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Dice la leyenda que Víctor Emilio Estrada (ex presidente del Ecuador en 1911)


Enviado por   •  26 de Agosto de 2015  •  Apuntes  •  2.105 Palabras (9 Páginas)  •  577 Visitas

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Dice la leyenda que Víctor Emilio Estrada (ex presidente del Ecuador en 1911) era un hombre de fortuna, acaudalado y de sapiencia, todo un caballero de fina estampa. Las personas de esa época decían que el caballero había hecho un pacto con el Diablo, y que cuando muriera él mismo vendría a su tumba a llevárselo.

Víctor Emilio Estrada construyó una tumba de cobre para que el Demonio no invadiera su descanso.

Al morir fue enterrado en su tumba de cobre, una de las más grandes del cementerio de Guayaquil. El Demonio quiso llevarse su alma al infierno como habían pactado, pero en vista de que no pudo éste lo maldijo y dejó varios demonios de custodios fuera de su tumba para que lo vigilaran y no lo dejaran descansar en paz. Desde ese día Víctor Emilio Estrada no descansa en paz y todas las noches sale a las 23 horas con su sombrero de copa y su traje de gala por la puerta uno del famoso cementerio de Guayaquil, a conversar con las personas que se detienen a coger el bus en la parada.

De historias asombrosas están llenas ciudades chicas y grandes, varias de ellas causan pánico. Hay quienes las vivieron y las recuerdan con pavor, otros, con solo escucharlas se sobresaltan, pero para algunos nada de ello es verdad y no sienten temor.

Lo cierto es que las leyendas están ahí, y no pasan desapercibidas. Luces malignas, gatos enfurecidos y brujería, por otro lado apariciones celestiales tales como vírgenes, forman parte de la historia de nuestros cementerios. Los más ancianos siempre las rememoran, en ocasiones porque aseguran que las vivieron, pero la mayoría de veces para dar un susto a los niños malcriados.

En un recorrido por varios camposantos del país, encontramos pintores, albañiles, sepultureros y familiares de difuntos, arreglando tumbas; ellos pasan gran parte del día entre esculturas y mausoleos y nos contaron sus anécdotas.

La mayoría opinó que, la ciudadanía más debe preocuparse por la falta de resguardo y de mantenimiento de los cementerios, que de los espíritus que supuestamente rondan por el territorio.

Carmita Anastacio, habitante de Cerecita, señaló: “Por aquí no hay nada raro, de lo que debemos cuidarnos es de los mañosos que se llevan la flores, las rejas, los vidrios”. Según ella, “los malandros llegan después del Día de Difuntos y se llevan lo mejor que encuentran”.

En Babahoyo, Ángela Carrillo piensa que se debe incrementar la seguridad del lugar porque “entran muchos fumones y los ladrones se llevan lo que pueden, objetos de cobre, rejas, hasta los candados”. Él pinta sepulcros hace cinco años.

Clariza Bohórquez vive junto al cementerio de Playas. Trabaja vendiendo agua, colas y velas, ella asevera que “por la noche se roban las cosas del cementerios, por ejemplo las rejas, como aquí no hay seguridad, no se puede hacer nada”. Además contó que hace pocos meses se sustrajeron unos cuerpos. “Dicen que unos estudiantes de medicina hicieron eso, pero yo no vi nada”, sostuvo.

Olga Suárez, de 75 años, dijo que ha visitado la tumba de su marido y de otros familiares y nunca vio ni ha escuchado cosas extrañas.

El 2 de noviembre planea dejar una corona a sus parientes y amigos en el cementerio comunal de Cerecita.

“A veces me pregunto por qué se muere la gente buena y no la mala”, exclamó.

Para Fernando Sánchez, de 54 años, “los difuntos también se merecen una fiesta”.

Él considera que hay hijos irresponsables que abandonan a sus seres queridos cuando mueren.

“Yo sí visito la tumba de mis padres, no espero el Día de los Difuntos, para hacerlo”.

Sánchez limpia cada 15 días estos nichos debido al amor que sintió por sus progenitores, exteriorizó.

En el cantón Milagro, Ángel Escobar arregló con tiempo la bóveda de un familiar para que se vea bien en el 2 de noviembre. A su criterio el sitio está algo descuidado y para que mejore “los propios dueños debemos arreglar las tumbas de nuestros muertos”, reflexionó.

En el mismo camposanto, Patricia Alvarado manifestó que por su propia iniciativa gestiona el arreglo de todo el pabellón donde se encuentran sepultados sus parientes.

“Yo no espero que lo administradores hagan algo, aquí solo están mis padres y mi abuelo, el resto de tumbas son de otras personas, pero igual pintaremos todo para que se vea bonito”, declaró.

Doña Patricia finalizó su testimonio diciendo que en el cementerio general de Milagro, todos colaboran con el aseo, en especial los obreros que se ganan la vida pintando y arreglando lápidas, ella espera que las autoridades pongan más atención a este sitio reposo perpetuo.

Aparición de la Virgen en el cementerio de Cerecita

“Aquí no se escucha nada raro”, afirmó Miguel Borbor de 54 años, mientras relataba que pasa mucho tiempo con sus parientes ya que tiene seis familiares enterrados en el cementerio general de Progreso. “El Día de los Difuntos es bonito, viene mucha gente y hacemos una misa general”.

Borbor recordó de repente algo que pasó hace algunos años, la aparición de una Virgen. Desde una casa en el pueblo, en la vía Sabana Grande, algunos pobladores aseguran que se vio una efigie celestial. “Desde ese punto, si miraban para el cementerio, entre los árboles se dibujaba la imagen de una Virgen”, narró.

Una de las comuneras que presenció el hecho es Isabel Ascencio, de 69 años, ella cuenta que fueron unos niños los primeros en advertir sobre el suceso.

“Un 10 de enero los chicos que venían de hacer la primera comunión observaron la imagen de la Virgen en el aire, ellos corrieron en seguida a decirle a los demás lo que estaba pasando, algunos no creían, otros no apreciaban nada, yo sí la vi. Desde aquí, si miraba para el cementerio, se veía como que flotaba, era algo sorprendente. Un muchacho, que ahora vive en Estados Unidos, le tomó una foto con su celular, es la Virgen de Fátima”, declaró.

Para recordarla los habitantes crearon un altar desde el punto donde se contempló la figura, asimismo, se colocó en uno de los árboles del cementerio un ramillete de flores y un rosario entre

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