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El Derecho Y Los Archivos


Enviado por   •  2 de Octubre de 2012  •  2.096 Palabras (9 Páginas)  •  317 Visitas

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TRABAJO DE FILOSOFÍA

Tema: teodicea o teología natural

PRESENTADO POR:

Alan Albarán

Junior almarales

James hoyos

Luis muñoz

PROFESORA:

Elvira Caicedo

COLEGIO DISTRITAL JORGE ISAAC

GRADO:

10°grado

FECHA:

5-octubre-2012

Tabla de contenido

-introducción

-contenido

-conclusión

Introducción

La teodicea Es un término empleado actualmente como sinónimo de teología natural o teología racional. Fue creado en el s. XVIII por Leibniz como título de una de sus obras: «Ensayo de Teodicea. Acerca de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal», si bien Leibniz se refería con Teodicea a cualquier investigación cuyo fin fuera explicar la existencia del mal y justificar la bondad de Dios.1 Es una rama específica de la Filosofía que se ocupa de probar la existencia de Dios a través de la razón natural. Etimológicamente hablando, Teodicea es "justificación de Dios". El objeto de estudio de la Teología natural es más general. Podría decirse que la Teodicea es sólo parte de la Teología natural.

Contenido

Etimológicamente considerada, la Teodicea (theos dike) significa la justificación de Dios. El término fue introducido en filosofía por Leibniz, quien, en 1710, publicó una obra titulada: "Essais de Théodicée sur la bonté de Dieu, la liberté de l'homme et l'origine du mal". La finalidad del ensayo era mostrar que el mal en el mundo no está en conflicto con la bondad de Dios, que, de hecho, no obstante sus muchos males, el mundo es el mejor de todos los mundos posibles (ver OPTIMISMO). El problema del mal (ver MAL) ha absorbido desde las épocas más antiguas la atención de los filósofos. El bien conocido escéptico Pierre Bayle ha negado en su "Dictionnaire historique et critique” la bondad y omnipotencia de Dios por los sufrimientos experimentados en esta vida terrena. La "Théodicée" de Leibniz se dirigía principalmente contra Bayle. Imitando el ejemplo de Leibniz otros filósofos llamaron entonces a sus tratados sobre el problema del mal “teodiceas”. Como en un tratamiento completo de la cuestión las pruebas tanto de la existencia como de los atributos de Dios no pueden ignorarse, todo nuestro conocimiento de Dios fue gradualmente introducido en el dominio de la teodicea. Así la teodicea llegó a ser un sinónimo de teología natural (theologia naturalis), esto es, la parte de la metafísica que presenta pruebas positivas de la existencia y atributos de Dios y resuelve las dificultades que se le oponen. La teodicea, por tanto, puede definirse como la ciencia que trata de Dios mediante el ejercicio de la sola razón. Es ciencia porque ordena sistemáticamente el contenido de nuestro conocimiento sobre Dios y demuestra, en el sentido estricto de la palabra, cada una de sus proposiciones. Pero apela a la naturaleza como única fuente de pruebas, mientras que la teología explica nuestro conocimiento de Dios en cuanto sacado de las fuentes de la revelación sobrenatural.

La primera y más importante tarea de la teodicea es probar la existencia de Dios. Se presupone, por supuesto, que se puede conocer lo suprasensible y que se pueden trascender los límites de la pura e inmediata experiencia. La justificación de esta presunción debe ser suministrada por otras ramas de la filosofía, por ejemplo, la criteriología y la metafísica general. El carácter naturalmente demostrable de la existencia de Dios fue siempre aceptado por la mayoría de los teístas. Humé y Kant fueron los primeros en despertar en las mentes de los aspirantes a teístas serias dudas sobre este punto. No es que estos filósofos presenten ninguna sólida razón contra los largamente probados argumentos a favor de la existencia de Dios, sino porque en sus sistemas es imposible la prueba científica de la existencia de un ser sobrenatural. Entonces se buscaron nuevas vías de fundamentar el teísmo. La escuela escocesa dirigida por Thomas Reíd enseñaba que el hecho de la existencia de Dios se acepta por nosotros sin conocimiento de razones sino simplemente por un impulso natural. Que Dios existe, decía esta escuela, es uno de los principales principios metafísicos que aceptamos, no porque sean evidentes en sí mismos o porque puedan ser probados, sino porque el sentido común nos obliga a aceptarlos. En Alemania la escuela de Jacobi enseñaba que nuestra razón es capaz de percibir lo suprasensible. Jacobi distinguía tres facultades: sentido, razón y entendimiento. Tal como el sentido tiene inmediata percepción de lo material, la razón tiene inmediata percepción de lo inmaterial, mientras que el entendimiento lleva estas percepciones a nuestra conciencia y las une una con otra (Stöckl, "Geschichte der mueren Philosophie", II, 82 y ss.). La existencia de Dios, entonces, no puede probarse – Jacobi, como Kant, rechazaba el valor absoluto del principio de causalidad – debe sentirse por la mente. En su “Emile”, Jean-Jacques Roussseau afirmaba que cuando nuestro entendimiento medita sobre la existencia de Dios no encuentra nada sino contradicciones; sin embargo, los impulsos de nuestro corazón son de más valor que el entendimiento, y estos proclaman claramente para nosotros las verdades de la religión natural, por ejemplo, la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, etc. La misma teoría fue defendida en Alemania por Friedrich Schleiermacher (muerto en 1834), que daba por supuesto un sentido religioso interior por medio del cual sentimos las verdades religiosas. Según Schleiermacher, la religión consiste solamente en esta percepción interior, y las doctrinas dogmáticas no son esenciales (Stöckl, loc. cit., 199 y ss.). Casi todos los teólogos protestantes que aún no se han hundido en el ateísmo siguen los pasos de Schleiermacher. Generalmente enseñan que la existencia de Dios no puede demostrarse; la certeza sobre esta verdad sólo se nos suministra por experiencia

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