Control, el cual consiste en una verificación de resultados, no de su valoración (lo que constituiría una evaluación).
PATY8211Apuntes10 de Abril de 2017
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LA EVALUACIÓN
1.- CONCEPTO
Sin duda alguna, el tema de la evaluación es uno más discutidos fenómenos en los contextos del trabajo social y educativo y ella, no debe ser entendida como un proceso aislado, sino muy por el contrario, puesto que a la vez que es un insumo que orienta la acción, es también un proceso de aprendizaje y mejora que acompaña toda la vida de una política social. O sea, la evaluación se constituye en una herramienta de utilidad para la toma de decisiones.
De un muy general modo, es posible señalar que el término evaluación es una palabra flexible que posee usos diferentes y que puede aplicarse a una muy variada gama de actividades humanas. Considerada en su acepción más amplia, la evaluación, de acuerdo a señala la Real Academia Española: es “señalar el valor de una cosa”. Mientras que, para el Diccionario del Español Actual, evaluar significa “valorar (determinar el valor de alguien o de algo)”.
Como un inicial acercamiento a la claridad conceptual del término, es posible decir que la palabra evaluación, designa el conjunto de actividades que sirven para dar un juicio, medir “algo” (un objeto, situación, proceso) o hacer una valoración, de acuerdo con determinados criterios de valor con que es emitido dicho juicio. Es posible distinguir cómo, en nuestra vida cotidiana, permanentemente nos encontramos “valorando”, sobre todo cuando ponderamos las acciones y decisiones que tomamos. Esas, corresponden a formas de evaluación informal, ya que no necesariamente encuentran su base en una suficiente y adecuada información, ni tampoco pretenden ser objetivas ni válidas. Pero, cuando se quiere o requiere evaluar actividades profesionales o determinados servicios, no basta la evaluación informal y es preciso recurrir a formas de evaluación sistemática que, utilizando un procedimiento científico, nos otorgan garantía de validez y fiabilidad necesaria.
NO DEBEMOS CONFUNDIR LA ELAVUACIÓN CON….
- Control, el cual consiste en una verificación de resultados, no de su valoración (lo que constituiría una evaluación).
- Medición, referido a la extensión y/o cuantificación de algo, pero sin determinar su valor.
- Seguimiento, que es el proceso analítico para registrar, recopilar, medir y procesar una serie de información que revelan la marcha o desarrollo de un programa y que asegura una retroalimentación constante para una mejor ejecución del mismo.
- Estimación, que tiene un carácter aproximado y una carga subjetiva, ya que no implica exigencia metódica y formal como la evaluación sistemática.
Lo anterior conviene precisarlo, debido a que en el ámbito de los servicios, programas y proyectos socioeducativos, existen una serie de términos que son empleados con frecuencia y que –en ocasiones- se utilizan de forma similar al de evaluación, siendo necesario precisar y diferenciar su alcance.
Aguilar y Ander-Egg (1994:18), quienes apoyados en una sucesión de consideraciones de diversos autores (Stufflebeam, Pineault y Daveluy y Weiss), determinan lo que llaman una definición operativa respecto de la evaluación y señalan:
“La evaluación es una forma de investigación social aplicada, sistemática, planificada y dirigida; encaminada a identificar, obtener y proporcionar de manera válida y fiable, datos e información suficiente y relevante, en que apoyar un juicio acerca del mérito y el valor de los diferentes componentes de un programa (tanto en la fase de diagnóstico, programación o ejecución), o de un conjunto de actividades específicas que se realizan, han realizado o realizarán, con el propósito de producir efectos y resultados concretos; comprobando la extensión y el grado en que dichos logros se han dado, de forma tal, que sirva de base o guía para una toma de decisiones racional e inteligente entre cursos de acción, o para solucionar problemas y promover el conocimiento y la comprensión de los factores asociados al éxito o al fracaso de sus resultados"[1].
Así entendida entonces, la evaluación corresponde a una menara de investigación aplicada, cuyo procedimiento general es basado en los requisitos del método científico, siguiendo los lineamientos generales de la investigación científica. Asimismo, se trata de un asunto que está centrado en el enjuiciamiento de procesos y de resultados de lo que se ha hecho, se está haciendo o se va a hacer, valorándolo y apreciándolo ya sea cuantitativamente y/o cualitativamente. Señalan también los autores que, en la práctica, toda evaluación permite el análisis de determinadas áreas de coherencia interna y externa, lo que ha de depender de cada caso concreto, con relación al momento de la evaluación. Es decir, si los programas se están ejecutando o si ya se han ejecutado, según las necesidades e interés del desarrollo de la investigación.
