EL PROYECTO DE INVERSIÓN Y EL CICLO DEL PROYECTO

EL PROYECTO DE INVERSIÓN Y EL CICLO DEL PROYECTO

El proyecto de inversión

Un proyecto de inversión se puede entender como “un paquete discreto de inversiones, insumos y actividades diseñado con el fin de eliminar o reducir varias restricciones al desarrollo, para lograr uno o más productos o beneficios, en términos del aumento de la productividad y del mejoramiento de la calidad de vida de un grupo de beneficiarios dentro de un determinado periodo de tiempo”. Un proyecto surge de la identificación y priorización de unas necesidades, que serán atendidas de manera determinada en la preparación y formulación del mismo.

El proyecto forma parte de programas y planes amplios, contribuyendo a un objetivo global de desarrollo. En una forma operativa y concreta de lograr propósitos y objetivos globales.

Un buen proyecto surge de una identificación y un buen entendimiento de necesidades, lo que a su vez permite trazar unos objetivos bien delimitados. Los objetivos finales o generales de un proyecto dan lugar a la definición y determinación de dichas inversiones y actividades, conceptualizadas en una relación medio - fin o causa – efecto.

Un proyecto se define y se delimita por objetivos, con la plena conciencia que los diversos involucrados podrán estar motivados por objetivos diferenciados. En los procesos de formular y preparar el proyecto, los diversos involucrados, definen y delimitan sus objetivos generales. A su vez, van asociados los objetivos generales con objetivos más específicos, y con acciones e inversiones concretas. Así mismo, van definiendo ese proceso en un marco interactivo donde los diversos intereses, buscan terrenos comunes y espacios en que se pueda contabilizar sus diversos objetivos.

El proyecto: objetivos jerárquicamente interrelacionados

El proyecto surge de una idea para atender diversas necesidades. De allí, el proyecto se va formulando de la identificación consensuada de caminos idóneos para poderlas atender. Se prepone un objetivo final que se va esclareciendo y precisando a través del proceso de preparación. Así mismo, se proponen diversas alternativas para logar los objetivos finales.

Un proyecto se puede entender en forma de una cadena de objetivos que se interrelacionan de manera casual: Objetivo final (impactos esperados) – objetivos intermedios (efectos esperados) – productos (oferta del proyecto) – actividades en inversión del proyecto. El análisis de esta cadena o jerarquía de forma consecuente traza un mapa mental de la formulación del proyecto, ya que analiza posibles caminos para lograr los objetivos deseados. Partimos del objetivo final e indagamos sobre lo que haría falta para lograrlo, revelando así los objetivos intermedios que hay que cumplir. Seguimos avanzando, se exploran cambios tangibles y concretos que facilitarían el logro de los objetivos intermedios. Una vez identificados los productos necesarios, se definen las actividades e inversiones que se pueden combinar en un proceso coordinado para poderlo generar.

Una vez seleccionadas la alternativa y formulado el proyecto, la cadena de objetivos se puede entender de atrás hacia adelante en una lógica causa – efecto: se realizan actividades de reasignación, readecuación y capacitación con el objeto de redefinir los procesos de desplazamiento del producto final y en procesamiento

En el proceso de preparación o formulación de un proyecto, los distintos involucrados, proponen y analizan diversas alternativas de esta jerarquía. Cada alternativa propone un camino diferente para lograr el objetivo final. Cada una contribuye a una alternativa de proyecto.

El proceso de preparación o formulación obliga a analizar el grado en que cada una de las alternativas propuestas sea compatibles con los objetivos de cada uno de los actores. Esto contribuye a determinar las variables de las distintas alternativas.

Los objetivos: delimitados en calidad, tiempo y espacio

La definición de un proyecto se asocia con múltiples objetivos, dichos objetivos requieren de una delimitación clara y precisa, de tal manera que se establezcan bases verificables que guían la gestión y el monitoreo – evaluación del proyecto la claridad de los objetivos aumenta la probabilidad de éxito de la iniciativa, en la medida que quita incertidumbre en cuanto a los que se reconocerá como exitoso, desde el punto de vista de diversos involucrados.

Para contribuir a esta claridad, los objetivos deben estar delimitados en tres dimensiones, su ubicación en el espacio, su ubicación en el tiempo y los grupos, las personas o las organizaciones que van a ser afectados o involucrados. estas delimitaciones se aplican a los objetivos de diversos niveles jerárquicos: objetivos finales o generales, objetivos intermedios, objetivos de productos y objetivos de actividades de inversiones.

La delimitación espacial especifica la ubicación de las actividades e inversiones y de los mercados, regiones y personas a ser afectados. La delimitación del tiempo, significa que se deben definir un momento inicial y un momento final para los diversos objetivos contemplados. Se especifica las expectativas en cuanto al tiempo del cumplimiento de los objetivos de cada nivel de la jerarquía.

Los objetivos, además deben delimitarse en función de los grupos que se afectaran por su ejecución. Deben especificar los grupos u organizaciones que se responsabilizaran por diversas actividades e inversiones.

El ciclo del proyecto

El proyecto involucra una secuencia de tareas que se inician con la definición y delimitación de una jerarquía de objetivos interrelacionados en una cadena medio – fin. Incluye la formulación y evaluación de diversas alternativas, la selección de la mejor alternativa, la gestión de la misma y solo se considera terminado con una evaluación ex-post cuyas conclusiones deben servir para alimentar la definición y ejecución de proyectos futuros.

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