El Enfoque De La Teoría Laboral Del Valor
darkkyubi528 de Marzo de 2015
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El enfoque de la Teoría laboral del valor
Muchos marxistas se empeñan en decir que a Marx no le preocupaban los precios y
demás categorías “burguesas” de la Economía política –o que, al menos, no le
preocupaban primariamente-- porque lo que él hacía no era Economía política sino la
crítica de ésta, crítica realizada desde su indudable toma de posición por el partido
proletario. ¡Cómo si la plusvalía no fuera la categoría burguesa por excelencia!
En mi opinión, empeños de este tipo son un poco ignorantes, y Marx decía de la
ignorancia que nunca y en ninguna parte había sido útil para nadie. Acusaciones como
las del párrafo anterior ignoran que lo que los marxistas colocan en primer término --el
descubrimiento del “secreto” de la plusvalía como explicación científica de la
explotación-- no era para Marx lo más esencial. De hecho, escribió un cuarto volumen
de El capital dedicado a rastrear la historia de lo que tantos otros (de ahí las casi mil
páginas que tiene este volumen) habían visto o entrevisto de la “plusvalía” o, cuando
menos, de lo que ellos observaron como resultado de la explotación del trabajo en la
producción. Pero Marx era teóricamente mucho más ambicioso, y quería comprender
las pautas del funcionamiento general o global del capitalismo, su dinámica; y una cosa
que aprendió muy pronto, por supuesto, es que en esa comprensión tendrían que
desempeñar su papel tanto la explotación como la competencia (no sólo entre los
capitalistas, también entre los trabajadores, los Estados, etc.). Precisamente, de la
conjunción e interacción de ambos fenómenos nace el sesgo peculiar que adopta el
proceso de la acumulación de capital (eje de toda la dinámica de crecimiento y crisis de
este sistema), cuyo movimiento se sintetiza tanto en la rentabilidad (la tasa de ganancia
y sobre todo su relación con la masa de la misma) como en la dinámica de los precios
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mercantiles, que sólo venía a ser otra manera de expresar exactamente la misma
preocupación.
Por tanto, cuando tantos marxistas se ofuscan en imaginar un foso (en realidad,
inexistente) entre el análisis que algunos llaman “vertical” (la lucha de clases, la
explotación de los de abajo por los de arriba, etc.) y el “horizontal” (la competencia
entre rivales situados en el mismo plano) en la Economía de Marx --véase la ya muy
amplia literatura generada por el nuevo “debate Brenner” (1998, 1999), que ha
popularizado este nuevo recurso a la taxonomía “geométrica”-- y, por el contrario, en no
ver el enorme foso en el que ellos mismos caen, creyéndolo inexistente5
, uno no puede
menos de pensar que hay que volver a colocar la TLV en el centro del análisis y tratar,
en la medida de las propias fuerzas, de contribuir a poner fin al siglo largo de
vacaciones teóricas que la mayoría de los marxistas se han concedido a sí mismos
(como contrapartida, quizás, de su, no por esforzado menos alienado, trabajo de cazar a
lazo tantas conciencias que no se dejan fácilmente pescar en las redes teóricas bien
tejidas).
Como ejemplo de lo que se puede edificar partiendo de la TLV --el autor está
convencido de que es posible construir una auténtica teoría económica alternativa
completa, con su Microeconomía y su Macroeconomía6
, y, por tanto, fundamentar
puntos de vista sobre la política económica no sólo radicalmente opuestos a los que
dominan en la Economía ortodoxa sino también muy diferentes de los habituales dentro
de los ámbitos sociales ligados a los dos enfoques anteriores--,
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