De La Crisis A La Soberania Alimentaria
GJaimes29 de Octubre de 2012
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De la Crisis Alimentaria a la Soberanía Alimentaria
El Reto para los Movimientos Sociales
Eric Holt-Giménez, Food First
Traducción por Leonor Hurtado
La crisis alimentaria actual—creada a lo largo de décadas—es un aplastante indicador contra la agricultura capitalista y contra los monopolios corporativos que dominan el sistema alimentario mundial. El complejo industrial agroalimentario creó la crisis al monopolizar los insumos industriales, la industria agrícola, las plantas procesadoras y los comercios de distribución. Las acciones del complejo industrial agroalimentario y la auto aplicación de soluciones neoliberales propuestas por las instituciones mundiales multilaterales que dirigen a los países industriales, se juntan con el escepticismo, la desilusión y la indiferencia del público general del Norte, que está más preocupado en el descenso de la crisis económica global que en la crisis alimentaria. El neoliberalismo se aferre en su posición y ha encontrado una resistencia creciente en los más afectados por la crisis—los pequeños productores de todo el mundo.
Al concluir la “Ronda de Desarrollo” de Doha sobre negociaciones de comercio las soluciones presentadas por el Banco Mundial, la Organización de Alimentación y Agricultura de ONU (FAO, siglas en ingles), el Grupo Consultivo para Investigación Agrícola Internacional (CGIAR, siglas en ingles) y la mega-filantropía proponen acelerar la expansión de la biotecnología, revivir la Revolución Verde, reintroducir los préstamos condicionados del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) y recrear el actualmente fragmentado poder de Organización Mundial del Comercio (OMC).
Estas instituciones tienen el mandato del capital de mitigar el hambre, reducir las tensiones sociales y reducir la cantidad de campesinos productores en todo el mundo— sin introducir cambios sustanciales a la estructura del sistema alimentario mundial. Las estrategias neoliberales se oponen por completo a las propuestas agroecológicas y de soberanía alimentaria que defienden las federaciones campesinas y las organizaciones de la sociedad civil en todo el mundo, las cuales buscan transformar el sistema alimentario. La crisis alimentaria se ha convertido en un punto fundamental en la lucha de clases sobre el futuro del sistema alimentario, esto lo evidencia los desacuerdos y las declaraciones de protesta en las recientes Reuniones Cumbre de Roma, Hokkaido y Madrid, la creciente resistencia pública en contra del complejo industrial agroalimentario, así como el aumento, diseminación y convergencia política de los movimientos sociales a favor de la agroecología, la reforma agraria, la justicia social y la soberanía alimentaria.
La Crisis Alimentaria
El año pasado se produjeron cifras récord tanto en la cantidad de personas pobres sufriendo hambre en el mundo, como en las máximas cosechas y ganancias de las principales corporaciones industriales agroalimentarias. La contradicción de aumentar el hambre al mismo tiempo que aumenta la riqueza y la abundancia realzada por “rebeliones alimentarias”, no se había visto en décadas. Las protestas en México, Marruecos, Mauritania, Senegal, Indonesia, Burkina Faso, Camerún, Yemen, Egipto, Haití y otros veinte países fueron provocadas por el desmedido aumento en los precios de los alimentos (ver artículo de Walden Bello y Mara Baviera sobre el tema). En junio de 2008, el Banco Mundial reportó que el precio de los alimentos subió 83% en relación a los últimos tres años y FAO informó que el índice de precio de los alimentos en todo el mundo aumentó 45% en sólo nueve meses.1 Mientras que los precios de las mercancías han bajado debido a la crisis económica y a que los especuladores han disminuido sus ganancias en las mercancías, los precios de los alimentos se mantienen altos y no se espera que bajen a los niveles tenidos antes de la crisis.
Las numerosas y extendidas protestas no fueron simplemente “motines” de masas enloquecidas por el hambre. Más bien fueron airadas demostraciones en contra de los altos precios de los alimentos en países donde anteriormente tenían sobreproducción de alimentos, y donde los gobiernos y las industrias ignoraron la apremiante situación y las demandas populares. En algunos casos sólo fue gente hambrienta tratando de obtener comida de camiones o supermercados. Alarmados ante el creciente espectáculo del descontento social, el Banco Mundial declaró que sin una inyección masiva e inmediata de ayuda alimentaria, 100 millones de personas en el Sur serían parte del enorme rango de hambrientos en el mundo.2 Esta estridente advertencia avivó de inmediato creencias Maltusianas en la industria agroindustrial y desencadenó una oleada de heroicas promesas sobre nuevas semillas genéticamente modificadas de alto rendimiento, resistentes a cambios climáticos y biofortificadas. El Banco Mundial lo llamó un “Nuevo Acuerdo” para agricultura y lanzó un portafolio de US$1.2 billones para préstamos de emergencia. La FAO llamó, aunque sin éxito, a los gobiernos de los países miembros de la OECD (Organización para la Co-operación y el Desarrollo Económico, siglas en ingles) para financiar con US$30 billones la reactivación de la agricultura de los países en vías de desarrollo. Bill Gates el mega-filántropo invitó a corporaciones multilaterales a seguirlo creando una nueva era del “capitalismo creativo”, prometiendo que su nueva Alianza para la Revolución Verde en África (AGRA, siglas en ingles) brindará a cuatro millones de pequeños productores semillas y fertilizantes.
