EL IMPACTO DE LA EVOLUCIÓN FINANCIERA EN LAS INDUSTRIAS PARA PROMOVER EL DESARROLLO SOSTENIBLE Y LA MITIGACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Julinho Gutiérrez EspinalesEnsayo7 de Septiembre de 2017
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EL IMPACTO DE LA EVOLUCIÓN FINANCIERA EN LAS INDUSTRIAS PARA PROMOVER EL DESARROLLO SOSTENIBLE Y LA MITIGACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO
JULINHO GERSON GUTIERREZ ESPINALES
En la actualidad, se ha vuelto cada vez más común escuchar noticias alarmantes sobre el calentamiento global, cambio climático y los efectos que tienen en nuestra sociedad. Siendo las industrias uno de sus principales contribuyentes, desde una época en el cuál se enfocaban en explotar todos los recursos naturales posibles a fin de satisfacer el consumismo, han ido desarrollando una conciencia junto de la mano de los gobiernos que la naturaleza ha cambiado las reglas del juego, tornándolas mucho más estrictas poniendo en riesgo la supervivencia de nuestra especie. Esto ha llevado a tomar en consideración, un tema que está de moda últimamente, el pensamiento verde o buscar ser ecoamigable. Para lograr esto, tanto los gobiernos debían preocuparse en reducir el nivel de emisión de carbono (Protocolo de Kyoto 1997) enfocándose en desarrollar proyectos de energía renovable como también las empresas debías cambiar su perspectiva apostando por tecnologías limpias. Sin embargo, existían barreras de incorporación muy altas, como por ejemplo, el financiamiento.
Tampoco a nadie se le escapará que, cuando un tema empieza a estar de moda de forma persistente, tiene su reflejo inmediato en los mercados, no sólo como modulador de la actividad financiera, sino como subyacente de vehículos de inversión que van apareciendo al socaire de las nuevas tendencias. Eso quiere decir que la brecha abismal de conseguir instrumentos de inversión importantes para estas tecnologías se ha ido reduciendo con el pasar de los últimos años.
El desarrollo de bancos verdes, bonos de carbono y bonos verdes son un ejemplo de como se ha ido disminuyendo las limitaciones para alcanzar un financiamiento apropiado, logrando que varias entidades financieras, inversionistas tanto público como privadas se vayan subiendo al carro de la preservación del medio ambiente. Esto sigue generando un impacto positivo en la mitigación del cambio climático pues ya somos más quienes pensamos que invertir en sostenibilidad es la mejor alternativa para proteger nuestro hogar.
Por lo mencionado anteriormente estamos convencidos que el ser humano es el principal responsable de muchas atrocidades realizadas en contra de la naturaleza, hemos pasado de sobrevivir con lo que el entorno nos ofrecía a sobreexplotar los recursos naturales hasta el punto de ponerlos en peligro de agotamiento y a originar graves impactos sobre el medio. Millones de bosques remplazados por tierras áridas e infértiles, miles de toneladas de dióxido de carbono emitidas al año, cientos de ciudades que ya sufren la escasez de recursos vitales como el agua; son unas de las tantas consecuencias que sufre la humanidad por meterse en la cabeza que los recursos son ilimitados y podemos hacernos abastos sin medidas de control.
A esto podemos sumar las investigaciones realizadas por Joy Murray y Christopher Dey (2008) la cual nos expone la aparición de empresas, en ese tiempo, ya se dedican al negocio del carbono neutral, las cuales retiraban del ambiente la misma cantidad de carbono que las organizaciones emiten. Sin embargo, se encontró que estas entidades no contaban con una medida estándar para cuantificar la cantidad de carbono emitida, prueba eminente que incluso nuestra obligación de reducir el impacto ambiental se había convertido en un negocio negro que no le daba la debida importancia a estos cambios ambientales que se empezaba a vivir en esos años.
Esta toma de consciencia que no solo el ambiente se ha visto perjudicado, sino que de la misma el desarrollo sostenible, no es posible ofrecer una mejor educación, más empleo, más salud, más democracia, menos discriminación, más justicia, más libertad y menos pobreza, si tenemos un entorno que se está deteriorando día a día.
Este concepto acuñado en la década de los ochenta, como producto de la labor de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas, definido como aquel proceso que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender las suyas, ha tenido un gran impacto en la economía de los países llegando a la conclusión de que no se puede hablar de un crecimiento económico si no se cuenta con un plan de desarrollo sostenible en cada país. Es aquí donde la economía ya formaba parte de una ecuación donde la principal variable era el desarrollo sostenible.
