ESCUELA NEOCLASICA, EXPONENTES Y SUS PRINCIPALES APORTES.
cportillofcb16 de Septiembre de 2014
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ESCUELA NEOCLÁSICA
La teoría neoclásica es el paradigma dominante en las ciencias económicas, y por ello se la señala también como Mainstream o la ortodoxia. Esta caracteriza a la economía no tanto como un sistema cerrado, sino como un método de optimización, el que es aplicable a la sociedad en su totalidad.
La teoría neoclásica se diferencia como economía pura de la economía política. Por tal motivo la designación neoclásica indica erróneamente una relación de cercanía a los clásicos. Es cierto que los neoclásicos perfeccionaron la metáfora smitiana de la mano invisible formalmente y con ello las leyes de la oferta y la demanda fueron formalizadas con el método de la optimización. Hay sin embargo una serie de diferencias con los clásicos.
Los neoclásicos investigan la economía pura y suprimen por eso el área de la política.
La teoría de la productividad marginal sirve en lugar de la teoría del valor-trabajo como teoría de la distribución. Con ella es calculada cada distribución del ingreso, porque ésta corresponde a la productividad producida.
Los neoclásicos se orientaron en la lógica y la matemática y por ello es estática, mejor dicho estática-comparativa, mientras que los clásicos efectúan un análisis dinámico.
Los neoclásicos ubican sólo al intercambio en el punto central, mientras que para los clásicos son significativos el intercambio y la producción.
PRINCIPALES EXPONENTES Y SUS APORTES A LA ESCUELA NEOCLÁSICA
ALFRED MARSHALL
El aporte más importante de Alfred Marshall (1842-1924) es haber logrado construir una conexión entre la “teoría de la utilidad marginal” planteada por Karl Menger (1871), Willian Stanley Jevons (1883) y León Walras (1874)¹ con la “Economía Clásica” desarrollada por Adam Smith, David Ricardo y Robert Malthus.
De esta manera nace la “Teoría Neoclásica”, cuyo problema a abordar es “la búsqueda de las condiciones bajo las cuales se distribuyen los servicios productivos dados entre usos competitivos con resultados óptimos” (Véase e.g. Blaug 1985, pp. 375). Dado que la convergencia económica es considerada por no pocos autores como un icono de la teoría neoclásica (Romer 1986, Sala-i-Martín 1990, Prichett 1996, etc.) se hace necesario identificar los fundamentos básicos de esta teoría consolida por Marshall (1896).
Para ello se mencionan seis principios que, de acuerdo a Screpanti (1997), sostienen la teoría neoclásica Marshalliana: primero, el problema económico se haya en la asignación de recursos dados entre distintas alternativas². Segundo, el comportamiento humano se define de acuerdo al cálculo racional orientado a la maximización de la utilidad. Tercero, el método a utilizar se basa en el principio de sustitución; para ello deben existir varias alternativas y decisiones reversibles.
En cuarto término, los sujetos económicos son una individualidad: familias o empresas. Quinto, dado que el problema económico se centra en la escasez, las leyes económicas adquieren un carácter absoluto y objetivo. Por último, la teoría del valor es subjetiva, “una valor es tal porque alguien lo elige en cuanto a un fin”.
En función a estos principios, en esta sección se describirá primero las diferencias entre la teoría clásica y la neoclásica; y segundo la identificación de los aportes de los estudios de Marshall al crecimiento económico con el propósito de verificar que tanto de la teoría neoclásica tienen los estudios de convergencia económica.
La diferencia entre los enfoques, en términos del problema económico a resolver, el objeto de estudio y las metodologías; aunado al predominio de la teoría neoclásica en la segunda mitad del siglo XIX, como parte de su utilidad al contexto de la época, trajo como consecuencia que a partir de la Revolución Marginalista, el crecimiento económico perdiera importancia como área de investigación activa, y fuera reemplazado por la teoría de formación de precios; lo que hoy en día se denomina microeconomía.
De hecho, no fue hasta mediados de la década de los 30 con los aportes Keynesianos cuando se retoma el estudio del crecimiento económico. Sin embargo, cabe preguntarse cuál fue la visión de Marshall acerca del crecimiento económico, para tratar de responder esta pregunta se realizará una breve revisión acerca de las dos vertientes estudiadas por este autor.
