El Desarrollo Psicosexual
lisadortega11 de Mayo de 2014
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Desarrollo psicosexual de los adolescentes
1. Introducción
2. El desarrollo psicosexual
3. Nacimiento y vinculación
4. Los primeros años
5. De los seis a los diez años
6. La adolescencia y la pubertad de los diez a los trece
7. La adolescencia
8. Adolescencia y sexualidad
9. Conclusión
10. Bibliografía
Introducción
Este punto de vista implica que tanto la socialización como la adopción de determinados papeles son más conflictivas en esta etapa que en cualquier otro momento de la vida. En este sentido, psicólogos sociales y sociólogos coinciden en considerar esta fase de transición como un período que contiene una gran cantidad de características potencialmente generadora detención, especialmente todo lo relacionado con la sexualidad.
Los cambios de la pubertad no aparecen de repente ni en un solo momento, sino que se desencadenan gradualmente y en distintas edades según las personas. La pubertad comienza en las niñas, entre los 9 y los 12 años y concluye entre los once y los catorce. Los niños comienzan a realizar estos cambios entre los diez y los doce y el proceso llega hasta los quince y dieciséis años
Los niños y niñas que han sido preparados para hacer frente a esta etapa, se adaptan a los cambios con mayor facilidad que aquellos que no han recibido ningún tipo de preparación.
El desarrollo psicosexual
Ya hemos comentado anteriormente una cuestión obvia: la sexualidad es una realidad compleja. Esta complejidad se refiere por un lado en que la sexualidad humana se ve condicionada por un elevado número de factores y por otro que ha de entenderse como un elemento más de las características de la persona que está íntimamente relacionada con las demás. Así cuestiones como expresividad de los afectos, la confianza, la autoestima, el respeto por los demás, la forma de manejar la ansiedad ante distintas situaciones, etc., son cuestiones ligadas íntimamente a la sexualidad de cualquier persona y su desarrollo.
Nacimiento y vinculación
Cada momento de la vida, tanto por el proceso evolutivo de las personas como las circunstancias externas que rodean a cada individuo, tiene una expresión distinta en cuanto ámbito de la sexualidad. Esto es así desde el nacimiento. En los primeros momentos y meses de la vida de una persona la realidad de su existencia la componen aspectos puramente sensoriales. La única realidad que un bebé percibe es la resultante del cúmulo de sensaciones que experimentan. Si retomáramos una postura adulta ante esto, podríamos considerar que la vida, en los primeros meses, es pura sexualidad.
Los bebes, algo que resultan fácilmente observable reaccionan y experimentan a través de sus órganos sensoriales. Además de emitir conductas destinadas a cubrir sus necesidades básicas, el mundo es cúmulo de experimentación y percepción de sensaciones provenientes de los cinco sentidos.
Como padres y madres podemos favorecer el desarrollo de nuestros hijos e hijas aportando estímulos que fomenten sus necesidades primordiales. Puede ser interesante destacar que abrazándolos, jugando con ellos, no solo estimularemos un crecimiento apropiado con respecto a su sexualidad, si no que favorecemos su desarrollo integral en esta etapa.
Otra cuestión influyente en la caracterización de la sexualidad de los niños y niñas que puede tener consecuencias posteriores de la desnudez. A través de la información que transmitamos a nuestros hijos e hijas sobre esta cuestión ellos elaborarán ideas sobre la desnudes propiamente dicha, sobre sus cuerpos y también sobre sí mismos. Se trata de una comunicación que se realiza tanto por palabras como por hechos y actitudes.
Además de la estimulación física y de la valoración del cuerpo es importante que durante los primeros años de vida el bebé desarrolle una sensación de confianza. Esto quiere decir que el bebé perciba de los adultos y del entorno que le rodea mensajes de calma y de continuidad. De esta manera el bebé se percibirá de una manera positiva y sosegaba y entenderá que el mundo que le rodea es coherente y predicable. La confianza redundara ya en estos momentos en la autoestima que el niño y la niña vallan desarrollando posteriormente y en la capacidad de estos para confiar y aproximarse emocionalmente a los demás. La confianza se adquiere fundamentalmente a través de los padres, quienes la pueden enseñar a base de coherencia de sus acciones y actitudes y perseverancia en sus planteamientos.