Actualmente, se ha tomado conciencia de que el desarrollo sostenible es una responsabilidad colectiva de gobiernos, empresas y personas, y que es un elemento fundamental de la buena gestión empresarial y gubernamental en cualquier parte del mundo.
Esta responsabilidad colectiva se ha venido formado desde 1989 cuando se adoptó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En la convención se fijó como objetivo estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero, en un plazo suficiente para que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, sin que la producción de alimentos mundial se vea amenazada y que el desarrollo económico internacional continúe de manera sostenible.
En un convenio mucho más compenetrado se logró firmar el Protocolo de Kioto en 1997, este protocolo ha sido influencia para que los líderes mundiales fomenten leyes gubernamentales para cumplir con sus compromisos, y a empresas para que consideren el impacto que tienen sus actividades en el medio ambiente. Una de las tres propuestas que se incluyeron en el Protocolo para estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero, fueron los bonos de carbono, propuesta por la economista argentina Graciela Chichilnisky en 1993.
De algún modo se puede decir que es en esta época donde realmente se empezó a tomar conciencia y el sector financiero empezó a abrirse paso a una nueva era en donde la preservación del medio ambiente y la mitigación del calentamiento global eran la prioridad, la era de los bonos de carbono.
El bono de carbono ha ido tomando una posición imponente en las industrias emisoras de carbono. Este sistema brinda un crédito a los proyectos que disminuyen la emisión de gases que están en el ambiente, contribuyendo a reducir el efecto invernadero que causa el calentamiento global. Estos incentivos económicos son importantes para que las empresas privadas contribuyan a la mejora del sistema operativo de la calidad ambiental y se consiga regular la emisión generada por sus procesos productivos, viendo al CO2 como un bien canjeable y con un precio establecido en el mercado.
Pero como lo dijo el escritor italiano Fosco Maraini (1998), “Hecha la ley, hecha la trampa”. La emisión de bonos de carbono no contaba con un sistema de regularización adecuada, es decir una de las mayores dificultades por la cual se pasaba era la de verificar el cumplimiento. Es decir no es suficiente declarar la captura o la no emisión de carbono, sino que la empresa debía demostrar que ese carbono no emitido es adicional al que iba a dejar de emitir de todos modos, es como si quisieras cobrar por la energía eléctrica ahorrada en tu casa por las noches. Y la preocupación no solo es esa, sino lograr que ese carbono atrapado no vuelva a ver la luz de sol, es decir que no regrese a la atmosfera otra vez (sería como devolver el pez al mar para poder pescarlo varias veces), tratando también que la empresa no emita ese carbono por otro lado simulando la no emisión.
Como se pudieron dar cuenta concientizar a la mayoría es una tarea complicada, evitar que la protección del medio ambiente se vea envuelto en el mercado negro en donde lo único que se busca es lucrar con la situación sin importar el riesgo que esto implica y las consecuencias que traería en un futuro.
Los ingenieros como grandes impulsadores de mejora y optimización, tienen bajo sus hombros esta gran responsabilidad, aportando a la mitigación de riesgos ambientales. Es por ello que haciendo mención a los ingenieros industriales, agentes articuladores de sociedad-empresa, teniendo contacto directo con prácticas como justo a tiempo, kanban, manufactura esbelta, seis sigma, Kaizen y todas aquellas que buscan la optimización de estos recursos generando valor agregado al cliente disminuyendo los tiempos de entrega, y, de igual manera, un valor agregado a las compañías aumentando la capacidad de producción a menores costos; deben, ahora más que nunca, enfocarse en dar un valor agregado al medio ambiente mediante la reducción de desperdicios, con un adecuado plan financiero de por medio, lograr exponer su uso a manera de impacto positivo utilizándose en beneficio del planeta sin hacer discriminación de las mismas, ya que como se ha explicado, los ingenieros industriales forman parte activa e importante de la conservación ambiental.
Estos objetivos comunes han ido evolucionando año a año hasta convertirse en una tendencia dirigida a incrementar las actividades en incorporar nuevos criterios ambientales. Tales criterios son alineados a formar proyectos de energías renovables, reduciendo el uso excesivo de recursos no renovables como lo son el petróleo, el gas natural y el carbón, usado mayormente para generar energía eléctrica. Estos proyectos, iniciativas en esa época del sector privado, generaban más discusiones en torno al papel que el sector financiero debía asumir en el desarrollo sostenible junto con las oportunidades y riesgos que esto representara.
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