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EL COMERCIO DE HOY

DanPradini3 de Mayo de 2015

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5. Conclusiones

Nuestro supuesto fue que el régimen democrático mayoritario tipo Westminster que rige en Bolivia no es el más adecuado para las características multiétnica y pluricultural de su sociedad civil, debido a que el sistema competitivo gobierno versus oposición y de mayorías relativas estrechas, apto para sociedades homogéneas, en la práctica dejaba siempre fuera del proceso de toma de decisiones a la gran mayoría indígena. Esta situación hizo crisis a partir del inicio del milenio, con los levantamientos populares que posteriormente forzaron la dimisión de dos gobiernos.

Según el politólogo holandés Arend Lijphart, el régimen democrático consociativo es más eficaz para otorgar estabilidad y gobernabilidad a sociedades plurales en el largo plazo. Nuestra hipótesis de trabajo planteó que, dado el carácter plural de la sociedad boliviana, podían existir las condiciones para la aplicación de algunos elementos de democracia consociativa según el modelo estudiado por Lijphart.

Del análisis de las características de la sociedad boliviana actual, es posible concluir que la mayor parte de las condiciones consideradas favorables para el funcionamiento del modelo de democracia consociativa estudiado por el politólogo holandés, es aplicable en el caso de Bolivia.

Lo importante es establecer una institucionalidad que sea aceptada y legitima da por la gran mayoría de los ciudadanos y que funcione de manera coherente y consistente con la realidad pluricultural del pueblo boliviano. Una vez esta blecidas las reglas del juego político, es decir, las instituciones y los procedi mientos de toma de decisión, es posible entrar a debatir las modalidades de las políticas públicas a aplicar en los diferentes ámbitos.

La modalidad consociativa de gobierno nacional de gran coalición puede, precisamente, proveer los mecanismos para la toma de decisiones en la que participen todos los segmentos relevantes de carácter étnico-cultural o territorial, con derecho a veto en aquellos asuntos que se consideren de importancia vital para ellos y, en este sentido, dar a las autonomías una orientación nacional al tiempo que se tomen en cuenta las necesidades regionales. Se trata de descen tralizar en interés de la sub-nación y centralizar en interés de la nación.

El fervor y el enfrentamiento, en ocasiones violento, con que los diversos actores políticos defienden sus posiciones en estos días, confirman la hipótesis de Gabriel Almond respecto a que en sociedades plurales, con grupos segmentados y potencialmente hostiles, prácticamente todas las decisiones son percibidas como importantes, si no vitales. De aquí que la política deja de ser un juego, propio de las naciones homogéneas como las democracias anglo sajonas, para convertirse en una lucha cuyo clima generalizado es más bien de ansiedad. Sin embargo, existe la voluntad del pueblo boliviano de mantenerse unido como nación democrática, en el reconocimiento de su diversidad étnico cultural y territorial.

En tal caso, la única salida racional corresponde a la moderación, la coope ración, la negociación y la inclusión. Como en todo acuerdo político, ningún segmento puede pretender obtener toda su voluntad. Cada parte deberá conformarse con el sub-óptimo porque, de esta manera, quien recibe el beneficio de lo óptimo es la sociedad en su conjunto, que es capaz de sobrevivir.

Un importante reto para la minoría blanco/mestiza, que hasta ahora había detentado el poder político, es la disyuntiva entre negociar y mantener así una cuota cierta de ese poder, o bien luchar por recuperar la totalidad de él y perderlo todo en el intento. Por otra parte, el triunfo del MAS, con un apoyo popular que puede haber tocado techo en las elecciones pasadas, la actitud más adecuada es una disposición a negociar. La lógica de la inclusión debe prevalecer por sobre la lógica de la toma del poder, cuyo historial de fracaso y de reversión de la democracia es ampliamente conocido en el continente.

Los sueños extremos de recreación de sociedades ancestrales, como asimismo los que aspiran a construir una sociedad homogeneizada en base a un proyecto mestizo hispano-criollo, deben dar paso a la realidad de la sociedad boliviana tal cual es hoy día: multiétnica, pluricultural y con necesidad de insertarse en el mundo globalizado del siglo XXI.

