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Corrosion Del Caracter - Sennet

diegomtzz8 de Enero de 2015

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En la obra, Sennett revisa los cambios que están transformando la experiencia laboral en

sociedades donde la movilidad a este respecto es casi compulsiva. Los efectos “corrosivos” de

esta movilidad en perpetua aceleración sobre el carácter de las personas son tratados

vívidamente gracias a la articulación casi literaria de una serie de historias laborales trabadas

en la historia intelectual del propio Sennett.

Algunas de las historias del libro retoman y continúan indagaciones anteriores del autor, otras

incorporan nuevas experiencias siempre desde el conocimiento directo del autor. De modo que

el libro a la vez que relata una transformación importante en las ideas sobre el trabajo del

mundo en que vivimos, testimonia de los cambios que el propio Sennett ha tenido que asumir

para entenderla.

En efecto, una de las formas privilegiadas de describir esta transformación se refiere a la

ilegibilidad con la que el mundo del trabajo se muestra a quien se aventura en él. Nadie parece

ya poder saber con un mínimo de certidumbre cuándo ha prosperado, ni qué supone una

promoción laboral; tampoco sabe nadie a ciencia cierta quién es el responsable ni cuánto

durará su relación laboral.

Como navegante antiguo con cielo nublado, por abundar en un paraje metafórico humanístico

muy frecuentado por el propio Sennet, quien trabaja hoy se encuentra a la deriva. Me parece

leer que, al mismo tiempo, este mundo se ha hecho algo ilegible para Sennett quien, con toda

la honradez que sólo se puede pedir a un maestro, no deja de hacer constar sus sorpresas

ante el sesgo que ha dado el capitalismo, que ha invalidado muchas de las convicciones acerca

del futuro del mismo. El capitalismo parece tener en la manga muchos más ases de los que

Marx previó. El último era impensable y, sobre todo, inquietante: ha llevado al límite la libertad

hasta “imponerla” al trabajador. ¿Dónde resistir? El carácter parece ser el último baluarte para

hacer frente a un régimen económico que se desvanece en el aire sin dejar de hacer sentir su

peso.

La reflexión que cierra el final del libro revela su esperanza en una resistencia que empieza en

el interior:

"Por lo tanto, mientras entraba y salía de las salas de conferencias, entre montañas de

limosinas y de policías en las montañosas calles del pueblo, me pareció que este régimen

podría la menos perder su control sobre las imaginaciones y sentimientos de los que están

abajo. He aprendido del pasado duro y radical de mi familia: si se produce un cambio, se da

sobre el terreno, entre personas que hablan por necesidad interior más que a través de

levantamientos de masas. No sé cuáles son los programas políticos que surgen de esas

necesidades internas, pero sí sé que un régimen que no proporciona a los seres humanos

ninguna razón profunda para cuidarse entre sí no puede preservar por mucho tiempo su

legitimidad." (p. 155).

Lo que la movilidad laboral suscita en sociedades donde el trabajo es un bien escaso y el

esfuerzo de todos se orienta a conservarlo es la ansiedad de la pérdida y la búsqueda, es decir

convoca una narrativa característica de cuento de hadas. Pero en una sociedad donde el

trabajo no escasea tanto como provoca la insatisfacción del fracaso, el efecto de la movilidad

es más complejo y sutil, toca un momento del ser humano que Sennett localiza en el carácter.

De este modo el juicio se ubica entre el exterior y el interior, esquiva la oposición entre ser y

parecer, y da a lo que vemos de los demás la dignidad de una modesta verdad; un rasgo de

carácter es a la vez propio y público, se ofrece con una legibilidad especial que no tiene ni

aspira a lo único de la personalidad, sino a ese rango de generalidad que admite el juicio, una 6

generalidad que no deriva del alcance de una definición, sino de la constancia y la permanencia

que percibimos en la experiencia del trato con los demás.

Sennett destaca el valor ético del carácter, inseparable de los tiempos largos, que encuentra

expresión en la lealtad, el compromiso, la capacidad de sacrificar lo inmediato en atención a un

deseo más pleno y abarcante. Hablar de carácter exige disponer de un tiempo ancho en el que

percibir el valor del comportamiento de los otros y en el que mostrar la amplitud del propio.

La ojeada sinóptica sobre nuestra vida laboral haría posible en estas condiciones el relato de

cómo hemos llegado a ser lo que somos, expertos conocidos y reconocidos como tales gracias

a una experiencia amplia, una historia de la que derivar incluso consejos y moralejas.

