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Diversidad De Generoi

pepelocuaz7 de Marzo de 2014

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EQUIDAD DE GENERO Y DIVERSIDAD EN LA EDUCACION

María Elvia Domínguez Blanco

Universidad Nacional de Colombia

Publicado en www.utp.repes.edu.co

Antecedentes

El campo de los estudios de género y educación en Colombia es muy reciente. Por el contrario, las luchas de los movimientos de mujeres por acceder a la educación comenzaron hace casi un siglo. En los años 70, aparecieron los estudios pioneros en Mujer y Educación en Medellín y Bogota. La inclusión de la categoría género en las políticas educativas solo comenzó con el plan decenal de educación (1996-2004). La investigación en este campo se ha orientado hacia las representaciones del sistema sexo/género en las prácticas educativas, y el desarrollo de programas coeducativos del orden nacional y en Departamentos como Antioquia, Valle y Tolima. Desde 2003 comienza integrarse el componente de diversidad a raíz del impulso de la Política Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo nacionales en Género y Diversidad en favor de la discapacidad, las migraciones forzadas y las diferencias étnicas. Se concluye que hacen faltan voluntades políticas locales eficaces en género, diversidad y educación para fomentar la investigación colaborativa en la construcción de una educación incluyente.

Objetivo

Hacer un análisis y presentar recomendaciones acerca de la producción de conocimiento sobre las desigualdades entre hombres y mujeres en la educación desde tres vertientes complementarias: los ordenamientos estructurales en función del género (políticas públicas en la educación); las discriminaciones en el sistema educativo (indicadores sociales de segregación entre sexos y acciones afirmativas); y las construcciones sociales de género en propuestas de acción coeducativa.

Introducción

En materia educativa, los movimientos de mujeres colombianas desde comienzos de siglo XX insistieron en posicionar la educación femenina en: las agendas y políticas, las estructuras de los sistemas educativos, y los programas de formación y educación para el trabajo. Pero solo hasta la década del 80, con la Ley 51 de 1981 sobre la eliminación de todas las formas de discriminación hacia la mujer, comienza la formulación de programas para las mujeres. Esta convención formula sus orientaciones en los artículos 5 y 10 (Arana, Domínguez, Jaramillo, Mojica y Robledo, 2001).

Desde 1930, han existido censos acerca de la participación por sexos en el sector educativo (alfabetismo, presencia y deserción en la escolarización, número de docentes). Y desde los años 20 comenzaron a hacerse sentir en el país las demandas de las feministas por el derecho de a la educación secundaria y terciaria para las mujeres. Pero solo hasta 1994, se incluyen el concepto de equidad de género en la política educativa, se crean los indicadores correspondientes para desarrollo y planeación social, y los análisis de micro-mezo-macro para orientar medidas de equidad, especialmente durante el gobierno presidencial del período comprendido entre (1994-1998). En el 2003, se incluye el componente de diversidad en la política Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo de la Consejería para Equidad de la Mujer (2003-2006).

Entre 1970 y 1990, evidenciamos un avance en el nivel educativo de las mujeres colombianas, este ha sido uno de los logros “blandos” del desarrollo, con una inversión económica relativamente baja. Aunque las mujeres adquirimos presencia paritaria en la secundaria y la educación superior, y en algunos casos supera a los varones, esto no se refleja de igual manera en el mundo del trabajo. Es decir, todavía muchas de nosotras participamos en condiciones de inferioridad en ocupaciones laborales calificadas y semi-calificadas. Agravado esto, por precariedad del empleo debido a los altibajos de la economía colombiana. Así si bien cuantitativamente hombres y mujeres hemos alcanzado paridad en cuanto a la participación en escolarización y el empleo, cualitativamente se presentan grandes problemas que repercuten negativamente en el desarrollo integral de capacidades, intereses y potencialidades desde la temprana infancia.

El campo de los estudios de mujer y género en Colombia es reciente. Al finalizar el siglo XX comienzan las primeras descripciones e investigaciones acerca de la situación de hombres y mujeres en el Sistema Educativo. En este recorrido, tanto la teoría, como los trabajos empíricos han corrido paralelamente, a diferencia de otras latitudes, donde los estudios de las mujeres visibilizaron sus características demográficas, económicas, históricas y culturales, antes de emerger formulaciones teóricas respecto a la categoría género.

