Cuentos De Pasco
calitojt3 de Agosto de 2014
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TRES TOROS
Durante todo el día había buscado a sus ovejas. El Pastor no se explicaba como, en un ligero descuido, podían haberse hecho humo. No encontraba ni rastro por la pradera el lugar estaba como si hubiera comido la tierra era un silencio infernal daba la vista de un lugar a otro tratando de ubicar a los fugitivos, trepo un alto otero desde el cual se podía observar el silencioso paisaje de la Puna. Cansado por la búsqueda y de tanto frio que le causaba el silencioso paisaje se rindió por el cansancio y se entro a pernoctar en una caverna. Al día siguiente continuaría en la búsqueda .Arreglo sus ropas de lana en un rincón abrigado y comenzó a masticar su coca que acababa de revelarle que lograría encontrarlas a sus ovejas. Había transcurrido un tiempo apreciable cuando sorpresivamente vio que la cueva se iluminaba con un resplandor indescriptible.
¡Que hermosa estaba la noche!. El Cielo divinamente azul tachonado de incontables luceros y la luna estaba preciosa grande y redonda, lucían majestosamente. Todo el panorama nocturno podía contemplarse con asombrosa nitidez desde su alto observatorio.
Largo rato estuvo sumido en sus cavilaciones hasta que un rebufo descomunal lo volvió a la realidad. Miro hacia abajo y quedo asombrado. No era para menos lo que está frente a su vista .Iluminado por los rayos lunares, había aparecido un gigantesco toro blanco, cuya pelambré , albina y lustrosa, emitía reflejos centellantes. Frenético escarbaba el suelo con sus recias pezuñas blancas a la vez que emitía estentóreos bufidos.
Al poco rato, como aceptando el desafío del astado blanco, apareció un tostado y brillante como el anterior, en fiera actitud de lucha. Después de medirse cautelosamente y dar muchos rodeos, se trataron en una pelea salvaje, vesánica, embistiéndose recíprocamente, con los ojos brillantes como ascuas y entrecruzando sus astas como agudos puñales.
Estuvieron luchando bastante tiempo, salvajemente, desesperados y fieros hasta que, agitados por el supremo esfuerzo desplegado, el albino abandono la pelea y en estampida, bordeando la laguna de Yanamate, se introdujo en la cueva donde actualmente se halla el pueblo minero de Colquijirca.
EL Toro fiero de melena Anaranjada, dueño de la situación, quedo solo en medio del campo, aturreando colérico, escarbando el suelo y dando vueltas en aquel escenario, como un triunfado.
No había transcurrido mucho tiempo, cuando apareció sobre el escenario de la riña otro toro de enormes proporciones , tan grande como el tostado y en fiera actitud de ataque .Su piel, retinta y lustrosa, negra como la noche, brillaba como enorme diamante.Al verlo, el fiero tostado arremetió contra este y se trabaron en una lucha feroz, sin cuartel-Después de una encarnizada contienda en la que el choque de sus cuernos parecían sordas explosiones; el negro, sangrante y acabado y maltratado, abandono la disputa. Huyendo, se metió en una cueva donde actualmente se levanta el Pueblo de Goyllarisquizga.
Con la testuz invicta, el otro toro atezado de pelambre anaranjada, lanzo un bramido estremecedor y penetro en la cueva de donde había salido.
El Pastor conmovido, no salía de su asombro y cuando amaneció el día, corrió a su aldea y conto lo que había sucedido aquella noche. Al poco tiempo, hombres os, fueron llegando con herramientas y materiales de trabajo ante la mirada de asombro de la zona.
Es asi como se explica el nacimiento de las minas de plata de Colquijirca, de Carbón de Goyllarisquizga y de Cobre en el Cerro de Pasco-
LA MONJA DE PASCO
Cuentan que al instalarse una pequeña vicaria del monasterio de hermanas en la villa de Pasco, se había amainado el espíritu levantisco, pervertido y camorrista de sus pobladores, sin embargo, pasado unos meses, retorno con más ímpetu y virulencia la indisciplina. No eran pocos los muertos que aparecían por sus calles, ni menos los escándalos cotidianos.
Apesumbrados por estos acontecimientos. Sor María de la Concepción, a la sazon, Madre Superiora del convento, juzgo que todo ocurría por falta de auxilio espiritual de un sacerdote .Los que se encontraban en Vicco y Ninagaga, muy pocas veces asomaban por la villa.
Se encomendó al hacedor, poniendo tanta fe en sus rezos, que un día el todopoderoso se le presento circundando de un halo luminoso en un marco de coros celestiales.
-¿Qué deseas hija mía? –Interrogo el Supremo
-Padre mío; la perversidad se ha adueñado de este pueblo. Las gentes han olvidado tu existencia y viven en desorden, en pecaminoso desorden.
Muchas personas mueren sin el auxilio de un sacerdote, condenando su alma a los atroces castigos del infierno.
-¿Qué sugieres que hagamos hija, mía?
