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Confinamiento en Cocoyoc


Enviado por   •  14 de Febrero de 2023  •  Ensayos  •  709 Palabras (3 Páginas)  •  129 Visitas

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        Confinamiento en Cocoyoc

Hoy desperté angustiada, el calor de Cocoyoc anuncia que está cerca el verano. Esta mañana avivé mi mente cargada de recuerdos del pasado, de un año que sorprendió al mundo, el 2020, un año que muchos decidieron sacar del siglo XXI. De la milenaria China surgió un dragón con miles de coronas y estaba decidido a acabar con el planeta. En las redes sociales leíamos a la gente preguntarse, como, Joaquín Sabina, ¿quién me ha robado el mes de abril?, por ser el mes más oscuro de ese año.

 Las religiones hablaban del apocalipsis, ecologistas y defensores del medio ambiente era una parada para salvar el planeta. Se hablaba de guerra bacteriológica, de potencias mundiales enfrentadas, todo ello me traía más y más recuerdos, un nuevo holocausto nos amenazaba. Era una guerra sin bombas, sin armas, pero el efecto era devastador: miedo, pánico, incertidumbre y un confinamiento.

Fue un hecho inesperado que develó lo vulnerable que somos como humanos, nuestras instituciones, las decisiones del Estado. Un año de increíbles superhéroes, que dejaron una imborrable huella, verdaderos soldados que valientemente se enfrentaron, indefensos a un terrible monstruo llamado Covid-19. Recuerdo que todo se inició en Asia, devastando en pocos meses tres países de Europa. América se sentía libre, pero pronto la cundió el pánico.    

Mis padres decidieron que nos trasladaríamos a Cocoyoc, donde teníamos una casa grande, hermosa con una gran alberca, que solíamos disfrutar en vacaciones y donde mi hermano y yo pasamos momentos irrepetibles de nuestra niñez y adolescencia. Cuando llegamos, recorrimos sus jardines y me sorprendió ver la alberca vacía, sí, no tenía agua pero estaba llena de recuerdos que, como una lluvia de fotografías comenzaron a llenarla en ese instante.

El calor de Cocoyoc me trasladó a los años que vivimos en Monterrey, también allí, disfrutábamos de la alberca, llena de un placer indescriptible, unión familiar, de fines de semana con mis padres y hermano, nadábamos, escuchábamos las canciones de Rosan, en especial el tema “fuego lento”. Mi hermano y yo nos divertíamos con un perro llamado Frida. Pero, esta unión familiar del 2020 está llena de miedo, de incertidumbre, de desesperanza.

Pasadas unas dos semanas en Cocoyoc, me di cuenta que distanciarnos del mundo, de nuestra cotidianidad en la capital, nos unió más como familia. La cuarentena renovó mi relación con mis padres, era como un redescubrirnos porque, desde que estábamos mi hermano y yo muy pequeños, ellos viajaban mucho por exigencias laborales. Crecimos con la alberca afectiva vacía, la llenaba el cariño y amor de nuestra abuela, la que compartió con nosotros, tal vez los mejores años de nuestras vidas.

La casa de Cocoyoc, como no era nuestra casa principal, tenía el mismo vacío de la alberca. Era como un doble distanciamiento, el social y el de la casa. Era una casa sin huella, no habían fotos, ni cuadros, muchos viajes, mucho trabajo de mis padres, a veces nos sentíamos extraños. Tal vez Mario Benedetti tuvo razón cuando escribió “La vivienda no es sólo un bien inmobiliario, es también una forma de consolidación espiritual”.

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