Entonces, de acuerdo a lo anterior, el concepto de evaluación lo podemos definir del siguiente modo:
“Proceso de operación continua, sistemática, flexible y funcional, que al integrarse al proceso de intervención profesional, señala en qué medida se responde a los problemas sobre los cuales interviene y se logran los objetivos y las metas; describiendo y analizando las formas de trabajo, los métodos y técnicas utilizadas y las causas principales de logros y fracasos” (Tobón, 1986: 258)
La evaluación permite valorar y medir desde la perspectiva cualitativa y cuantitativa los procesos de intervención social, de un modo gradual y sistemático, es posible identificar los alcances, logros, obstáculos y limitaciones que se presentan, así también como proponer acciones correctivas para modificar, reestructurar y/o reorientar los rumbos del propio proceso y los resultados de una evaluación, como cualquier producto de un proceso de investigación aplicada por tanto, componen un nuevo conocimiento práctico .entonces, la evaluación busca conocer “para hacer, para actuar, para construir, para modificar” (Padrón, 2006) y así, de esa manera, contribuye a construir un futuro deseado con relación a una determinada política o programa social.
A través de la evaluación, se pretenden establecer los cambios que se deben buscar y por qué, cómo y en qué medida se producen esos cambios deseados, además el grado en que se alcanzan los objetivos que se han propuesto, también la necesidad de modificar las acciones propuestas, la eficacia del programa y/o proyecto que se está evaluando y en qué manera ha de ser modificado si se requiere y, para ella, se requiere un proceso metodológico que debe responder a una serie de interrogantes que permitan dimensionar la razón de ser de dicha herramienta, para lo cual habría que plantear:
- ¿Para qué evaluar?
- ¿Qué evaluar?
- ¿Cuándo evaluar?
- ¿Quién evalúa?
- ¿Cómo evaluar?
Y, la respuesta a cada pregunta, pretende que la evaluación sea pensada y repensada realmente como un procedimiento sistemático, diseñado técnicamente y operativo para la ejecución de la práctica profesional y los fines de investigación social que se planteen como necesarios para la intervención del trabajo social.
2.- CARACTERISTICAS
Las características más relevantes de la evaluación, que fueron planteadas en la definición operativa propuesta por Ander Egg y que vimos en forma precedente, es la que a continuación desglosaremos y veremos con mayor detalle[2]:
- Es una forma de investigación social aplicada: la evaluación, en cuánto investigación social, consiste en aplicar el método científico al conocimiento de un aspecto de la realidad y, en cuanto investigación aplicada, se trata de aplicar el método científico para valorar la aplicación de estrategias cognitivas en la adquisición de conocimientos o de estrategias de acción de cara a lograr determinados propósitos. Si queremos decirlo en otras palabras, nos referimos a que: no es un conocer para actuar (como es la investigación aplicada), sino un conocer para mejorar las formas de actuar.
- Sistemática, planificada y dirigida: ello, puesto que emplea procedimientos que se basan en las necesidades y exigencias del método científico. O sea, de lo que se trata, es de estudiar de manera consciente, organizada y con una intencionalidad expresa un aspecto de la realidad y, ese estudio, no corresponde a un conjunto de recetas, sino que a establecer una estrategia dentro de un proceso que tiene una direccionalidad clara y para cuyo logro se establecen con antelación, los más racionales cursos de acción.
- Que se encamina a identificar, obtener y proporcionar de manera válida y fiable información: el proceso de enjuiciar algo, es evaluación y, para ello es necesario primeramente conocer ese objeto que se ha de evaluar. De ahí, que el proceso evaluativo implique y lleve aparejado tareas de identificación de información (qué se va a evaluar), de obtención de dicha información (mediante técnicas de investigación social) y de difusión de la misma, a los actores sociales interesados o a los responsables que han solicitado el estudio evaluativo. Sin embargo, la tarea de recoger y sistematizar datos no puede hacerse de cualquier manera, puesto que es necesario que los procedimientos empleados cuenten con determinadas exigencias de fiabilidad y validez, con la finalidad de que los resultados de la evaluación sean justificables y lo más objetivos y precisos posible.
- Así como, datos e información suficiente y relevante en que apoyar un juicio: Evaluar es siempre “señalar el valor de una cosa”, o lo que es igual, emitir un juicio de valor. No se trata de ponderar o enjuiciar algo con criterios subjetivos, de ahí que los resultados y juicios o valoraciones realizadas deban apoyarse en datos e información pertinente. La pertinencia de dicha información viene dada por su relevancia, o sea, por la relación que guarda con las decisiones a las que pretende servir la evaluación. Y por su suficiencia, esto es, que la información no debe ser ni excesiva (estudiar hechos innecesarios o poco significativos) ni insuficiente (lo que impediría establecer un juicio adecuadamente fundamentado).
