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Cronica de la fe y el periodismo

williwamEnsayo13 de Diciembre de 2012

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CRONICA DE LA FE Y EL PERIODISMO

Por Bernal Noches, El Atrasado

Refiérese en esta coronica o crónica, entre otras cosas, cómo algunos periodistas (que no son pocos) predican y leen la Biblia más que curas y pastores y de cómo los curas y los pastores más hábiles que políticos son y de sus otras prácticas mundanas y muy poco santas que hacen a escondidas, algunas veces, mas siempre religiosamente.

Aunque aquel Federico Niche proclamara la muerte de Dios de acuerdo con la su filosofía y, por otra parte lo hiciese Carlos Marx, en el sentido de que las religiones el opio de los pueblos son y considerando también a la graciosa forma del gran director de cine español, don Luis Buñuel, que medio en broma y medio en serio, decía: “ateo, gracias a Dios”; yo digo que creyentes en todas partes por donde andado he, los encuentro, de esta o aquella religión, y paréceme eso lo más normal del mundo.

Por eso extraño no resúltame que acá en América, en la mayoría de los sus territorios, como comprobádolo he, predomine la religión cristiana con las sus variantes principales: catolicismo y protestantismo; este último con muchas, pero muchas sectas, todas ellas asegurando ser las únicas poseedoras de las reveladas verdades, que dicen sustentar y que buscan, sobre todo, imponer.

Si uno atiénese a la evolución de los estados modernos de Europa y América, o de otra manera dicho, si atienesé (como en Río de la Plata dicen )a los cambios de las sociedades, al debilitamiento progresivo del modo de vida feudal que poder tanto y expansión facilitole al cristianismo, para el paso ceder a la revolución industrial, la que con su fuerza empuja, las revoluciones políticas, como el caso es de la Revolución Francesa, el surgimiento del parlamentarismo, en los estados europeos que bajo regímenes monárquicos continuaron; también la consolidación y expansión de la democracia como sistema político en la casi totalidad del globo y, con ello, la separación explícita, de los asuntos del Estado, de la política, es decir, con la religión, pues; de modo que espera uno que eso sea verdad acá, digo, como es verdad en parte en Europa, en nuestra España, después que el franquismo de jorobarnos a los españoles dejara; aunque otros jódennos ahora.

Mas, acá, en estas Honduras, si bien la Constitución sostiene que “Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones y cultos sin preeminencia alguna, siempre que no contravengan las leyes y el orden público.”

Y también reza en otro párrafo esta Constitución que: “Los ministros de las diversas religiones, no podrán ejercer cargos públicos ni hacer en ninguna forma propaganda política, invocando motivos de religión o valiéndose, como medio para tal fin, de las creencias religiosas del pueblo.” (Art. 77 de C.H.)

Mas, como sabido es puede la freidera con el huevo, la canasta con la ropa sucia, el saco con los pepinos o el maíz, la botella con el agua o con la miel y el papel, por eso mismo, con cuanto en él escribirse quiera, como hágolo yo en estas mías crónicas como algunos críticos, dicen.

Pues acá pasa que curas y pastores son casi todos más chismosos que periodistas o vendedoras de mercado, también son más políticos que diputados, alcaldes o presidentes, todo según la jerarquía que representan.

Creénse los pastores y curas de pueblo más que el alcalde de los municipios; creénse los obispos más que los diputados y alcaldes de las ciudades importantes; creénse los cardenales, más que los presidentes de los tres poderes del Estado; así, en todo asunto “mundano metidos están”, menos en culto o en misa.

Recordar bueno es que durante aquellos tres siglos o trescientos años que el régimen colonial duró en Hispanoamérica, pues, sabido es, la Iglesia Católica compartía su poder con el Estado, cogobierno eran, de modo que resultaba normal a los sacerdotes ver, en especial los obispos reuniéndose con virreyes, capitanes generales o gobernadores y alcaldes mayores como era el caso acá, y acordando esto y lo otro; mas casi siempre a favor de criollos encomenderos y dueños de minas y casi nunca a favor de indios y mestizos.

