Igualdad De Oportunidades
siercoli28 de Octubre de 2013
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Cadernos de Pesquisa, v. 34, n. 123, p. 555-572, set./dez. 2004 557
IGUALDAD DE OPORTUNIDADES
Y POLÍTICA EDUCATIVA
JUAN CARLOS TEDESCO
Instituto Internacional de Planificación de la Educación, Filial da Unesco
Buenos Aires, Argentina
j.tedesco@iipe-buenosaires.org.ar
RESUMEN
El texto está dividido en dos secciones. La primera está destinada a analizar la hipótesis según
la cual los diagnósticos y las respuestas a los cambios sociales actuales movilizan no sólo las
competencias científicas y técnicas de los sujetos y de los grupos sociales sino también sus
sistemas básicos de valores. La decisión ética es previa a la definición de estrategias políticas.
La segunda parte del texto está dedicada a explorar las estrategias políticas más apropiadas
para romper el determinismo social de los resultados de aprendizaje. En este sentido, se
mencionan tanto las políticas de atención temprana a la niñez como las estrategias de cambio
pedagógico, con especial énfasis en lo que se denominan “políticas de subjetividad”.
POLITICAS DE EDUCACIÓN – CAMBIO SOCIAL – APRENDIZAJE
ABSTRACT
EQUAL OPPORTUNITIES AND EDUCATIONAL POLICY. This text is divided in two
sections. The first one analyzes the hypothesis according to which the diagnoses and responses
to the current social changes not only stir the scientific and technical skills of individuals and of
social groups, but also their basic systems of value. The ethical decision is prior to the definition
of political strategies. The second part of the text explores the most appropriate political strategies
to break the social determinism of learning results. In this sense, both policies of early attention to
children and of pedagogical change strategies are mentioned, with a special emphasis on the socalled
“subjective policies”.
EDUCATIONAL POLICY – SOCIAL CHANGE – LEARNING
Texto apresentado no Seminário: Políticas Inclusivas e Políticas Compensatórias na Agenda de
Educação, comemorativo dos 40 anos da Fundação Carlos Chagas, realizado em 30.9 e 1º.10.2004,
em São Paulo.
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Juan Carlos Tedesco
La literatura y las prácticas políticas destinadas a analizar y a promover la
igualdad de oportunidades a través de la educación son muy amplias, variadas
y tienen una larga tradición histórica. ¿Cuál es la razón por la cual, a pesar de
estos antecedentes, hoy es necesario volver a analizar este problema? La
respuesta a esta pregunta implica aceptar que los profundos cambios que vive
actualmente la sociedad, tanto desde el punto de vista económico como político
y cultural, nos obligan a revisar nuestras concepciones sobre el problema
y nuestras formas de intervención. Esta modificación afecta especialmente la
igualdad de oportunidades ya que una de las tendencias más fuertes de la nueva
economía es el aumento de las desigualdades y ese aumento está acompañado
por tendencias igualmente fuertes a la segmentación espacial y a la fragmentación
cultural de la población.
No estamos, en consecuencia, frente a una cuestión secundaria. Al contrario,
los análisis sobre la sociedad contemporánea que provienen de sociólogos,
economistas, antropólogos, filósofos y educadores muestran que el
interrogante principal que abre la evolución de la sociedad contemporánea se
refiere, precisamente, a la posibilidad de construir un orden social basado en
la justicia y en el reconocimiento de la igualdad básica de los seres humanos.
En un contexto de este tipo, nos parece necesario postular que, para avanzar
en la comprensión de la relación entre igualdad de oportunidades y educación,
no alcanza con un enfoque basado exclusivamente en paradigmas científicos o
técnicos. Necesitamos ampliar la mirada e introducir la dimensión ética que nos
permita justificar porqué y para qué deseamos construir socialmente una
situación donde todos tengan las mismas oportunidades.
La hipótesis sobre la cual se apoya este texto es que los diagnósticos
acerca de los actuales cambios sociales, así como las respuestas a dichos
cambios, movilizan no sólo conocimientos científicos o posiciones políticas,
sino los sistemas básicos de valores de los ciudadanos y de los grupos sociales.