En un mundo de lo inmediato y del corto plazo, de la relación superficial que puede ser

sesgada de raíz sin rozar siquiera la piel de los que la entablan, hablar de carácter es

imposible, y la historia está amenazada constantemente.

Las biografías, en efecto, se responden para componer un análisis de la degradación personal

y una posible salida a la dignidad. En esta ocasión destacare los momentos que parecen dar al

ensayo un ritmo en tres tiempos

He tomado tres historias, la de Rico, la de Rose y la de los técnicos de la IBM, que nos

permiten construir una suerte de narrativa de liberación, precisamente la que parece abolida

por las nuevas formas de trabajo, una que nos permita imaginar un futuro más humano. A la

negación neocapitalista responde Sennet articulando su investigación con “el sentido de un

final”, tímido pero esperanzado.

Una primera historia, la de Rico, nos habla de un éxito, de un hombre que representa a la

perfección el sentido “actual”, o al menos inminente, del trabajo, que se resume en una

disponibilidad absoluta para recomenzar en nuevos empleos desde cero, no ya en el sentido de

su categoría o escalafón. Se trata del cero más sutil, aquel por el que su formación anterior, su

experiencia adquirida en una práctica continuada, sus contactos y conocimientos previos, su

historia laboral en definitiva, no valen, es más, representan un lastre que dificulta su adaptación

a nuevas tareas que exigen una apertura incondicional, una sociabilidad exacerbada y una

cooperación que presenta matices de autosacrificio al equipo.

Una reorientación radical de la idea de empresa, que considera, al parecer según el grueso de

los teóricos de la cuestión, que la antigua gran corporación jerárquicamente organizada y

providencialmente previsora en torno a proyectos a largo plazo es un mastodonte inoperante,

ha encontrado una nueva fórmula que se ha convertido ya en imperativa.

La clave de esta historia de Rico es que, a no ser por el propio Sennett, Rico no la tendría. Las

flexibles condiciones laborales a las que tan bien se ha adaptado y que le han procurado un

triunfo envidiable que pocos alcanzan le han privado de la posibilidad de disponer y exhibir una

historia. Rico se percata de las pérdidas a las que se ve abocado por su éxito, la del control de

su propia vida, la de los vínculos sociales y familiares. Especialmente dramática es la

incapacidad de “dar ejemplo” a sus propios hijos, incapacidad algunos de cuyos efectos

conservadores Sennett subraya: la exaltación de la disciplina en los colegios que compensaran

la que los padres y madres ya no pueden dar.

Una de las partes más atractivas para una lectura analítica del libro es, obviamente, la que

toca al lenguaje, a la vez síntoma privilegiado del cambio y medio terapéutico en la propuesta

de Sennett. El que emplea Rico tiene tabúes muy reveladores: esquiva expresiones que

connoten pasividad: un despido es traducido a propia iniciativa, la movilidad es vocación de

libertad en forma de responsabilidad absoluta por todo lo que le atañe. Ficticiamente ha 7

realizado una de las paradojas estoicas más escandalosas: quiere todo lo que le pasa. Pero el

modo de hacerse a esta condición sin punto arquimédico es una resistencia a todos los

vínculos que empieza y culmina en el más insidioso, una resistencia al propio carácter, al sí

mismo como firmeza destilada por un tiempo propio de vida, por una experiencia que se ha

consolidado en un saber hacer mejor. Consecuentemente la resistencia se revela para Sennett

vacua, como dejan constatar las inquietudes que asaltan constantemente a Rico sobre el

control que alcanza a tener sobre su vida. El movimiento incesante en el que Rico hace

ejercicio de su libertad acierta sólo a trazar un vacío poblado por la nada.

La historia de Rose desempeña el papel de bisagra. Es la historia de quien desde el modo

tradicional y lento del trabajo se lanza a la barahunda del movimiento compulsivo de la

empresa más desbocada y vana, la de la publicidad. Es una historia ejemplar para Sennet,

pues ya no tiene que rastrear insatisfacciones más o menos bien disimuladas, sino que

tenemos por fin un testimonio directo de quien se retiró no por fracaso o falta de éxitos, sino por

disgusto e incapacidad confesa de sobrellevar esos modos absolutamente intrascendentes de

entender la propia actividad profesional. No es la clásica alienación de

...

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