Los primeros años
Sobre los tres años los niños y las niñas comienzan a establecer distinciones en función del sexo de las personas. Cuando empiezan a percatarse de que pertenecen a un sexo determinado aprenden también cuál es la conducta ¨ Apropiada ¨ Para cada género o rol sexual.
Es fundamental cada persona posea características propias ¨ Masculinas ¨ Esto es algo que ya a estas edades estamos enseñando tanto en casa como en la escuela o a través de los medios de comunicación. Son momentos que en la necesidad de definición de los niños y niñas hacen importantísimo que adoptemos ante esta cuestión una postura clara y meditada. Una persona sana es aquella que ha integrado las partes masculina y femenina en un todo. Por ejemplo, los hombres deben poner permitirse la posibilidad de ser sensibles, ocuparse de la crianza de los hijos, mostrar ternura, etc… Por otro lado las mujeres deben tener la oportunidad de ser enérgicas, independientes, y con capacidad de tomar iniciativas.
Los niños y niñas necesitan percibir que el control de esfínteres es un aspecto saludable y natural del crecimiento, sin que se sienta en ningún momento culpable por realizar acciones de este tipo. Tanto padres y madres como cuidadores y educadores tenemos que recordar que para los niños y niñas, el control muscular es algo complejo que precisa de un entrenamiento progresivo. No se trata de realizarlo de hoy para mañana. Si bien la madurez psicofísica para el control de esfínteres suele aparecer a los dos años, en muchas ocasiones no se da la maduración necesaria hasta los tres y a veces más tarde. Es bueno tenerlo en cuenta sin olvidar que un desarrollo lento en este campo no tiene que significar de ninguna manera un déficit en el desarrollo general del niño o la niña.
Cuando aparece el lenguaje comienza a pedirse las primeras explicaciones sobre el mundo. Esto es igualmente cierto ante la sexualidad. A estas edades las demandas de información provienen fundamentalmente del ámbito de la reproducción. De donde vienen los niños y las niñas y cuales son sus diferencias por sexo son las cuestiones más solicitadas. Por último, para entender la sexualidad en esta etapa es necesario que nos detengamos mínimamente en el desarrollo del autoerotismo. Con este término se designan a las acciones encaminadas a obtener placer en solitario. En estas edades los niños y las niñas muestran interés por su cuerpo, su exploración y su estimulación. Para ellos estas actividades constituyen una forma de descubrir otro aspecto del mundo al que cada vez se asoman de forma más intrépida. A través de la autoestimulación, además de obtener sensaciones placenteras, el niño y la niña aprenderán aspectos de su cuerpo, y si ese aprendizaje corporal y del placer es exitoso, estarán más capacitados para disfrutar de una forma más completa de sus relaciones con otras personas en la edad adulta.
Durante toda la vida, la persona que aprendió durante su infancia que estas actividades son reprobables y dañinas, conservará la impresión de que obtener sensaciones placenteras por estimulo del cuerpo es algo sucio, indebido y repugnante.
De los seis a los diez años
En estas edades persisten algunas de las cuestiones que hemos tratado en los aparatos anteriores. Esto no podría ser menos ya que siempre dividimos el desarrollo de las personas en etapas o en años tiene fisuras. Es algo que se desarrolla en un continuo, que por naturaleza es siempre distinto y peculiar para cada persona.
Cerca de los seis años y a lo largo de todo el proceso de escolaridad comienzan a aparecer las primeras manifestaciones de juegos sexuales. Se trata de conductas espontáneas de los niños y las niñas que reproducen entre sus iguales situaciones que observan y detectan en los adultos. En estos momentos, la experimentación de la sexualidad continúa y se recubre de nuevos ingredientes. El coqueteo, los besos a escondidas y las exploraciones mutuas son actividades frecuentes en estas edades.
Como padres y madres podemos adoptar distintas posiciones ante estos hechos. Sea cual nuestra postura debemos evitar siempre transmitir mensajes que muestren la sexualidad como algo rechazable o repugnante.
Probablemente una de las cuestiones que a lo largo del desarrollo humano puede facilidad más un crecimiento sexual sano en la existencia de canales fluidos de comunicación entre padres y madres y sus hijos e hijas. Cuanto sea mayor grado de libertad que presida la comunicación en estos temas, mayor será el grado de influencia que como padres y madres podremos ejercer. Además, los niños y las niñas recibirán
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