Las Escuelas Hoy
Cristinaraimondo12 de Septiembre de 2011
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¿Y si las escuelas periféricas no estuvieran ahí?
María Cristina Raimondo
Fecha: 09/03/2011
I.S.F.D. Y T. Nº 74
General Belgrano
En este trabajo quiero reflejar, el cambio de un modelo de Sociedad Disciplinaria a otra de Control, para poder explicar, en esa transición, la crisis de algunas Instituciones, dentro de las cuales se encuentra la escuela, que es la quiero analizar en este trabajo, para explicar tres realidades que acontecen en ésta: la repitencia, el abandono y la sobre edad de los/as alumnos/as., la relación de los/as educadores/as, los directivos y los Organismos encargados de la organización escolar, la calidad de la educación planteada desde el contacto diario de los profesores y directivos de la Institución,. Para esta tarea voy a tomar los textos de Carlos Skliar del libro Alteridades y Pedagogías o… ¿Y si el otro no estuviera ahí?, Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire y algunos fragmentos de Gilles Deleuze, del Libro Conversaciones cap. V, para caracterizar los cambios sociales que involucran los cambios en la Institución escolar.
Cuando hablamos de la inclusión de los adolescentes en la escuela, nos lleva a pensar una serie de estrategias que permitan sostener la escolaridad de los alumnos dentro del ámbito escolar. Cada alumno tiene una biografía escolar, una trayectoria.
La trayectoria escolar es una herramienta importante si se la tiene en cuenta para conocer más al alumno y desde allí emplear las estrategias necesarias para que el alumno/a encuentre que esos conocimientos que va a adquirir son significativos para él. Pero también es posible que el conocimiento de la trayectoria escolar del chico, se utilice para “etiquetarlo” (el problemático, el lento, el violento, el drogadicto)
Esta trayectoria es regular cuando la han recorrido en tiempo y forma, es decir, que ingresen a la misma edad a cada nivel, que tengan entre 9 y 10 años cuando cursen cuarto grado que finalicen la escuela secundaria alrededor de los 17 o 18 años.
Sin embargo hay una importante cantidad de niños y jóvenes que transitan su escolaridad en forma variada. Esto nos demuestra que el ideal planteado por la organización escolar está lejos de la realidad sobre todo para aquellos que provienen de los sectores más pobres. Esta interrupción de la regularidad se da por abandono, repitencia y sobre edad, en el caso del abandono la interrupción es total y a veces definitiva
Estos tres elementos mencionados son parte de la misma realidad, es decir, la repitencia se da por no alcanzar los logros establecidos en el currículo, por ausentismo elevado, por abandono temporal generando repitencia y sobre edad en los /as alumnos/as, esta realidad tiene un componente básicamente económico, ya que se da en mayor medida en los sectores más vulnerables de la sociedad, hablo de una sociedad capitalista con un modelo neoliberal donde la polarización social es dramática. Por otro lado me llaman la atención, los discursos de algunos educadores, (quienes tienen a su cargo más horas de las que pueden manejar donde la calidad en la relación con sus alumnos/as se ve afectada por falta de tiempo) para comprometer a los jóvenes con la educación, discurso capitalista del consumo, del Tener y no del Ser, donde el éxito económico es el fin último, discurso, a mi entender, bastante peligroso, porque viniendo de quienes educamos puede ser tomado como una verdad absoluta, reproduciendo las situaciones de exclusión, generando competencia entre los mismos y frustrando a quienes no pueden acceder a estos bienes materiales asociados al éxito económico. En tiempos de globalización, donde todo es urgente, donde todo es obsoleto al poco tiempo de ser adquirido, donde consumir es “ahora”, estos jóvenes sienten que están perdiendo el tiempo en la escuela, tiempo que puede ser utilizado para ganar dinero que les permita comprar los objetos del deseo, objetos por los cuales hipotecan su vida. “Cuando no existe un fin mayor que empuja a los hombres hacia los límites de su horizonte, los medios pasan a ser fines y convierten en esclavos a los hombres” (Lucien Febvre, combate por la historia, pag. 55). Si a esto le sumamos la falta de propuestas pedagógicas que anulen el discurso anterior y que les permita vislumbrar una alternativa más interesante por la cual seguir en la escuela, nos encontramos ante una crisis previsible.