Sabido es también que registro civil no había, sino el que los curas hacían en sus parroquias y resgistrábanse muertes y nacimientos allí y que el matrimonio aquel reconocido por el régimen colonial y luego por el Estado era; y divorcio no había por ello. Y, por último, que la educación los curas o quienes ellos designasen, la impartían de modo que religión, política y justicia encontrábanse muy estrechamente relacionadas y, por la misma razón, los individuos, indefensos, sin los sus derechos efectivos y sujetos a los arbitrios de los que tomaban las decisiones en el ámbito político y el religioso; que fue por ello que Marx, afirmó que el “opio de los pueblos la religión es”; porque en efecto, sirve muchas veces para manipular la conciencia de los creyentes más ingenuos que, desafortunadamente, no son pocos o como escuchádolo he de un cantante argentino, de nombre Facundo (y apellídase Cabral, mas no cabrón) que a los ingenuos llama pendejos y dicho ha, que dijo un coronel, su tío político, que cuando los pendejos son tantos eligen los presidentes y acá eso muy cierto ha sido; y en esto mucho ayudado han curas y pastores que lobos de una misma loma son; exceptuando los curas que deaquella otra corriente cural son; teoría de la liberación y que en lenguaje más llano, llámanlos curas guerrilleros o comunistas, como fuéralo aquel Jesús, El Cristo, que cura no fue, sino opositor severo de los sumos sacerdotes del Templo Judío.

Retomando la historia de estas Honduras y de la América Hispana, digo, la que los adelantados con tanto atraso dejaron; como remarcolo muy bien, más de un siglo hace, Juan Montalvo, al referirse al indio de los andes y al de la América Latina toda, pienso yo, que lo dejaron mis paisanos sojuzgado y envilecido y que aún a 200 años de independencia, se le ve en los ojos la tragedia y que pocos a despertarse comienzan.

Que fue esa la razón, quizás la principal y no otra, por la que al poco tiempo de producirse la independencia de Centroamérica, la mayoría de los representantes del nuevo gobierno de la Federación que de la facción de los criollos liberales eran, lectores de las nuevas corrientes del pensamiento europeo revolucionario de la época, discípulos de los teóricos franceses y muy enamorados también de los que el Norte de América ocurría, con esa Federación de Estados Unidos a la que un poeta, que un pueblo de aquí, del Sur de estas Honduras, pasó algunos años de su infancia y que Rubén Darío llámase, al Teodoro Roosevelt, presidente entonces, de allá, dedícole, lo que bien llamarse puede el primer poema anti imperialista y que, con perdón de mis lectores, incluyo en esta coronica:

A ROOSEVELT

Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,

que habría de llegar hasta ti, Cazador,

primitivo y moderno, sencillo y complicado,

con un algo de Wáshington y cuatro de Nemrod.

Eres los Estados Unidos,

eres el futuro invasor

de la América ingenua que tiene sangre indígena,

que aún reza a Jesucristo y aún habla español.

Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;

eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy.

Y domando caballos, o asesinando tigres,

eres un Alejandro-Nabucodonosor.

(Eres un profesor de Energía

como dicen los locos de hoy.)

Crees que la vida es incendio,

que el progreso es erupción,

que en donde pones la bala

el porvenir pones.

No.

Los Estados Unidos son potentes y grandes.

Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor

que pasa por las vértebras enormes de los Andes.

Si clamáis, se oye como el rugir del león.

Ya Hugo a Grant lo dijo: Las estrellas son vuestras.

(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol

y la estrella chilena se levanta...) Sois ricos.

Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón;

y alumbrando el camino de la fácil conquista,

la Libertad levanta su antorcha en Nueva-York.

Mas la América nuestra, que tenía poetas

desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,

que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,

que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;

que consultó los astros, que conoció la Atlántida

cuyo nombre nos llega resonando en Platón,

que desde los remotos momentos de su vida

vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,

la América del grande Moctezuma, del Inca,

la América fragante de Cristóbal Colón,

la América católica, la América española,

la América en que dijo el noble Guatemoc:

«Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América

que tiembla de huracanes y que vive de amor,

hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.

Y sueña. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol.

Tened cuidado. ¡Vive la América española!

Hay mil cachorros sueltos del León Español.

Se necesitaría, Roosevelt, ser, por Dios mismo,

el Riflero terrible y el fuerte Cazador,

para poder tenernos en vuestras férreas garras.

Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!

Mas discrepo yo con el grande vate don Rubén Darío,

...

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