- Respecto del mérito y el valor: Puede ser que exista un programa meritorio sin valor. Ahora, si bien toda actividad que tenga un valor debe ser, además meritoria, con la evaluación de un programa lo que se pretende establecer y juzgar, es tanto el mérito como el valor del mismo.
- De los diversos componentes de un programa (tanto en la fase de diagnóstico, programación o ejecución): se hace precisa esta aclaración, en vista de que muchas veces se identifica la tarea de evaluar con una acción a posteriori de algo ocurrido. La evaluación de programas sociales puede realizarse tanto en el diagnóstico (la evaluación de necesidades, por ejemplo, o la jerarquización de problemas), como en la fase de programación (es el caso de las evaluaciones ex-ante o evaluaciones del diseño de un proyecto) y en la ejecución (evaluación en curso, continua, etc.). Además, la evaluación también puede hacerse una vez que el programa o el proyecto han finalizado (evaluación de impacto). Por lo tanto, si bien la evaluación, como fase de la estructura básica de procedimiento, ocupa un lugar posterior a la programación y ejecución en la mayoría de las ocasiones, se trata de un elemento a considerar en las distintas etapas, siempre que haya que realizar un juicio o valor de algún aspecto o componente del programa a ejecutar, apoyado en información recogida sistemáticamente.
- De un conjunto de actividades específicas que se realizan, han realizado o realizarán, con la finalidad de producir efectos y resultados concretos: la existencia de un proyecto o de un programa para realizar la evaluación, no es indispensable. El que exista un conjunto de actividades específicas que se organizan para lograr un determinado fin, son suficientes para la acción de evaluar. Por tanto, para realizar una evaluación sistemática no existen requisitos respecto a la complejidad y organicidad de las acciones, basta con que éstas se realicen persiguiendo un objetivo concreto especificado de antemano. Dicho en otras palabras, toda aquella actuación encaminada a lograr ciertos efectos o producir unos resultados es susceptible de evaluarse de manera sistemática.
Cuando se habla de “producir efectos y resultados concretos”, hay que tener en cuenta una doble dimensión en esos propósitos:
- Por una parte, valorar el logro de los objetivos propuestos en un programa, servicio o actividad;
- Por otro lado, valorar asimismo, en qué medida se satisfacen las necesidades de los usuarios, beneficiarios o destinatarios del programa, servicio o actividad.
Por tanto, de lo anterior se deriva el sentido de utilidad que debe tener la evaluación y la intrínseca relación que debe darse entre la evaluación y la práctica administrativa y las necesidades de los usuarios o destinatarios.
- Comprobando la extensión y el grado en que dichos logros se han dado: o sea se pretende, con el proceso de evaluación, dar cuenta sobre el modo o forma en que se ha llevado a cabo algo, además del grado en que dichas acciones han producido efectos o resultados concretos. Cuando se habla de “grado”, a lo que se refiere es tanto a la cuantificación, extensión o magnitud de un efecto o consecuencia, como a su profundidad, sea que se trate de evaluar una acción, un recurso o servicio, un resultado o lo que fuere.
- De forma tal, que sirva de base o guía para una toma de decisiones racional e inteligente entre cursos de acción: La investigación evaluativa solamente posee sentido si está enfocada en la toma de decisiones. En efecto, una evaluación que sólo sirva para ser archivada en una biblioteca o para decir que se ha evaluado algo, carece de sentido y no es justificable desde el punto de vista técnico e inclusive ético. La necesidad de la evaluación viene dada porque permite una retroalimentación acerca de lo que se está haciendo y los errores que se cometen o han cometido, a fin de que se puedan ir subsanando, mejorando o evitando en sucesivas ocasiones. Del mismo modo, es útil para prestar información objetiva que pueda dar fundamento a las decisiones de los responsables de un programa o proyecto, haciendo que disminuyan las posibilidades de fracaso del mismo. No se debe olvidar tampoco, en ese sentido, que la evaluación es un instrumento de utilidad que permite mejorar las políticas e intervenciones sociales, haciéndolas más eficientes y eficaces, pertinentes e idónea.
Lo que se quiere clarificar no es, que no se puedan tomar decisiones sin evaluación previa, pues lo que se está señalando, es que si lo que se pretende es conseguir una toma de decisiones que sea racional e inteligente, la evaluación se torna imprescindible, pues ella permitirá no sólo elegir la alternativa de acción más conveniente, sino que también corregir una estrategia de acción o modificar actividades previstas, en función de los cambios que se den y de los resultados que se quieren obtener.
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