Los primeros estudios acerca de Mujer y Educación, son realizados por la Universidad de los Andes en el Centro de Estudios de Desarrollo Económico (CEDE) Bogotá desde 1985. En 1993 aparecen, las primeras descripciones acerca de la situación por sexos en educación, aparecen en la publicación COLOMBIA. MUJERES LATINOAMERICANAS EN CIFRAS, publicación apoyada por el Instituto de la mujer y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales .

Los estudios acerca de las relaciones entre trabajo y educación formal son bastante reducidos. Las investigaciones colombianas en el campo de género y mujer, han dado mayor énfasis a temas de demografía, empleo, trabajo, familia y socialización, relaciones de parejas, violencias, migraciones, salud reproductiva, y nuevas representaciones de la feminidad y la masculinidad. En especial han sido objeto de estudios los grupos de mujeres de sectores populares y los procesos de empoderamiento de las organizaciones femeninas.

La categoría género en la educación

Teresa de Laurentis31 considera el género como la representación de una relación que se traduce en la pertenencia a una clase, a un grupo, a una categoría y tiene la función de constituir a los individuos concretos en hombres y mujeres. Entendido el género como una representación, implica que es una construcción social y cultural, mientras que la diferencia sexual es un estado natural. El género es la imagen que se hacen los individuos de la relación que establecen con los otros, representación que asigna una identidad como hombre o como mujer con todas sus significaciones. Según Bourdieu (1991, citado por Lamas, 1995):

“... la división del mundo basada en las referencias a las diferencias biológicas, y sobre todo a las que se refieren a la división del trabajo de procreación y reproducción, actúan como la mejor fundada de las ilusiones colectivas. Establecido como conjunto objetivo de referencias, los conceptos de género, estructuran la percepción y la organización concreta de toda la vida social” (p. 331) .

Desde esta perspectiva, no existe diferencia entre género y cuerpo, en la medida en que las subjetividades generizadas son materialidades informadas históricamente Estrada (200l) . En palabras de Judith Buttler al dejar de ser entendido género como producto de relaciones psíquicas y culturales pasadas hace mucho, el género es una forma contemporánea de organizar las normas culturales, pasadas y futuras, una forma de situarse en y a través de esas normas, un estilo activo de vivir el propio cuerpo en el mundo .

En el mundo de la vida el sexo y el género se hayan interconectados. De tal manera que no existen sexos como tales, existen “hombres”, “mujeres”, “gays”, “transgeneristas”. Los géneros son variables, tanto por la época como por las culturas. Lo único que hasta ahora permanece invariable, a pesar de los intentos de la ingeniería genética es el sexo genético (XX para las hembras, y XY para los machos). Precisamente por ser el género una construcción social, los géneros no son inmutables, pueden variar en cuanto a sus contenidos, ordenes jerárquicos o desaparecer en función de las variaciones y las necesidades de las sociedades, en cada etapa histórica.

A partir de la Constitución Política de 1991, el interés por analizar las identidades pone de manifiesto la nueva mirada al país multicultural y multiétnico. Según lo expresa Arango (1995) las nuevas investigaciones “se orientan a problematizar la heterogeneidad, multiplicidad y simultaneidad, así como el carácter relativo y cambiante de las identidades” (citado por Dueñas, 2000, p. 19) . De acuerdo a lo anterior la categoría género ha sufrido un proceso reconstructivo para articular a la diferencia sexual otras diferencias como la clase, la etnia, la edad, la discapacidad y la opción sexual.

Contrario a lo expuesto anteriormente, todavía en los estudios acerca de equidad educativa en los países de habla hispana, el uso del concepto de género se ha hecho equivalente al de mujer. Encontrándose dos tendencias de análisis: (1) los trabajos acerca de mujer y educación, fomentados por principalmente por organismos internacionales como la OIE, la UNICEF, la OREALC, la SECAB, los cuales no se incluyen en los estudios nacionales e internacionales acerca de la desigualdad educativa, y (2) indicadores de equidad de género y trabajo, donde se integran las categorías mujer y educación, con mujer y trabajo, y los análisis comparativos de acceso, participación y rendimiento en aprendizajes para ambos sexos.

Igualmente, los logros de los movimientos de mujeres en el campo educativo se reflejan en la Conferencia de Jomtien sobre Educación para todos en 1999, y en la V Conferencia Internacional de Educación de Adultos, CONFITEA V (Hamburgo, 1997), y en otros organismos como de las

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