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Cuento: Hombre Precavido Vale Por 2


Enviado por   •  17 de Abril de 2013  •  1.832 Palabras (8 Páginas)  •  907 Visitas

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Hombre Precavido Vale Por Dos

Esta es la memorable historia de un gran amigo mío, personaje este caracterizado por poseer unos sentimientos fuera de lo común y con un arraigado concepto de la unión familiar muy pocas veces visto en venezolano alguno.

Tiburcio recibió su certificado de sexto grado en el año 1958, cuando apenas cumplía los 11 años de edad, lo cual se convirtió en un motivo de alegría y celebración para sus padres y familiares más cercanos.

La celebración duró una semana completa. Durante esos días se sacrificaron los dos toretes que con mucho sacrificio habían comprado hacía dos meses atrás para ese digno suceso; también vieron llegar sus últimos días las dos gallinas pirocas, tres guineos jaba’os y un picure macho criado con leche de marrana.

En realidad, Tiburcio tenía muy merecido tan espléndido homenaje, por ser el menor entre 16 hermanos y el único que lograba tal nivel académico. Sus hermanitos, por una u otra causa, no habían podido pasar del 4to. Grado, arguyendo siempre que el maestro “les tenía la vista puesta”; alegato este que contaba siempre con la aprobación de su padre.

Por la gran importancia que representaba este hecho para toda la familia, sus padres decidieron convocar una reunión, para entre todos ventilar el futuro de Tiburcio.

-Mi deseo es que Tibu se dedique a hacer un curso intensivo por correspondencia de zurcido a mano y bordado en punto de cruz, en la Hemphil School. Con esto él no se alejará de la casa y a la vez cuando se gradúe, ayudará a incrementar el patrimonio familiar. Dijo su mamá.

Su padre se sintió muy ofendido por las palabras de la mujer y en discrepancia dijo:

-¿Qué te pasa Altagracia? No es posible que nuestro muchachito se tenga que adiestrar y desenvolver en quehaceres femeninos y en oficios tan bajos y descalificantes para un hombre.

Luego de un silencio rígido en la sala, el padre de Tiburcio retomó la palabra y adujo:

-Mi único deseo es que Tiburcio se consagre a estudiar en lo más profundo, todo lo relacionado con la Botánica, así estará en capacidad de identificar todas las variedades de arbustos, hierbas y flores del campo; de manera que una vez graduado, montemos un centro esotérico y entre todos hagamos los despojos y curaciones con las pócimas y brebajes hechos de las ramas y hojas de los arbustos, además, con las flores nos dedicaríamos a vender coronas para los difuntos.

Tiburcio, a quien habían sentado en el centro de la sala, en una silleta de cuero de burra, estaba estrenando ese día sus primeros pantalones largos, de kaki, marca Ruxton.

Sin derecho a réplica, tuvo que calarse todos los caprichos futuristas de sus familiares ya que él representaba la dicha, esperanza y fortuna para todos ellos.

Para esta reunión fue invitado, por la importancia de sus ideales cristianos y filosóficos, el Cura del pueblo.

Transcurrió el tiempo, hasta que por fin, después de cuatro horas de porfía y razonamientos, la madre se paró y dijo:

-Tiburcio, como ya has oído, entre todos hemos decidido que a partir de la próxima semana, empezarás un curso de Moral y Cívica, para que te formes de una manera férrea en estas filosofías y posteriormente te alistes en la iglesia del pueblo a trabajar como monaguillo, ya el cura te tiene el puesto asegurado, ¿Verdad padre?

-Sí, sí, cuando quieras hijo mío, las puertas del santuario de Dios están abiertas para ti. Invocó el cura.

-Mamá su palabra vaya adelante, su sabia decisión la respetaré siempre y por encima de cualquier otra cosa, santa palabra, yo sé que entre todos, a Dios gracia, han escogido lo mejor para mí. Alegó Tiburcio.

Fueron 7 años en los que Tiburcio, con mucho sacrificio compartió su tiempo entre estudiar a los mejores filósofos, cortando monte en algunas casas y haciéndole los mandados al cura. Pero al cumplir los 18 años decidió aventurarse en la vida y tomando su maleta de cuero, se fue a Valencia, a conocer nuevos lares.

Una vez en Valencia, no le resultó muy difícil ubicar la residencia de uno de sus hermanos.

El cambio de ambiente impactó mucho en la personalidad de Tiburcio ya que luego de ver transportes de carga, constituidos por mulas y burros, excepto la bicicleta “Raleing” del cura de su pueblo, se encontró con una situación hasta peligrosa para su integridad física, representada por autobuses de gran tamaño y todo tipo de vehículos a motor que con su atronador ruido lo obligaron a pasar unos cuantos días sin salir a la calle.

A esta edad, Tiburcio se consideraba un hombre hecho y derecho, hacía alardes de ser el mejor comedor de chimo del llano, de hecho, acababa con tres laticas de chimo en un día y ni pizca de mareo.

En dos meses ya se había adaptado a la vida citadina y comenzó a salir y relacionarse.

Por sus amplios conocimientos sobre Moral y Cívica, le fue muy fácil granjearse el cariño y aprecio de todos sus vecinos, teniendo la suerte que uno de ellos le consiguió trabajo en una de las empresas de mayor prestigio en la zona industrial sur.

Ninguna vez faltó al trabajo, se afanó a diario y ahorró mucho dinero, pero consideraba que su morfología biológica no estaba completa, por lo que se propuso buscar pareja. Así fue y a los pocos meses, ya con 21 años cumplidos contrajo matrimonio con una bella muchacha de 39 años, viuda y con 6 lindos muchachitos cuyas edades oscilaban entre los ocho meses a los cinco años.

Tiburcio jamás supo porque sus padres no asistieron a la boda, sino que por el contrario le enviaron

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