LEON WALRAS
La principal contribución de León Walras (1834-1910) al desarrollo del análisis económico lo constituye la teoría del equilibrio económico general. Aun cuando el tema de las relaciones entre mercados distintos había sido objeto de estudio por parte de anteriores teóricos, antes de Walras ningún economista había logrado construir un modelo teórico general que sirviera de marco para estudiar las múltiples relaciones que vinculan un mercado con otro. Según Walras, la actuación concreta de las fuerzas de la oferta y la demanda en un mercado depende de los precios que se establecen en muchos otros mercados. De ahí la necesidad de un análisis general.
En la concepción walrasiana, la economía está formada por una pluralidad de sujetos que están presentes en el mercado ya sea como consumidores, como oferentes de servicios productivos, eufemismo utilzado por Walras para referirse a la fuerza de trabajo (mano de obra), o como empresarios. El proceso económico, para el autor, nace del encuentro, en el mercado, de estos distintos sujetos: los servicios productivos son adquiridos por los empresarios y transformados en bienes los que a su vez son adquiridos, o bien por otros empresarios, que se sirven de ellos con fines productivos, o bien por los consumidores finales. Estos últimos son aquellos que han proporcionado los servicios productivos a los empresarios y que compran los bienes producidos por ellos, gastando la renta que han obtenido a cambio de dichos servicios productivos.
En este esquema no había lugar para el concepto de clase social. Por el contrario, existían dos grupos de individuos diferenciados entre sí: el de los consumidores y el de los empresarios, y la diferencia se basaba únicamente en la diversidad de las decisiones que estaban llamados a tomar. El conjunto de los consumidores decidía la composición y el nivel de consumo y por tanto del ahorro; el conjunto de las empresas decidía el nivel y la composición de la producción y de la inversión. Las decisiones de los consumidores no dependían del tipo de renta que obtenían, sino sólo de su volumen. Los que brindaban sólo servicios productivos podían llegar a ahorrar parte de sus ingresos que luego a su vez les generaban renta.
El hecho de que la renta de un individuo provenga en un 80% de trabajo y en un 20% de capital o viceversa no establecía diferencia alguna. Al desvanecerse el vínculo entre categorías de renta y pautas de gasto, se rompía al mismo tiempo el vínculo entre salarios y beneficios por un lado, y entre consumo e inversión, por el otro.
Cada agente en la economía y al inicio de cada período poseía una determinada cantidad de bienes y tenía la capacidad de prestar ciertos servicios: como trabajador, podía ofrecer horas laborables; como empresario, podía proporcionar servicios relativos a la organización y el control de la actividad productiva. Cada uno trataba de conseguir los mejores resultados del intercambio. Los consumidores-ahorradores trataban, en primer lugar, de determinar qué distribución de su propia renta entre consumo y ahorro les proporcionaba la relación más satisfactoria entre consumos presentes y consumos futuros; en segundo lugar, intentaban determinar de qué modo la renta consumible debía repartirse en la adquisición de los diversos bienes para obtener la máxima utilidad. Los empresarios intentaban conseguir el máximo beneficio de su actividad, es decir, maximizar la diferencia entre el valor de la producción y los costos soportados por ésta.
El equilibrio económico general
El problema central de la teoría de Walras consistía en mostrar como los intercambios voluntarios entre individuos bien informados, autointeresados (cada cuál piensa en sí mismo) y racionales (cada cuál adopta un comportamiento maximizador) conducían a una organización sistemática de la producción y de la distribución de la renta que resultaba eficiente y mutuamente beneficiosa. Y en esto radica la peculiaridad del problema: en que la única forma admitida de interacción social es la que se llevaba a cabo en el mercado por medio del intercambio voluntario, ni los sindicatos, ni los grupos de presión, ni los cárteles de empresas, ni otros tipos de actuación social eran admitidos, ya que se violaría un requisito fundamental del modelo de equilibrio económico general: el de la competencia perfecta.
Para explicar el hecho de que el mercado coordine las acciones de los sujetos individuales, Walras debió demostrar que existían precios determinados de manera tal que hacían que resulten ventajosas para cada individuo precisamente aquellas actividades e iniciativas que satisfacían de manera eficiente sus necesidades. He aquí por qué la teoría de los precios ocupó un lugar central en el sistema del equilibrio económico general.
Una economía se halla en equilibrio competitivo walrasiano si existe un conjunto de precios tales que:
En cada mercado la demanda iguala a la oferta cada operador tiene la posibilidad de vender y comprar exactamente lo que tenga proyectado;
Todas las empresas
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