Con la cosecha record del 2007, según la FAO, había más de los necesario para alimentar a toda la población mundial en el 2008—al menos 1.5 veces lo requerido. De hecho, en los últimos veinte años la producción de alimentos ha aumentado anualmente 2%, mientras que el índice de población ha disminuido 1.4% anual. Globalmente, no es la población humana la que agota las reservas de alimentos. Más del 90% de la población pobre es simplemente demasiado pobre para poder comprar sus alimentos. Los altos precios de los alimentos son el problema, porque aproximadamente tres billones de personas—la mitad de la población mundial—sufre moderada o extrema pobreza. Alrededor de la mitad de la población de los países en vías de desarrollo ganan menos de dos dólares diariamente. Aproximadamente 20% sufre “extrema pobreza” y gana menos de un dólar al día.3 Muchas de las personas clasificadas como pobres son campesinos de subsistencia, quienes han sido despojados de la tierra y del agua, por ello no pueden competir con el Mercado global.4
Además, el desvío de gran cantidad de granos para alimentar el ganado industrial y de vegetales para producir aceite en economías emergentes, así como la ocupación de tierra y agua para producir agrocombustibles, ejerce una fuerte presión en el mercado de alimentos básicos.
No sorprende que, los mayores monopolios de agroalimentos obtengan de la crisis alimentaria gigantescas ganancias. En el último trimestre del 2007 cuando la crisis alimentaria mundial despuntaba, las ganancias de Archer Daniels Midland aumentaron 42%, las de Monsanto 45% y las de Cargill 86%. La subsidiaria de Cargill, Fertilizantes Mosaic logró que sus ganancias aumentaran 1,200%.5
La constante concentración de ganancias y poder de mercado en los países industrializados del Norte, refleja la pérdida de capacidad en la producción y el aumento del hambre en los países del Sur. A pesar de la aclamada productividad de las semillas de la Revolución Verde y a pesar de las campañas sobre desarrollo promovidas durante décadas—más recientemente la escurridiza campaña Metas de Desarrollo del Milenio—el hambre per cápita es mayor y la cantidad de personas desesperadas por el hambre en el planeta ha aumentado de 700 millones en 1986 a 800 millones en 1998.6 Actualmente esta cantidad se eleva a un billón.
Hace cincuenta años, los países en vías de desarrollo tenían anualmente una sobreproducción agrícola de US$ 1 billón, dedicada al comercio. Después de décadas de desarrollo capitalista y de la expansión global del complejo agroalimentario industrial, el déficit de alimentos en el Sur se ha elevado a US$11 billones por año.7 La factura de importación de cereales para los países pobres con déficit alimentario actualmente supera los US$38 billones y la FAO anticipa que aumentará a $50 billones en el 2030.8 Que los países del Sur cambiaran de ser autosuficientes en alimentación a ser dependientes es producto de la colonización del sistema alimentario nacional y de la destrucción de la agricultura campesina.
La Persistencia del Campesinado
En la última mitad del siglo XX la expansión de la agricultura capitalista ha golpeado profundamente al campesinado en todo el mundo, al apoderarse de la tierra, el agua y las semillas (recursos genéticos) a través de violentos procesos que crean barreras, desplazan y roban descaradamente. La Revolución Verde, los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y los acuerdos globales y regionales de libre comercio han provocado la destrucción del campesinado.9 En el mismo período se ha cuadruplicado la producción de granos y de semillas para producir aceite, con un descenso estable de sus precios afectando a los agricultores.10 Al mismo tiempo se desarrolla una tendencia industrial implacable de concentración vertical y horizontal en el sistema mundial alimentario. Dos compañías, Archer Daniels Midland y Cargill, se han apropiado de tres cuartas partes del comercio mundial de granos.11 Las tres mayores compañías de semillas: Monsanto, DuPont y Syngenta, controlan el 39% mercado mundial de semillas.12
A pesar de ello,
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