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Cómo usar un cuchillo o cómo escribir a puñaladas. La experiencia de leer a Fernanda García Lao


Enviado por   •  22 de Enero de 2022  •  Reseñas  •  1.372 Palabras (6 Páginas)  •  68 Visitas

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Universidad Nacional de Mar del Plata

Facultad de Humanidades

Departamento de Letras

Teoría y Crítica Literarias II

Fernández, Damián

2019

Cómo usar un cuchillo o cómo escribir a puñaladas. La experiencia de leer a Fernanda García Lao

Cómo usar un cuchillo es el primer libro de cuentos publicado por la dramaturga, poeta y novelista Fernanda García Lao. El libro se publicó por primera vez en febrero de 2013, editado por Entropía, y ya cuenta con una reedición en octubre de 2017, ejemplar con el que trabajamos aquí. Fernanda García Lao nació en 1966 en Mendoza, hija del periodista argentino Ambrosio García Lao, vivió en Madrid desde 1976 hasta 1993. Allí hizo sus estudios primarios, secundarios y universitarios. Estudió piano, danza clásica, actuación y periodismo. Publicó las novelas Muerta de hambre (Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes), La perfecta otra cosa, La piel dura, VagabundasFuera de la jaula y Nación Vacuna, así como el libro de cuentos El tormento más puro. Como poeta, editó Carnívora y Dolorosa. Fue seleccionada por la Feria Internacional de Libro de Guadalajara 2011 como uno de “los secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana”.

Para iniciar este recorrido de lectura podemos plantearnos los siguientes interrogantes ¿A qué nos enfrentamos cuando leemos Cómo usar un cuchillo?  ¿Cuál es el principio que rige la serie de textos que dan cuerpo a este libro? ¿Qué características podemos tomar para describir este tipo de escritura/lectura? ¿Cuál o cuáles son los efectos que buscan despertarse en el lector?

Estas preguntas, de principio, parecen imposibles de responder. La razón que da origen a esta sensación de incertidumbre parece tener asilo en la heterogeneidad que caracteriza este libro, el cual desborda la designación genérica de “cuentos” o de “relatos” que rezan las librerías. La serie nos presenta nombres como “Chalet/Epístola punk”; “Bisturí/Desgrabaciones de mi alma”; “Desgracia en tres sets” (el cual se encuentra literalmente dividido en “saque”, “revés” y “fuera”); “Sentencia” o “Mensaje viscoso”. Los lectores nos paseamos desde reflexiones escritas a bitácoras de viajes, desde instrucciones para utilizar armas blancas, a testimonios personales de personajes desesperados, nos enfrentamos a una prosa que por momentos es lírica (como “Inmunda o “No hay mantra”) y por momentos es casi automática (como en “Mensaje viscoso”). Así, quienes se afrontan a este texto parecen sucumbir a los bruscos vaivenes de una vertiginosa experiencia de lectura.

Sin embargo, no todo está perdido, aún podemos encontrar un soporte firme para aferrarnos, antes de caer al abismo que nos propone Fernanda García Lao. Y es que si hay una característica imposible de pasar por alto, es la precisión casi quirúrgica que signa la escritura de todas las narraciones (si nos permitimos la imprecisión del término) de este libro. El laconismo se sostiene como una constante en el transcurso de todos los textos. Ahora bien, aunque el poder de síntesis se transforma en ley, esta característica solo es aplicable a las condiciones formales de la escritura ya que las oraciones breves no impiden el despliegue de una intensidad casi insoportable: “Hice todo, respiré, perforé la mente. Pero no logré deshacerme del mundo. Su gustito despreciable me persigue. No soy pura. Los demás tampoco, pero ahí están, aferrados a sus malas” (9). De esta forma la prosa de García Lao parece tener la capacidad de condensar significados complejos en la menor cantidad de palabras posible, como sentencia uno de sus personajes: “Nada es simple y no es una frase” (11). Así entonces, la estructura textual de este libro propone desde un primer momento, la fugacidad como principio rector, acompañada de una insinuación de espontaneidad.

En simultáneo, y por si fuera poco, podemos destacar otra característica fundamental que creemos, sustenta la unidad del libro en su totalidad. Nos referimos ahora al efecto de aturdimiento que genera su lectura. La violencia se sugiere ya en el título y se manifiesta como materia constitutiva de los textos. Este factor se ve agudizado por el ritmo de narración, las oraciones concisas (podría decirse comprimidas) sólo se limitan a describir las acciones relevantes como fotogramas de un stop motion, sin transiciones: “Empleada de ferrocarril pasa la aspiradora con desgano. Encuentra un resto de sándwich. Intenta aspirarlo, pero es demasiado grande. Lo observa. Lo sacude. Lo desarma. Lo traga. Apagón acuchilla el espacio. Música funcional” (55). De esta forma, el agolpamiento de las acciones no da lugar al respiro y el lector se ve sometido a una profusión de imágenes que lo dejan conmocionado y aturdido. Como decíamos, la violencia es tema central, y por ello la muerte se transforma en la protagonista principal, como una obsesión de los personajes, o como su trágico final. Las muertes son violentas, hay asesinatos, hay suicidios, la sangre impregna las hojas en que están escritas. Es que la muerte es, en definitiva, lo que homogeneiza las historias contenidas en Cómo usar un cuchillo y sirve de sustento para sujetar a los personajes al aspecto más mundano de la vida: “No hay nada más real que la muerte” (12) como afirma uno de ellos.

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