No se trata de apelar a los valores en un vacío científico o ideológico-político.
Se trata, en cambio, de aceptar que un enfoque basado sólo en el aporte de
la ciencia y de la técnica muestra sus límites cuando se trata de optar entre alternativas
que el conocimiento o las ideologías disponibles no alcanzan a explicar
ni a resolver.
Las limitaciones del enfoque científico-técnico está vinculado están vinculadas
a la propia práctica científica. Al respecto, es oportuno recordar el
análisis de Beck (2001), quien nos advierte que en la ciencia actual, primero es
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necesario aplicar las teorías y producir ciertos fenómenos, para luego estudiar
sus propiedades y características: “Es preciso producir primero niños probeta,
liberar criaturas artificiales genéticamente modificadas y construir reactores, para
poder estudiar sus propiedades y características de seguridad”. En un contexto
de este tipo, la ciencia revela sus límites para dar respuestas a las preguntas
por el sentido de nuestras acciones, respuestas que dependen básicamente de
la política y de la ética.
El ejercicio del saber social siempre estuvo asociado a opciones éticas,
políticas o ideológicas. No se trata, en consecuencia, de perder el rigor científico
ni de caer en opciones puramente ideológicas. Como sostuviera Wallerstein
(2002), la idea de que el saber científico y el filosófico-humanístico son radicalmente
diferentes, como si constituyeran dos formas intelectualmente opuestas
de “saber” el mundo – algo que a veces se dio en llamar la tesis de las “dos
culturas” –, no sólo se está volviendo inadecuada como explicación de la masiva
transición social que atravesamos, sino que incluso se convierte en un obstáculo
a la hora de enfrentar la crisis de manera inteligente.
En este marco, el texto que sigue estará dividido en dos grandes secciones.
La primera estará destinada a explicitar el desafío ético de la construcción
de un orden social basado en la igualdad de oportunidades mientras que la segunda
estará destinada a señalar algunas líneas estratégicas en el campo de las
políticas educativas, que traduzcan esa voluntad ética en orientaciones para la
acción.
LA DIMENSIÓN ÉTICA DEL PROBLEMA
La nueva economía, o la economía del conocimiento, ha modificado las
bases sobre las cuales se asentaban tradicionalmente el Estado de Bienestar,
las posibilidades de movilidad social y las distinciones entre las diferentes
categorías sociales1. Una de las claves de estos nuevos procesos es el acceso a
la educación y al conocimiento. Los trabajadores no calificados y las personas
sin competencias para el aprendizaje a lo largo de toda la vida no tendrán
posibilidades de obtener empleos decentes. Los cambios en la organización del
1 La bibliografía sobre la sociedad del conocimiento y las nuevas desigualdades es muy amplia.
Entre otros, pueden verse Castel (1997), Cohen (1998) y Rosanvallon (1995).
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Juan Carlos Tedesco
trabajo y en las demandas de calificaciones explican en gran medida la tendencia
al aumento de la desigualdad. Dicha tendencia se expresa con mayor intensidad
en los países con mayores niveles de desregulación de sus mercados de trabajo
y de sus políticas sociales. No es casual por ello que también sea en esos contextos
donde se producen los argumentos más claramente orientados a justificar
la desigualdad social como un fenómeno natural y legítimo2.
Las posibilidades de un orden social basado en la desigualdad natural
de los seres humanos han recibido un nuevo impulso a partir del
descubrimiento del genoma humano. Al respecto, es oportuno retomar el
análisis reciente que Habermas (2002) presentó sobre las consecuencias de
la manipulación genética sobre la construcción del orden social. Habermas
sostiene que la intervención genética modifica las condiciones a partir de las
cuales nos constituimos en sujetos, en nosotros mismos. En el marco de la
socialización basada en un capital genético no manipulado, tenemos un principio
de libertad que nos permite asumir la responsabilidad sobre nuestra
biografía, la reflexión autocrítica y la posibilidad de compensar retrospectivamente
la relación asimétrica que existe entre padres e hijos. Los deseos de
los padres son siempre susceptibles de contestación en el proceso
comunicacional de la socialización. Esta posibilidad autocrítica desaparece o
se modifica cuando sabemos que existió una intervención
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