Sin embargo, a nuestro entender, el tema central y primario es el arreglo político; las formas que debe tomar la relación entre el Estado boliviano y la sociedad civil, es decir, las reglas del juego democrático en la toma de decisiones políticas. Una vez aclarada la relación Estado-sociedad, se podrá debatir la relación Estado-mercado. Es importante que el debate sea secuencial y no simultáneo en estos aspectos. Mezclar discusiones de modelos políticos y modelos económicos es garantía de entrampamiento que, finalmente, no arribe a ninguna solución.

Durante el desarrollo de esta investigación hemos llegado al convencimiento de que no solamente es posible sino necesario diseñar una estructura políticoadministrativa fundada en el agrupamiento étnico-cultural y territorial, en base al “principio de personalidad” combinado con el “principio de identidad territorial”, que tome en consideración el carácter pluricultural de la sociedad boliviana y que provea de las autonomías necesarias, sin perder de vista el interés del conjunto del país.

En una sociedad de estructura plural y bajo un comportamiento agonístico por parte de sus elites, lo que se crea es una democracia centrífuga, es decir, un régimen democrático que tiende hacia los extremos y, por tanto, con inestabilidad inherente. Bajo estas circunstancias, existen dos direcciones hacia la cual se puede mover ese régimen: hacia una democracia consociativa, si existe la voluntad política o, de lo contrario, hacia un régimen no democrático.

La democracia centrífuga es afectada por dos variables independientes: el carácter plural de la estructura de la sociedad y el comportamiento agonístico o con1ictivo de las elites políticas. La primera variable no es modificable. Por lo tanto, es urgentemente necesario cambiar la conducta de las elites y su cultura política, las que deben transitar desde un comportamiento hostil a uno de integración y cooperación.

Creemos que la democracia consociativa, sustentada en la cooperación más que en la confrontación de las elites dirigentes, con sus cuatro características básicas de: gobierno nacional de gran coalición, derecho a veto mutuo, proporcionalidad en la representación y presupuestos y autonomías de los segmentos en materias propias de su cultura, constituye la única solución viable para instalar en Bolivia un régimen democrático que brinde gobernabilidad y estabilidad en el largo plazo.

Para hacer posible la recomposición democrática de la gobernabilidad se necesita una estrategia política. El objetivo debe ser restablecer la gobernabilidad en democracia y asegurar la viabilidad de Bolivia como nación, que es justamente lo que hoy día está en tela de juicio. Es responder a la necesidad de tener un orden político tanto legítimo como eficaz; legítimo porque se trata de construir una capacidad de gobierno que sea fruto de la voluntad democrática y el compromiso de las mayorías nacionales, y eficaz por los resultados que deben lograrse en la acción de gobernar, que son los únicos que pueden consolidar y reproducir la legitimidad del poder político.

La estrategia que vemos necesaria consiste en un conjunto de acciones que las enumeraré rápidamente, a manera de una ruta crítica a seguir.

Una estrategia política que sea capaz de articular una mayoría política y electoral -que no se puede gestar si no es el escenario de un proceso eleccionario- como base para la constitución de un gobierno sólido y fuerte. Debe tratarse, además, de una estrategia que permita formar una coalición de poderes legales y aquellos otros que llamaríamos fácticos –pensamos en las organizaciones sociales, fuerzas empresariales y cívicas, medios de comunicación, organismos internacionales y otras que sin ser formalmente parte del sistema político tienen, sin embargo, una capacidad efectiva de in1uir sobre los procesos decisionales y las condiciones de gobernabilidad en el país.

Lograr una forma de alianza que reúna a los poderes legales con estos factores fácticos es la única posibilidad de lograr un bloque de poder que pueda aglutinar a sectores amplios de la sociedad, asegurando gobernabilidad política y social. En suma, una estrategia capaz de establecer un renovado equilibrio político en el país, superando el con1icto de poder y el empate catastrófico.

Un programa de crecimiento económico y creación de empleo, sobre bases productivas amplias y diversas, que aproveche de la manera más óptima la favorable coyuntura económica actual.

Rescatar la centralidad de las instituciones representativas (gobierno, parlamento, partidos políticos) para reconstituir el sistema de decisiones y reconstruir el soporte institucional del Estado democrático. En ese sentido, el desafío es también recuperar el protagonismo y la centralidad del Estado como eje del poder político, entendido éste como la capacidad de tomar decisiones legítimas y vinculantes, asegurando el funcionamiento del orden constitucional.

Proyectar ciertos cambios institucionales para reforzar la legitimidad del sistema político y mejorar el funcionamiento del sistema de gobierno. Este nuevo esfuerzo de ingeniería política debe contemplar

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