Déjala decidir

Déjala decidir

Su voz empieza a perder armonía cuando decide  contar  la terrible experiencia que tuvo que pasar, y con lágrimas en los ojos grita que no se lo desea a nadie,  su madre le da un beso en la frente acompañada de una sonrisa,  que le transmite confianza, fuerza y amor. Valentina, y que  por casualidades (malas) de vida, ahora pide que la  llamen  “VALENTIA”. Tiene apenas 17 años, cuerpo de una adolescente y una sonrisa que se va perdiendo poco a poco, no creció con un padre ni con hermanos, quienes la pudieran  defender, es solo ella y su anciana madre. A Valentina la violaron no menos de 6 pandilleros, cuando  regresaba de su trabajo un 30 de marzo  del presente año (2015), fecha que no puede olvidar, por más veces que lo ha intentado, es una cita  de rodaje negra en su vida, que se produce repetitivamente , aunque ella trata de borrarlo, no puede. Me agarraron, me taparon la boca y me violaron uno por uno, durante dos horas, los peores 120 minutos de mi vida, cuenta mientras no para de llorar. Producto de esa violación hoy está embarazada, ella no planeo ser madre, y no quiere  serlo, ella quiere ser una arquitecta, terminar la escuela  y postular a la universidad, cumplir con sus metas y lograr sacar adelante a su madre.

Valentina, se armo de valor y decidió buscar ayuda, de algo estaba segura, de que no quería seguir con una maternidad impuesta, ahora no, no paraba de mirarse  en el espejo y sentía que sus planes estaban desapareciendo, pensó en suicidarse, pero el día que la violaron, la mataron, mataron sus ilusiones, sus propósitos, sus risas, sus alegrías, su proyecto de vida,  la mataron a ella, y no necesariamente físicamente. Tardo dos semanas en decidir lo que quería hacer, y no porque lo dudaba si no porque quería estar segura, pensar primero en ella, ¡Voy abortar! Dijo, Nadie se opuso.

Sin embargo se choco con una realidad que no esperaba, en Perú a pesar que cada año se registra 37000  mil denuncias  al año  por violación sexual, el aborto es penalizado. ¿Penalizado? Si, según el artículo 120 del código penal Peruano, el estado sanciona con pena de cárcel la interrupción de un embarazado producto de una agresión  sexual. Esto lleva a las mujeres, como Valentina buscar vías clandestinas, con un mayor o menor éxito, sin una garantía sobre su vida. No es suficiente que la violaron, no es suficiente que le quieran obligar explícitamente a ser madre, a esto se suma el miedo de poder morir contagiada por una bacteria o porque simplemente quien le practico el aborto era un  aprendiz. Desde hace años, a falta de respaldo estatal, miles de mujeres violadas se someten a abortos clandestinos en el país, y un dramático porcentaje de ellas muere en esos “laboratorios”, que parecen más a mataderos.

Pero si  es el estado, que tiene la obligación de garantizar vidas dignas para todos y eso incluye también a las mujeres,  se dedica a darles la espalda a estas adolescentes, y este es solo uno de los 37000 mil caso, que lo multiplicamos por dos, claro, porque una de cada dos (en los mejores casos) se  atreven a denunciar,  y la mitad se queda callada sea por vergüenza o por miedo. Los abortos deberían ser un asunto de salud pública, la perpetuación de abortos clandestinos que se han vuelto un negocio que prima sobre la vida y la salud de las mujeres, a falta de una legislación adecuada a esta realidad.

De algo tengo la mayor seguridad que solo conociendo la realidad, podremos cambiarlo, pero ¿quién se atreve a mostrárnosla?,  necesitamos recibir información libre de prejuicios y estereotipos, que incluya una educación sexual, que nos permita informarnos con verdades científicas y no verdades a medias. La televisión, es  el medio más influyente en nuestra sociedad y en el  de cualquiera. Si bien en la primera década del siglo XXl ha crecido la atención en los problemas de seguridad ciudadana, la violencia sexual en general y las violaciones sexuales en particular, han recibido una  atención periférica por parte de las instituciones del Estado y por gran parte de la sociedad civil y los medios de comunicación. No son delitos “espectaculares” y , por ello, suelen estar lejos de los titulares de los diarios, o del noticiero a las diez de la noche,  ser violada o terminar muerta después de haber practicado un aborto clandestino no es fruto de un crimen organizado y, por ello, no le prestan tanta atención, a profundidad del tema, buscar o intentar  buscar soluciones, no se está perdiendo dinero, se pierde vidas, se pierde la inocencia de niñas, se pierde derechos fundamentales que garantizan el pleno desarrollo de la personalidad  y el  proyecto de vida.

...