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De la Igualdad de Oportunidades a la Acción Positiva en las Aulas


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2019  •  Ensayos  •  1.221 Palabras (5 Páginas)  •  88 Visitas

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De la Igualdad de Oportunidades a la Acción Positiva en las Aulas.

Nombre: Gissel de lo Ánageles Ramírez Zubieta.

Docente de nivel: Secundaria

Asignatura: Ciencias I énfasis en Biología.

Introducción

Se vive en una sociedad en la que existe la discriminación y marginación de las mujeres.El ser hombres o ser mujeres, en gran medida determina los comportamientos, valores,normas, formas de pensar y de actuar. De ahí las diferencias que van más allá de lassexuales y que llegan a privilegiar ampliamente lo masculino y dejan en posición desubordinación y condicionamiento a lo femenino. En este juego de roles, a las mujeres les fue culturalmente asignado permaneceren el ámbito privado, realizando todo aquello que a lo largo de los años se considerapropio de lo femenino, como es el cuidado de hijas e hijos, los quehaceres de la casa,la atención a la pareja y en general el “ser para los otros”. A los hombres se les asignóde igual manera el vivir en el ámbito público, el realizar actividades laborales fuera delhogar para la producción de bienes materiales y económicos, la toma de decisiones,las actividades rudas y la responsabilidad como proveedores de la pareja, los hijos ehijas, en general de las estructuras familiares. Es necesario reconocer que la situación ha cambiado y ya las mujeres tienenuna amplia participación en la actividad productiva y no sólo reproductiva

Desarrollo

Ahora bien, la escuela en todos los niveles constituye una de las instancias desocialización por medio de la cual se transmiten y fomentan, tanto de forma directa como indirecta, los estereotipos que marcan el “deber ser” de las mujeres y de los hombres esta manera,  un ejemplo de ello : un día  al estar dando el tema  “LOS CUATRO OLONES DE LA SEXUALIDADA HUMANA” abarcamos  los roles de genero y les pregunte a   una de mis alumnas ¿Qué labores relizaba su mamá? Me respondio que solo cocina, limpia la casa y lleva el loch a su hermanito menor; ademas de lavar la ropa que solo eso realizaba; tambien le pregunte ¿Qué labores reliza tu papá? El trabaja mucho, ademas lleva el dinero a la casa y hay que atenderlo apenas llegue porque esta cansado. La clase finalizo y me quede pensando en la respuesta de mi alumna, como es que no se valora el trabajo de la mujer porque este no aporta un ingreso monetario.

La educación formal, como otras instituciones socializadoras, refuerza la concepción de feminidad y masculinidad, de acuerdo con los atributos asignados a cada quien: a las mujeres les corresponde el ser delicadas, tiernas, indecisas, dependientes, inseguras, dispuestas a servir a los demás, bellas y seductoras. A los hombres por su parte, les corresponde el ámbito del poder, lo racional y la toma de decisiones, por lo que han de ser inteligentes, independientes, agresivos, dominantes, controladores y combativos. Esta dicotomía o polarización sobre los atributos de las mujeres y de los hombres, lleva al sexismo y a la discriminación de las mujeres en lo general, en parte, por considerar que lo biológico determina por naturaleza los roles estereotipados de lo femenino y lo masculino, sin considerar que son resultado también de factores socio- culturales en los cuales la familia, la escuela y los medios de comunicación contribuyen de manera significativa en los procesos de socialización de los individuos.

La escuela cuenta con varios mecanismos de reproducción de los estereotipos, entre los cuales están, el currículum explícito y oculto, la organización y tipo de gestión de la escuela y la normatividad educativa, pero la más importante pedagógicamente hablando, es la interacción entre personas, que en este caso se traduce a la relación que como  docente y estudiante establecemos, relación que encuentra su vínculo a partir de la enseñanza- aprendizaje. Es en este espacio donde  transerimos los valores y las normas establecidas socialmente. Corresponde entonces, a la escuela en su conjunto y principalmente a nosotros, hacer una profunda reflexión sobre nuestro qie hacer pedagógico, sobre el currículum y sobre todo aquello que involucre el proceso educativo; para que de esta manera nos permita visualizar en primera instancia los elementos y las acciones sexistas cotidianas y así iniciar un proceso de reconstrucción pedagógica. Este proceso no es simple, no se logra con el seguir algunos pasos o estrategias específicas, sino con la continua crítica sobre lo que se hace y la toma de conciencia con la que se asumen las responsabilidades que como docentes tenemos. El primer paso siempre es una decisión de vida que implica algo más que realizar una u otra tarea. El compromiso es, por lo tanto, con el futuro de la sociedad y con el presente del sobrevenir. Lo que se haga hoy, abrirá el camino hacia una vida de justicia social, de sana convivencia entre hombres y mujeres, en pocas palabras, de equidad de género.

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