Educación En Nuevos Contextos

Pensar en nuevos contextos, para mí que recientemente me inicio en la docencia, resulta un tanto paradójico. Muchos de los aspectos que hacen a este nuevo contexto ya se han venido gestando a lo largo de las últimas décadas, especialmente en nuestro país. Por eso, no me resulta novedoso el planteo de ciertas costumbres, hábitos, producciones, formas de interrelación que conforman el panorama actual. No obstante, resulta extraño reflexionar acerca de estos aspectos desde la mirada de quien se ubica en la vereda de enfrente: en el lado de quien enseña en medio de estas condiciones sociales, culturales, políticas.

Uno de los aspectos que impacta de cerca las aulas y que, quizás por mi experiencia personal, consideraba extraño, ajeno, lejano es el hecho de la repitencia y del abandono de la escolaridad. Mi paso por la escuela desde el Nivel Inicial hasta el Nivel Medio lo llevé a cabo en un colegio privado confesional. No sé si esto ya influía en las características de la escolaridad, pero lo cierto es que en 14 años de escuela, la cantidad de chicas – éramos sólo mujeres – que repitieron de año o abandonaron la escuela, las podría contar con los dedos de una mano.

En ese contexto, hablar de “repetir el año” era considerado una tragedia y, “dejar la escuela” ni siquiera se consideraba una opción.

Casi diez años después de aquella experiencia, ingresé al campo de la docencia tanto en escuelas de gestión pública como privada. Y me sorprendí al encontrarme con una gran cantidad de adolescentes y jóvenes que debían recursar el año, y tanto así, que muchos optaban por abandonar sus estudios. Son aproximadamente divisiones enteras, de 30 alumnos por año los que repiten y, quizás por segunda o tercera vez el mismo año. Esto provoca un tedio, un rechazo hacia la institución, tanto que la mayoría decide abandonar el secundario. Algunos, para continuar en escuelas para adultos, otros para trabajar.

En una instancia de evaluación escrita, en un segundo año, durante el ciclo lectivo del 2012 al encontrarme con, al menos, diez alumnos que entregaban sus hojas en blanco sin intentar dar respuesta a alguna de las consignas, les pedí que escribieran en un papel de forma anónima cuál era el motivo para que hayan hecho eso. Sólo un alumno aludió no entender el tema, los otros se referían a “falta de tiempo para estudiar”. Y, esa falta de tiempo, en mayor grado se debía a aspectos vinculados a la organización familiar: ayudar a la mamá con la casa, cuidar de los hermanitos, cuidar a su propio hijo… Situaciones familiares que realmente nos hablan de un nuevo contexto social que, al menos para mí, dista mucho de lo que fue mi paso por la escuela cuando mamá y papá trabajaban y se encargaban de la casa y los hijos sólo de estudiar.

Surgen varias preguntas, entonces: ¿qué hacemos con estos chicos que son responsables de lo que sucede

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