EL DESARROLLO DE LA LENGUA ORAL Y ESCRITA EN EL PREESCOLAR
alerosaTarea9 de Noviembre de 2015
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EL DESARROLLO DE LA LENGUA ORAL Y ESCRITA EN EL PREESCOLAR
¿CÓMO APRENDEN LOS NIÑOS DE OTROS…? PAPEL DE LA INTERRACION EN EL APRENDIZAJE DE LA LECT-ESCRITURA EN PRESCOLAR.
Lic. Cecilia Martínez Díaz
09/11/15
Análisis de la observación
La escritura de palabras en un primero momento, fue diseñada considerando una organización en quipo de tres o cuatro integrantes, con la finalidad que interactuaran, discutieran y pusieran en jugo sus saberes los niños. Conforme pasaron algunas sesiones a la actividad se incorporó una parte final en la que de manera grupal todos los niños discutían las palabras escritas y elegían la correcta. El trabajar en equipo es ideal para favorecer la interacción cooperativa, el intercambio también y permite que todos los niños participen en la actividad, para lograrlo es necesario que la disposición espacial facilite la comunicación.
Fue interesante observar la interacción que los niños tuvieran con el abecedario, ya que es un recurso que muchas veces no se considera al planear una clase, pero aquí se muestra la importancia de darles herramientas a los niños para que resuelvan sus problemas.
Una vez que los niños lograron trabajar en equipo y discutir, las interacciones entre niños de diversos niveles conceptuales se tornaron interesantes, ya que era difícil que un silábico aceptará las ideas de un presilábico, regularmente los niños más evolucionados terminaban poniendo la palabra que decían, los otros pequeños aceptaban de manera convencida, argumentando que los otros sabían más. Siempre se trató que discutiesen las palabras y hubo ocasiones en las que se podía ver a un alfabético levantando los dedos para enseñarle al silábico que no es una para cada sílaba, sino dos, o al silábico leyéndole cada grafía al presilábico para que comprendiera por qué “carro” llevaba dos. Sin lugar a duda estas interacciones son productivas, hasta que el nivel conceptual entre los niños es muy alejado, cuando los presilábicos tenían que discutir con los alfabéticos, la discusión propiamente dicha era nula, ya que los segundos se encargaban de escribir la palabra, se la explicaban a los primeros y éstos asentían. Una vez que sucedió esto, la actividad dejó de tener un impacto en los pequeños. La maestra se percató de la situación y cambio la dinámica de equipo a niños con igual nivel conceptual, lo que volvió a generar discusiones, no en los equipos de niños alfabéticos, los cuales escribían sin consultarse. Sólo aprobaban la escritura del otro. En los presilábicos es donde se veían los desacuerdos más evidentes, ya que como cada uno se encontraba en diferentes momentos de esta etapa, argumentaban por qué debían llevar tal o cual grafía y cuántas debían poner.
Escribir palabras ayudó a los niños para discutir cuestiones ortográficas como si una palabra debe llevar “j” o “g”; “c”, “k” o “q”; “s”, “c” o “z”. Esta diferenciación de las grafías fue muy interesante, ya que al inicio de la experiencia didáctica los niños elegían una u otra, pero conforme fueron pasando las sesiones comenzaron a darse cuenta que no importaba que las palabras no estuvieran escritas de la misma manera y aceptaban que “jirafa” y “girafa” estaban correctas, o que “pez” y “pes” también lo eran.
Los intercambios entre los niños se comunican más, platican no sólo de la actividad, pero se apoyan y algunos hasta se copian. Esta situación podría parecer superficial, pero es relevante en una actividad, ya que de ella puede depender él logró o no de la misma, en este caso si importaban los intercambios de los niños siendo es un factor fundamental, aun cuando no lleve a lo convencional, que muchas veces al analizar la práctica docente, se deja de lado.
La maestra realizó muchos cambios en su práctica a partir de esta situación, ya que al analizar las observaciones de las clase se percató de que hablaba más ella que los niños, de que era la protagonista de las actividades a diferencia de lo que se conflictuaban, que el centro fueran los alumnos. La maestra resolvía los problemas que cada equipo enfrentaba, se acercaba al interior de ellos y “preguntándoles” se encargaba de darles las respuestas, lo que no generaba conflictos cognitivos.
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