-Te pido que aplaques los apetitos pecaminosos de los hombres y mujeres dándoles la paz espiritual de tu bendición.
-¡así lo haremos, hija mía! – Y al ver que la monja permanecía de rodillas en una madre llanto y sin poder levantar los ojos, el señor, pregunto: ¿Deseas algo, más mía?
-Si, padre Aquí hay muchos individuos que mueren sin expiar sus pecados sin arrepentirse, porque se confiesan.
-¿…y?..
-Te pido que me des a mí tu humilde sierva- licencia para confesar como los sacerdotes y autoridad para poder perdonar sus pecados.
-¿Podras, hija mantener el valor de guardar el secreto de confesión?
-Si, padre-respondio Sor María de la Concepción encendida de fe y esperanza.
-Bien –dijo el Señor- meditare sobre el asunto; entretanto, quiero que guardes esta cajita durante tres días. Contiene un gran secreto y te pido que no lo abras –Luego de pronunciar este encargo el señor desapareció.
Los primeros días, Sor María de la Concepción guardo celosamente la cajita, pero a medida que las horas transcurrían, la curiosidad le acicateaba con mas y mas fuerza. Tanto fue su inquietud y tanto su desatino que, al borde del tercer dia, abrió la cajita llena de curiosidad, y al momento, un hermoso pájaro de brillantes colores tomo los aires y se alejo por una de las ventanas abiertas al monasterio.Al momento apareció el Señor que le decía:
-¿Ves hija? Tú no puedes servir para confesora, porque aun antes de los tres días de poseer un secreto, ha parecido que te faltara tiempo para divulgarlo. Dedícate a servir a tu prójimo y deja esa misión queme pides, para los sacerdotes .Ellos sabrán mantener cerrado el cofre de los secretos.
El MUQUI
Este era un minero que no obstante sus cuarenta años de agobiante trabajo en las oquedades mineras, no logrado reunir los fondos necesarios para vivir una vejez extenta de sobresaltos y privaciones। No tenía ni una casa propia, ni había podido ampliar su chacrita como lo habían hecho sus compañeros। La juventud no es eterna, se lo habían dicho tantas veces। Eso lo agobiaba tantas veces, Eso lo agobiaba terriblemente ।Tenía que encontrar una manera de mejorar su situación।Como sin todo lo pasado fuera poco. A su larga cadena de frustraciones vividas se le unía una serie de acontecimientos misteriosos e inquietantes. Al agudo dolor reumático, cada día más agobiante que agarrotaba sus manos; a la dureza acerada de sus paredes del “stop”, al salvaje trato de sus jefes, se acumulaba ahora un acontecimiento que lo tenía intrigado, Cada vez que se alejaba de su labor para cumplir cualquier mandado, a su vuelta encontraba revoloteado su hualqui y su coca derramada por los suelos .No podía comprender la razón de este desorden. Cuando preguntaban sus compañeros, estos negaban enfáticamente ser los actores de latrocinio y en el colmo de la desesperación con muchos de ellos llego a trompearse. Este hecho cada vez mas repetitivo lo convirtió en enemigo de los hombres que trabajaban con el, aislándolo completamente en un enervante mundo de soledad y silencio. Solo su silbo, armonioso y sentimental como el de los jilgueros silvestres, le hacían llevadero su aislamiento. Así las cosas, decidió investigar la razón de su intranquilidad; encontraría al culpable de los hurtos de su coca y cigarro.
Fingiendo ir a cumplir un encargo, abandonada su “Stop” a grandes trancos con su silbido agudo y retozón; y tras avanzar un gran trecho, silenciaba su silbo, apagaba su lámpara y retornaba en sigilo con el fin de sorprender al culpable. Muchas veces realizo esta maniobra sin resultado alguno. Una tarde, cuando el cansancio estaba a punto de doblegarlo, alcanzo a ver desde su escondite secreto, una pequeña luz que se acercaba. Espero conteniendo la respiración. Ahora si tendría que vérselas con el culpable que le había ocasionado muchos problemas. Después de un rato de espera, quedo con los ojos desmesuradamente abiertos .La luz que se acaba de ver provenía de una pequeña lamparilla como de juguete que pendía del casco de un ser diminuto y fornido den ojos brillantes de cuarzo y barbas alcaparrosa. ¡Era el Muqui!.Conteniendo la respiración al máximo espero que estuviera a su alcance y cuando lo tuvo a su vera, salto como un gato y con el chicullo que llevaba en las manos atrapo al gnomo misterioso, dueños de la minas.
-¡Te tengo carajo! –grito el minero. -Por suerte, nada más que por suerte – contesto la aparición sin hacer nada por desasirse de los poderosos brazos de su carcelero. - ¡sabes quién soy? …. -¡Claro,carajo?... ¡Eres el Muqui!....¡Eres el dueño de las minas …
Y ahí estaba el, diminuto gnomo, fornido y rubio con sus gesticulantes manitas regordetas. La cabezota unida al tronco sin trazas de cuello. Aprisionado por su protector de fibra ámbar, los hilos de oro de su cabello asomaban
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