Cuento. Destino

Cuento. Destino.

Somos dos locos, dos enamorados, quiero seguir así por siempre, pasamos la noche risa a risa, caricia a caricia, sólo quiero estar con él. Es la cuarta vez que salimos, me hace tan feliz, es tan atento y caballeroso, es todo lo que siempre quise. Lo conocí hace dos fines de semana, aunque parecía otro patán más, festejaba mi cumpleaños en ese bar de moda, y se me acercó a contarme un chiste porque era mi cumpleaños, ¿Qué le decía?, ¿A quién no le gustan los chistes? Y con ese chiste inició esta locura.

Me nacen las dudas, creo que me engaña, y no en el sentido que no sea fiel sino que no es lo que aparenta, seguro son locuras mías. Al estar con él tiempo no se detiene, simplemente no existe. Nunca imaginé que en aquel lugar encontraría a cupido.

Son ocho meses los que llevamos juntos. Me nacen las dudas. Creo que me enamoré de una ilusión. Me dice que está construyendo una casa, es todo demasiado pronto. Realmente será él al que daré el sí en el altar, con el que me iré a Grecia a la luna de miel. Las dudas me matan.

La casa que dice que está construyendo para nuestra familia tiene algo raro, ya es la octava vez que me lleva, y hay algo raro, ¿me estoy volviendo loca?

Todos me dicen que se dedica al campo, que tiene ranchos y luego ríen. No entiendo la gracia. Nunca le pregunté a qué se dedica hasta hoy, se ríe y me dice que se dedica a hacerme feliz, ¿lo beso o lo mató? Lo empiezo a odiar un poco, lo bueno que estaré fuera de la ciudad un tiempo, espero que al regresar todo pase este mal presentimiento.

Se me ocurrió pedirle a un amigo que tomara una foto de mi casa, y ya está pintada. Le pregunto a mi amado si me va dejar escoger el color de la casa y me dice que sí, no entiendo, pero si ya está pintada. Le dije que la quiero color pistacho, así que pistacho será.

Hoy mi amigo me mandó otra foto, en la casa vive una familia. Nunca me sentí tan estúpida, le pido una explicación, me dice que se le salió de presupuesto y que la tuvo que vender. Regreso mañana, ya le dije que no le creo nada que quiero ver papeles, o que se olvide de mí.

Seis meses han transcurrido desde que volví y ni una nota de venta de la pintura me ha enseñado, ya no puedo más, es un farsante, solo estuvo jugando conmigo.

Estoy hundida en una gran depresión, me ilusione de falsas promesas, olvidé valorar el presente, viviendo en un mañana incierto, lleno de mentiras y engaños. No quiero vivir más, estoy perdida, divagando con este dolor.

Mis amigos no dejan de llamar. Estoy cansada no quiero que me molesten, no quiero saber de nadie. Quiero ahogarme en mi angustia y dolor. Ellos siguen llamando, se preocupan por mí. Tengo que meditar mucho, redescubrirme como mujer, y crecer como persona, lo único que me queda después de semejante decepción.

Hoy el día a brillado un poco, saldré a caminar, tantos meses en casa sola, no me hacen nada bien. Vi un anuncio de clases de yoga, no estaría mal entrar. Estas clases están llenando el vacío que llevo dentro, me fascinan, aunque he de confesar que mi flexibilidad es la misma que tienen los eucaliptos del parque. Me siento plena, feliz, hacía años que no me sentía así. La familia, mis amigos, han logrado que vuelva sonreír, que esté llenada de alegría y luz.

He conocido un hombre en la panadería, tan misterioso, hay algo en el que me llama la atención, no sé si sea su sencillez, o lo sincero, el estar con él me provoca una paz interna, hace que me olvide todos los problemas, que simplemente disfrute el presente. Me ha invitado a una dona de chocolate, mis favoritas.

Cada día por las tardes voy por mi dona de chocolate, con tanta dona no voy a entrar por la puerta, y ni eso me impediría ir a visitarlo.

Después de treinta y dos donas, me ha invitado a cenar. Ha sido una velada maravillosa hizo un poco de ensalada

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