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Educación Política. SIEDE


Enviado por   •  12 de Mayo de 2014  •  1.537 Palabras (7 Páginas)  •  1.972 Visitas

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La educación política. SIEDE.

Escuela y Sociedad o el largo adiós a las Mamuschkas: Una de las cuestiones que inquietan a los educadores es la relación entre su tarea y el contexto social, es decir, la posibilidad de que la propia acción contribuya a mejorar la sociedad. El contenido y la dirección de la transformación que se espera lograr varían de generaciones o entre representantes de una misma generación; lo que guarda mayor permanencia es el optimismo inicial. Las formas y estilos de educación varían en un abanico amplio de opciones, hasta el puto de que pueden contradecirse ostensiblemente: la dirección que unos le quieren imprimir al cambio puede ser opuesta a la que quieren tomar otros. Muchos de los ingresantes de profesorados tienen estas expectativas, pero algunos cambios sutiles se inician junto con las primeras entradas a la escuela; en el discurso de estos docentes agobiados por no poder lograr el cambio, la realidad social no es producto de la escuela, sino que la escuela es remedo de la sociedad en que se inserta y no tiene ninguna posibilidad de cambiarla; asimismo, cada estudiante que ingresa al aula es evaluado como reflejo de su hogar. Desde que hay escuelas ha habido también visiones optimistas y pesimistas sobre el sentido y la eficacia de su tarea.

Optimismos y pesimismos: En el campo pedagógico hubo y hay optimismos moderados y revolucionarios, desarrollistas y liberadores, con expectativas de alta o de baja eficacia. Generalmente, los optimismos pedagógicos firman los beneficios de la acción educativa y prevén una eficacia considerable para ella, entre el extremo de los que consideran que allí se ubica el motor de cambios y el tono más moderado de quienes dan a la educación el carácter de herramienta indispensable de acompañamiento de transformaciones gestada en otros ámbitos. LA ESCUELA PARECE EL LUGAR DONDE HARÁ DE GESTARSE UNA SOCIEDAD NUEVA Y MEJORADA (discurso de sarmiento: solo la escuela puede asegurar al ciudadano bienestar). Se trataba de un optimismo que apostaba a la potencialidad política de la enseñanza, pues la escuela educaría al pueblo soberano y elector. En tiempos más recientes una mirada optimista de gran impacto ha sido la pedagogía liberadora de Paulo Freire, entre los años sesenta y setenta, en donde ponía alta expectativa en la acción educativa, pero no en la escuela como institución, sino en las modalidades no formales. Otro optimismo curioso dio marco al embate reformador que, en los años noventa, llevaron adelante gobiernos neoliberadores de América latina, empujados por organismos multilaterales, este optimismo gubernativo caracterizó como “resistencia al cambio” a aquellas voces que objetaron el ritmo, el modo o la direccionalidad de las decisiones que se imponían con escaso margen de deliberación.

También hubo y hay pesimismos diversos. Ya en 1807, el diputado Tory Davies Giddy expresaba en el Parlamento británico: “por muy atractivo que pueda parecer, en teoría, el proyecto de dar instrucción a las clases trabajadoras pobres, sería malo para su moral y su felicidad; se les enseñaría a despreciar su condición en la vida, en lugar de hacer de ellos unos buenos servidores en la agricultura y otros trabajos. En lugar de enseñarles la subordinación, se les haría facciosos y revolucionarios…”. Este pesimismo confiere a la educación escolar un alto grado de eficacia en la transformación de quienes pasan por sus aulas, el sentido de ese cambio. Los pesimismos que mayor raigambre han logrado en las instituciones son los provenientes de la nueva izquierda, que no cuestionan la promesa de cambio sino su sinceridad. Bajo las formas de “habitus” o de “curriculum implícito” el propósito íntimo y último de la escuela es convalidar y perpetuar el orden social vigente, al mismo tiempo que promete una transformación que nunca llega o brinda circuitos diferenciales para que los hijos de cada case convaliden su lugar en la escala social. En una sociedad donde unos son “tiburones” y otros “pececillos”, la escuela es el instrumento de los primeros para convencer a los segundos de que dejarse comer es el mejor destino posible; cada sociedad concibe dispositivos educativos para convalidar el orden vigente y perpetuarlo. #Educar es siempre una operación que consiste en adaptar a individuos a un ambiente dado, en prepararles para el ejercicio de roles sociales cuyos contenidos están siempre más o menos determinados, incluso si sabemos que la sociedad no decide completamente por delate de aquellos que los deben ejercer. El educador que no aceptara esta realidad estaría tomando grandes riesgos…#. Esta mirada nos ocupa en el lugar de pececillos del medio, aquellos que traicionan a sus pares para llevarlos a las fauces de los poderosos,

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