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Confesiones De Un Sicario


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2014  •  1.821 Palabras (8 Páginas)  •  417 Visitas

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Confesiones de un sicario

La violencia extrema que ejerce es una violencia de aniquilación, de supresión de la existencia - la existencia del otro- como la manera rápida de acumulación de ganancia, de territorio y por ende de poder, los sicarios actúan bajo esa instrucción. Y saben que eso dura poco, como el instante de jalar el gatillo o soltar el batazo homicida. Su lógica por tanto es mandar o morir, dominar u obedecer. Qué más da, una hora, unos días, cinco años. Una bala o una ráfaga, miles de disparos ciegos o un tiro de gracia. No tiene tiempo ni instrucciones para negociar o mediar, su tarea es una: aniquilar. Esta obra nos explica la forma de vida que llevan todos, como si fuera un ciclo así como el pescador impedido a salir al mar por que ésta ocupado por las cargas indeseadas; el campesino obligado a sembrar lo que la mafia indique; el abarrotero sometido al pago de la cuota que lo coloca en la quiebra; el migrante que paga por malpasarla en las estaciones de paso en su ruta hacia E.U. o que queda inerte en las matanzas atroces. El empresario rendido a los cobros criminales, a la amenaza de los plagios, a la infiltración en sus negocios. Los sicarios y los policías acudieron a la misma escuela; los soldados y los matones compartieron instructores e imitan mutuamente destrezas y mañanas, también las formas eficaces para doblegar con el castigo. Donde se han educado los sicarios si no es en las técnicas del dolor y la crueldad de las policías, reconvertidas por la criminalidad con la dosis de resentimiento social y venganza. La historia de la crueldad contra el enemigo no ha sido escrita solamente por la pólvora criminal.

El arrasamiento de comunidades rurales, la violación de las mujeres, el levantamiento indiscriminado de pobladores para torturarlos, destrozarlos y exigirles las confesiones inconfesables, se convirtió entonces en el modelo de operación aceptado y en la escuela de impartición de justicia que acumulo en sus aulas a centenas de muchachos desaparecidos, otros tantos asesinados y miles de familias deshiladas, hoy en día asusta la crueldad de los sicarios. Un sicario tiene un manual y no obedece instintivamente a la monstruosidad de un poder exógeno (narco) si no a la imposición de un modo violento. Los sicarios y los capos tienen más miedo a ser traidores al narco que trasgresores de las leyes instituidas, la amenaza es la ejecución no la reclusión.

La historia comienza cuando Drago dice “Lo único que se hacer es matar”. El platica como los mataba de forma lenta y dolorosa, para una ejecución en vía publica se una desde un arma nueve milímetros hasta un cuervo de chivo, mientras que para una ejecución en privado se utiliza un bale de acero, con el que se corta la cabeza, o la navaja de costilla, con la que previamente se tortura a quien también ha sido golpeado por con un bate de béisbol, hay quienes piensan que entre más ruido haya es mayor el pavor, el cree que sin balas es mejor. Fue sicario y primer lugarteniente de un cartel mexicano dedicado al narcotráfico. La mayoría de sus recuerdos de niño son culeros: “me duele mucho hablar acerca de mi familia sanguínea. La última vez que vi a mi jefe, y aquí hablo de mi jefe de sangre, lo amenacé con un cuchillo: yo tenía nueve años y le dije que lo mataría si seguía golpeando a mi mamá. Tres años antes, cuando yo tenía seis años, fui violado. Aunque no quiero platicar sobre esto, no sé por qué tengo la sensación de que al hacerlo me sentiré mejor. Arrastro este dolor desde hace mucho tiempo: fui violado muchas veces, no por un hombre ni por un niño mayor, fui violado por mi tía”.

Dejo de ver a su familia a los 12 años de edad, durante mucho tiempo robo carros y a los 15 años empezó a secuestrar. Tenía 16 años la primera vez que mato. El refiere que lo hizo por reflejo, e inmediatamente después de disparar se me secó la boca, se me quitó el hambre y las manos empezaron a temblarme. Durante una semana no pude dormir, escuchando los gritos del hombre que maté aquel día. Fue por ese delito que lo metieron al tutelar de menores y conoció al hijo del comandante, con quien termino de madrina, tiempo después conoció a la organización de criminales más pesadas del norte de México, el relata que al principio su trabajo consistía en matar, luego escalo a jefe de sicarios, llego a tener más de 100 pistoleros.

No sabe a cuantas personas mato, pero sin duda fueron las necesarias para mantenerlo en la cárcel, lo que le llegaron a pagar 50 mil dólares. Los asesinatos comunes no se piensan son enfrentamientos sin premeditación, pera las ejecuciones estratégicas se planean durante mucho tiempo, los accidentes son inevitables basta con parecerse alguien o estar a la hora equivocada en el lugar equivocado. Él dice que un soldado de organización no hace preguntas, un soldado obedece. Aunque no es ningún descubrimiento, la verdad es que en este negocio trabaja mucha gente del gobierno. Por eso lo que deben reconocer los presidentes es que ellos mismos no son sino seres gobernados por la industria del narcotráfico, que no son sino gatos del mercado. Lo que deberían reconocer los presidentes de México

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