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EL TIEMPO DEL FIN


Enviado por   •  1 de Mayo de 2015  •  2.813 Palabras (12 Páginas)  •  143 Visitas

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LECCION 13. EL TIEMPO DEL FIN

Dr. Alberto R. Treiyer

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En una serie de conferencias que preparé en Power Point con diez temas que expongo en una semana (dos cada sábado ya que incluye las dos predicaciones de la mañana), decidí comenzar el primero con el título: ¿Cómo sabemos que vivimos en “el tiempo del fin”? Es genuino hacerse tal pregunta porque los discípulos se la hicieron al Señor (Mat 24:3). Volvieron a preguntarle algo parecido cuando ascendió a los cielos (Hech 1:6). En respuesta el Señor les dio varias señales que se darían en el cielo y en la tierra, lo que fue complementando posteriormente con más señales mediante el testimonio de los apóstoles. También les advirtió que Dios no les había revelado a ellos el momento exacto en que volvería por ellos (Mat 24:36; Hech 1:7).

El apóstol Pablo tampoco tuvo al principio claro cuándo se daría ese “tiempo del fin” que precede a la venida del Señor, ya que pensó al comienzo de su ministerio que el Señor vendría en sus días (1 Tes 4:15,17). Posteriormente Dios le reveló que esa venida tardaría más tiempo, en una clara proyección que muestra que el apóstol estaba comenzando a prestar atención a las profecías de Daniel que hablan de la apostasía del anticristo romano. Ese día final no tendría lugar—conforme a lo que Dios le reveló a Daniel—antes que se manifestase “el hombre de pecado”, “el hijo de perdición”, más definidamente según lo podemos ver confirmado en la historia, el papado romano, la apostasía medieval (2 Tes 2:1-13). Con tal comprensión posterior, el apóstol trató de corregir las expectativas prematuras que se habían creado en la iglesia de Tesalónica y en otros lugares del cristianismo.

Al ver cómo se incrementaba la apostasía con falsos pastores que no perdonaban el rebaño, el apóstol Juan creyó también, antes de recibir la revelación del Apocalipsis, que vivían en el tiempo final (1 Jn 2:18). En un sentido tenían razón tanto él como todos los apóstoles que esperaban al principio, que el Señor viniese en sus días. Porque la era en que estaban viviendo era la era de los cumplimientos, no más la de las sombras y prefiguraciones del Antiguo Testamento. En otras palabras, vivían en el primer siglo en la época en que ya no había más rituales de sacrificios ni sacerdotes que ministrasen esos rituales, sino en la época en que se había manifestado la esperanza de todos los siglos, la venida del Señor. Pero tal época iba a tener, según las profecías de Daniel y del Apocalipsis, una parte final que Daniel calificó por inspiración divina de “tiempo del fin”.

Lo que debía ocurrir en el “tiempo del fin”

¿Qué debía ocurrir durante todo ese “tiempo del fin”? A Daniel Dios le dijo que en ese tiempo el santuario del príncipe celestial sería purificado o vindicado mediante una obra de juicio final, y como consecuencia de tal obra celestial los santos recibirían el reino y Daniel mismo se levantaría con ellos, para recibir junto con ellos la herencia prometida (Dan 7:9-10,13-14,22,26-27; 8:14,17,19; 12:2-3,13). La opresión del anticristo sería revertida para permitir que muchos se afanasen (corriendo de aquí para allá), buscando entender las señales relativas a ese “tiempo del fin”. La ciencia aumentaría sin las trabas medievales a tal punto que los que quisiesen podrían entender lo que aún Daniel no pudo entender y debió guardar hasta esa época final (Dan 12:4; Apoc 10:7).

Jesús anticipó además, que en ese tiempo habría un incremento de “guerras y rumores de guerras” sin que necesariamente se diese ya el fin mismo (Mat 24:6-8). En armonía con tal aviso, el Señor le reveló más tarde a Juan que tales vientos intempestuosos que se producen por el deseo de obtener la primacía o dominio mundial (véase Dan 7:1-8), serían retenidos para que no se destruyese el mundo antes que fuesen sellados los siervos de Dios en sus frentes (Apoc 7:1-4). En otras palabras, las fuerzas antagónicas que lucharían por el predominio mundial no podrían prevalecer hasta que el remanente final que Dios levantaría en el fin concluyese su obra de advertir al mundo entero que su destino llegaba a su final, y que debía prepararse para encontrarse con el Señor de esta creación (Mat 24:14; Apoc 10:7; 14:6-12).

¡Sí, habría un incremento en la violencia, corrupción moral y maldad de la gente, de tal manera que el amor de muchos se enfriaría! (Mat 24:12,37 [cf. Gén 6:11]; 2 Tim 3:1ss; Apoc 18:2-3: globalización de la corrupción). El mundo conocería una globalización tal de terrorismo que sus habitantes desfallecerían “en angustia, perplejos” “por el temor de lo que vendrá sobre la tierra” (Luc 21:25-26,34). Y por si fuera poco, las tempestades que hoy se sabe se vuelven más destructivas por el aumento del calor se intensificarían aumentando el pavor de las multitudes (Luc 21:25-26). A esto se sumarían los terremotos y las pestes que hoy conocemos como el SIDA y otras más que se vuelven cada vez más letales debido al debilitamiento del sistema inmunológico natural que Dios puso en el hombre (Mat 24:7).

¡Qué no decir de la proliferación tan marcada que vemos, conforme a lo anunciado, del engaño en materia religiosa! Las señales del fin retoman cuadros que siempre se vivieron en la historia de la humanidad, pero que adquieren en la parte final un carácter global. El engaño sería de tal naturaleza y magnitud que confundiría, si fuera posible, aún a los mismos escogidos (Mat 24:4-5,11,23-27; 2 Tes 2:9-12; 1 Tim 4:1-2; Apoc 13:13-14; 16:13-14).

Tanto engaño se vería acompañado, al mismo tiempo, de un incremento en el escepticismo que hoy vemos caracterizado en el hombre moderno. Se manifestaría, en efecto, un espíritu de burla científico que procuraría negar el catastrofismo para reemplazarlo por la convicción de una lenta y monótona evolución de los elementos de la naturaleza hasta nuestros días. Al procurar negar el primero de los dos grandes macrocosmos de destrucción de nuestro planeta, el causado por el agua, intentarían tales burladores que pululan en todos los centros universitarios y científicos del mundo, evitar tener que pensar en ser confrontados con el siguiente macrocosmos que será por fuego en el día del Señor (2 Ped 3:3-12).

Cómo sabemos que ésta es la época

Marción creía en el S. II que el fin llegaría en sus días. Cuando llegaba el fin del primer milenio cristiano hubo también quienes anticiparon el fin para esa época. Algo semejante vivimos todos al concluir

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