son entre adultos” y los niños deben retirarse y callarse, para que no interrumpan ni molesten.
Les hacen sentir que todo lo que dicen es irrelevante, y en ocasiones dan más importancia al programa de televisión que están mirando, o al periódico que están leyendo, que a lo que el hijo les quiere comunicar. Se demuestra a los niños, una y otra vez, que hay muchas cosas tienen mayor prioridad que dedicar tiempo a escuchar al hijo, o prestar atención a lo que éste quiere preguntar o compartir.
Cuando ese tipo de comportamientos por parte de uno o ambos padres, se presenta en forma repetitiva, los hijos se dan cuenta de que no les resulta positivo buscar la opinión o el consejo de sus padres y aprenden a guardarse sus inquietudes y pensamientos, procurando acudir a sus amigos para comunicarse, sentirse escuchados y tomados en cuenta, y de esa manera, poco a poco, de forma casi imperceptible, se va construyendo un muro, una barrera que marca distancia entre padres e hijos impidiendo el flujo de la comunicación.
A veces los padres consideran que les es más cómodo dejar que sus hijos sean atendidos por alguien más, procurando que sean otros quienes los escuchen, los entretengan, jueguen con ellos, los hagan reír o los consuelen; porque consideran que las preocupaciones de sus hijos, son cosas de niños, y ellos como padres, tienen cosas más importantes que hacer.
Desgraciadamente, los padres muchas veces no se dan cuenta de eso hasta que ya es demasiado tarde, es decir, cuando comienzan a aparecer las situaciones problemáticas y las crisis, particularmente durante la adolescencia.
Al llegar los momentos de crisis, algunos padres reaccionan y quieren abrir caminos de comunicación en donde se han estado levantando barreras, encontrándose con que están a destiempo, pues los muchachos van entrando en un proceso, que en forma natural, los lleva a marcar una sana distancia con sus padres, para ir forjando su propia identidad, y por lo mismo, los esfuerzos de los padres por tratar de acercarse, no encuentran el eco requerido.
Si se hace un análisis honesto de este tipo de situaciones, no debe resultar extraño que los hijos, especialmente al llegar a cierta edad, encuentren difícil y hasta molesto el comunicarse con sus padres. Por eso es muy importante sembrar un ambiente de apertura y receptividad, para poder cosechar disponibilidad y confianza por parte de los hijos.
C. Cómo abrir caminos de comunicación.
“Querer formar caminos de comunicación cuando los hijos están en plena crisis resulta sumamente difícil, por eso es importante adelantarse y comenzar a desarrollar la apertura, la confianza y la comunicación desde mucho antes”.
“Entre los medios que hay ayudado a algunas familias a establecer una comunicación abierta con sus hijos, desde que éstos eran pequeños, se pueden citar los siguientes:” (6)
* Contar con momentos especiales. Definir tiempos específicos, dedicados totalmente a “platicar en familia”
* Aprovechar oportunidades. Capitalizar situaciones como las charlas de sobremesa para dejar que los niños hablen, sin que los interrumpan ni los adultos, ni sus hermanos y dando oportunidad a todos.
* Enfoque total. Cuando un hijo de manera espontánea se acerca a hablar con alguno de sus padres, dejar lo que se está haciendo y hacer contacto visual con él para escucharlo atentamente, demostrándole que lo que tiene que decir es realmente importante para sus padres.
* Tiempos individuales. Propiciar ocasiones para estar a solas con cada hijo en particular, y en forma espontánea pedirle que platique algo que sea de su interés: su deporte favorito, sus amigos, la película que vio.
“Existen muchos más, pero lo importante es que esto no ocurra una vez, sino que se repita muchísimas, en forma consistente. De esta manera, cada uno se sentirá importante, elevará su autoestima, establecerá una relación de confianza con sus padres y aprenderá que es posible un dialogo sin temor, porque no se le va a juzgar ni a regañar, simplemente se le va a escuchar.:” (7)
(6) Zuloaga, Jorge y Franco de Zuloaga, Norah. Adolescencia ¡Padres en acción! México: Mc. Graw Hill 2002, Pág., 14 y 15
(7) Ibíd. Pág. 15
4.5.6 Cómo comunicarse con un hijo adolescente
Resulta incomprensible para los padres los padres de adolescentes, el constatar que sus hijos prácticamente no hablan cuando están con ellos; pero cuando se comunican con sus amigos, sufren una verdadera transformación pues ya sea por teléfono o personalmente, hablan sin parar y el tiempo les resulta insuficiente para expresar todo lo que traen en mente.
Una mamá comentaba que cuando lleva a su hija con sus amigas a una reunión, su automóvil parece un auténtico “mercado sobre ruedas”: todas hablan al mismo tiempo, platican entre sí sobre infinidad de temas y prácticamente no hay un segundo de silencio. Sin embargo, cuando va en el auto solamente con su hija, impera el silencio; si la mamá no habla, no habla nadie, pues la adolescente no parece tener tema de conversación, ni interés por hablar y cuando se ve forzada a hacerlo, da respuestas cortas, utilizando las menos palabras posibles, como si le cobraran una cuota por palabra empleada.
Para algunos padres resulta difícil sostener una conversación con sus hijos adolescentes. No porque los padres no quieran conversar, sino porque parece que los adolescentes sienten una especie de “alergia” a hablar con sus padres, por lo que evitan a toda costa que las pláticas vayan más allá de lo indispensable y para lograrlo, han desarrollado el ingenioso arte de responder con gruñidos, ruidos extraños y monosílabos de múltiples usos como el mmm... y el “okey”.
Parece ser que esa cultura de incomunicación con los padres va en aumento. ¿Qué es lo que está pasando? Estudios de investigación revelan que los niños y jóvenes actuales son más dependientes de sus amigos y compañeros de lo que sus predecesores solían ser. Por lo mismo: hablan más con sus amigos, creen en lo que ellos dicen y los imitan, especialmente copiando sus comportamientos de falta de respeto a la autoridad, a las normas, a los buenos modales y al cumplimiento del deber. Eso los predispone a evitar hablar con
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