Cuando hablo de la Escuela, no puedo dejar de pensar, que esta polarización social se traslada a las Escuelas. La Escuela es la sociedad. He podido observar que existen dos tipos de Escuelas públicas, las que mantienen las estructuras de la sociedad disciplinaria, las cuales intentan por todos los medios (reglas, normas, prohibiciones, control de los contenidos que se imparten en la Institución por parte de los directivos, etc.) la inserción de los jóvenes en la sociedad, por lo que los que no se adaptan a estas normas quedan fuera de ese ámbito escolar ya que no son aptos para la reproducción social y por otro lado, encuentro las Escuelas que son depósitos de estos alumnos/as y corresponderían a las nuevas estructuras de la sociedad de control-exclusión, en este caso hablo de las Escuelas periféricas, que a mi entender son la contracara y a su vez la consecuencia de las antes mencionadas, pero también necesarias para reafirmar el status de las primeras, haciendo en este caso alusión al concepto de alteridad, “En esa misma operación de alterización, queda implícita la construcción de la esencia de la propia mismidad, la fijación del yo mismo: una mismidad regular, coherente, completa, pero sobre todas las cosas benignas, positiva, satisfactoria, localizada en una territorialidad opuesta al mal del otro y al otro del mal”(Carlos Skliar)
Es aquí donde encuentro esa relación entre las dos Escuelas públicas y en esa relación puedo vislumbrar como las reglas, normas, sanciones, etc.,(quedar libre por faltas o repetir el año, entre otras consecuencias) generan el traslado de alumnos a las escuelas periféricas, donde existe una relación más flexible con las notas, con la asistencia, con menos responsabilidades, Por mi parte, considero que las reglas en una Institución son fundamentales para formar sujetos responsables y comprometidos no sólo con la Institución sino con ellos mismos. En esta cuestión del facilismo, de pasar por la escuela sin llevarse nada, o lo que es peor un título vacío, ellos no se dan cuenta que van inexorablemente hacia el camino de la exclusión, es aquí donde yo me pregunto: ¿Dónde están los adultos para hacerlos reflexionar al respecto? Es en esta reflexión donde encuentro padres ausentes, educadores sobrecargados de horas, directores/as que quieren sostener la matrícula en detrimento de la calidad de la educación. Una educación de calidad estaría dada en tanto los sujetos de conocimiento pudieran responsabilizarse de sus actos y posicionarse en la sociedad como tales, y no hablo aquí de acomodarse mansamente en la trama social como animales domesticados, sino como sujetos dueños de un pensamiento crítico. Capaces de pelear por sus ideales,
Hoy asistimos a un cambio de paradigma social, estamos en plena transición en el paso de un modelo de sociedad a otra, como dije anteriormente, de una sociedad disciplinaria a una de control. ¿En qué radicaría el cambio? A diferencia de la disciplina, el control no es reinsertivo sino que opera por exclusión, es excluyente, y el “castigo” que impone no permanece ligado a un cuerpo y a un lugar (las sociedades de control son en extremo tolerantes con las anomalías que no obstante señalan) sino que se agota en el no-lugar del tránsito. Ser apartado, pasar a otro espacio de “tolerancia” vigilada es la pena impuesta a los hombres que ponen en peligro el nicho en el que están: pasarán a otro nicho y poco más, pues en ninguno encontraran resistencias correctoras que intenten devolverlos a la normalidad de procedencia. En las sociedades de control no se cura ni se reforma a los hombres, se les distribuye, facilitando su dispersión y, en última instancia, su desaparición.
Frente a las fuerzas centrípetas que configuran el mundo humano en las sociedades disciplinarias, las fuerzas que lo dominan en las sociedades de control son centrífugas. Los hombres son perfectamente prescindibles en éstas. El arquetipo trabajador no es ya más un centro de atracción. Dicho de otra forma: el saber-mirar (ecológico) de las sociedades de control es consecuencia de un saber-poder cuyo objeto ya no es el hombre sino la máquina.
Es evidente, sin embargo, que las instituciones estelares de la sociedad disciplinaria (el hospital, la cárcel, la escuela...), aunque están en crisis, no han desaparecido, siguen presentes en nuestras vidas; algunas incluso han renovado su protagonismo. Lo inaceptable es que seguimos pensándolas conforme a los parámetros de la disciplina.
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