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El Hombre Mediocre


Enviado por   •  22 de Enero de 2015  •  1.398 Palabras (6 Páginas)  •  201 Visitas

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LA MORAL DE LOS IDEALISTAS.

Los seres cuya imaginación se llena de ideales y su sentimiento atrae hacia ellos la personalidad entera son los idealistas. Los ideales son, por ende, reconstrucciones imaginativas de la realidad que deviene. Un ideal colectivo es la coincidencia de muchos individuos en un mismo afán de perfección. Todo ideal es una fe en la posibilidad misma de la perfección. Hay tantos idealismos como ideales. Todo ideal es una fe en la posibilidad misma de la perfección. Hay tantos idealismos como ideales; y tantos ideales como hombres aptos para concebir perfecciones y capaces de vivir hacia ellas.

EL HOMBRE MEDIOCRE

La desigualdad humana no es un descubrimiento moderno. Hay hombres mentalmente inferiores al término medio de su raza, de su tiempo y de su clase social; también los hay superiores. Entre unos y otros fluctúa una gran masa imposible de caracterizar por inferioridades o excelencias. Su existencia es, sin embargo, natural y necesaria. En todo lo que ofrece grados hay mediocridad; en la escala de la inteligencia humana ella representa el claroscuro entre el talento y la estulticia. Las personas tienden a confundir el sentido común con el buen sentido. El sentido común es colectivo, eminentemente retrogrado y dogmatista; el buen sentido es individual, siempre innovador y libertario.

Ningún hombre es excepcional en todas sus aptitudes; pero no podría afirmarse que son mediocres a carta cabal. No obstante las infinitas diferencias individuales, existen grupos de hombres que pueden englobarse dentro de tipos comunes; si observamos cualquier sociedad humana, el valor de sus componentes resulta siempre relativo al conjunto: el hombre es un valor social. Considerando a cada individuo con relación a su medio, tres elementos concurren a formar su personalidad: la herencia biológica, la imitación social y la variación individual.

El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad; es por esencia imitativa y está perfectamente adaptado para vivir en rebaño, reflejando las rutinas, prejuicios y dogmatismos reconocidamente útiles para la domesticidad. El mediocre representa un progreso, comparado con el imbécil, aunque ocupa su rango si lo comparamos con el genio.

LA MEDIOCRIDAD INTELECTUAL

La rutina no es hija de la experiencia; es su caricatura. En su órbita giran los espíritus mediocres. Evitan salir de ella y cruzar espacios nuevos; repiten que es preferible lo malo conocido que lo bueno por conocer. Su impotencia para asimilar ideas nuevas los constriñe a frecuentar las antiguas. Los hombres rutinarios desconfían de su imaginación. En toda idea nueva presienten un peligro; si les dijeran que su prejuicios son ideas nuevas, llegarían a creerlos peligrosos. En todo lo que no hay prejuicios definitivamente consolidados, los rutinarios carecen de opinión. El hombre rutinario no puede razonar por sí mismo, viven de una vida que no es vivir.

Las fuerzas morales

José Ingenieros en su libro "Las Fuerzas Morales", advierte que completa la visión panorámica de una ética funcional. "El hombre mediocre" es una crítica de la moralidad; "Hacia una moral sin dogmas", una teoría de la moralidad; "Las fuerzas morales". Prevalece en todos el concepto de un idealismo ético en función de la experiencia social, inconfundible con los capciosos idealismos de la vieja metafísica. Sostiene que el hombre que atesora esas fuerzas adquiere valor moral, recto sentimiento del deber que condiciona su dignidad. Piensa como debe, dice como siente, obra como quiere. Recibe con serenidad el contraste y con prudencia la victoria, acepta las responsabilidades de sus propios yerros y rehúsa su complicidad a los errores ajenos. Sólo el valor moral puede sostener a los que impenden la vida por su patria o por su doctrina,

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