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El Primado Del Cuerpo


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2013  •  2.028 Palabras (9 Páginas)  •  445 Visitas

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EL PRIMADO DEL CUERPO

En torno a la palabra “cuerpo”

Aunque el término se aplica igualmente a la masa de los objetos, la parte principal de una cosa, a la materia orgánica de los seres vivos y a la forma física de los humanos, predomina en todos estos casos un sentido especial y sensible opuesto por definición a lo inmaterial y al espíritu. Así se designa técnicamente “cuerpo” como todo lo que ocupa un lugar en el espacio y que posee por lo mismo tres dimensiones (el cuerpo vívido, el cuerpo percibido y el cuerpo interpretado).

Hablar de nuestro cuerpo conlleva por tanto una interpretación, implícita o explícita, de bondad resonancia para el hombre: no es lo mismo decir “el cuerpo que somos” a “el cuerpo que tenemos”

El cuerpo, parámetro universal.

Nuestro cuerpo es en última instancia la base de todas las referencias cognoscitivas. La motricidad colabora abriendo senderos para la sensorialidad, al permitirnos explorar activamente los focos de interés mediante desplazamientos, giros y manipulaciones. Además está dotada con una singular capacidad para efectuar movimientos de precisión con los cuales se puede modificar la posición y estructura de los objetos, separando y uniendo, en lo que llamaríamos el único práxico de la facultad de abstracción. Los demás sectores corporales, principalmente los vinculados con la acción: pies, piernas, tronco, brazos y cabeza, participan para hacer de nuestros dinamismos un todo sensorio-motriz que es la base para acercarnos o distanciarnos de los objetos, creando perspectivas para su comprensión.

El aspecto visible del cuerpo humano es una constante que llevamos a cuestas para tomarlas como punto de comparación frente a las demás entidades que configuran la realidad.

Las mismas consideraciones cotidianas sobre el espacio y el tiempo tienen un definido substrato corporal. Es el caso del acomodamiento de objetos y ámbitos conforme a las perspectivas de arriba-abajo, derecha-izquierda, atrás-adelante, las cuales son proyecciones de nuestros propios ejes físicos, resultado de la simetría bilateral del cuerpo y de la distribución de sus partes con funciones sensoriales y motrices distintas.

Temporalidad y corporeidad están unidos por solidos lazos: así como la distribución calendárica tiene una razón astronómica, así mismo es inseparable de los ciclos biopsiquicos del hombre.

No hay nada en la cultura que no haya desfilado por el deseo de la corporeidad humana, ni siquiera el lenguaje mismo.

La consciencia histórica corporal.

Ni siquiera el cuerpo es concebido de una única forma, sino dentro de un abanico muy amplio de explicaciones y tratos distintos.

Más adecuado a las prácticas humanas es el considerar que el acierto o desacierto de nuestros actos y el uso o desuso de las facultades naturales dependen del grado de conocimiento o ignorancia acerca de nosotros mismos.

Es la conciencia reflexiva o autoconsciencia, disposición psico-social de nuestra mente, la responsable de las múltiples y a menudo contradictorias interpretaciones del cuerpo y del entorno.

Marx y Freud contribuyeron de manera determinante a la postulación del carácter social de la consciencia. Marx destaco su sentido de clase, su manipulación ideológica conforme al lugar ocupado por el sujeto en las relaciones de producción, y Freud hizo hincapié en el modo como se estructura la consciencia moral o superego, a resultas de la introyección de las normas y actitudes paternas.

La consciencia del cuerpo es por tanto un fenómeno social con sus consiguientes variaciones históricas.

Cada época y cada contexto cultural van generando diversas pautas para comprender y usar las facultades corporales; las creencias populares, la religión, las ciencias e incluso la Filosofía, contribuyen a ese respecto.

Si el cuerpo se desdobla en sujeto y objeto de conocimiento y falla algunas veces en la comprensión gnoseológica de sí mismo, pese a que se trata de la realidad, la única que se puede experimentar interna y externamente de una manera directa, manifestando los resultados como diversos y hasta contradictorios contenidos de la consciencia, procede intentar una explicación a través de una de las siguientes hipótesis:

1) Que la consciencia sea de índole espiritual y por tanto distante al físico, permitiendo un desacuerdo entre ambos componentes de la naturaleza humana.

2) Que dicha consciencia, por el hecho de ser un producto social, se sobreponga al cuerpo natural como lo adquirido a lo heredado.

3) Que el lenguaje, vehículo de la consciencia cognoscente, sea un intermediario imperfecto cuya generalidad y abstracción lo llevan a desafocar el objeto de conocimiento en cuestión.

4) Que el autoconocimiento tenga el carácter de facultad congénita del cuerpo que se va desarrollando a medida que se ejercita, al igual que las restantes aptitudes biológicas y psíquicas.

De las 4 explicaciones propuestas, las 3 primeras se inclinan a sostener una doble naturaleza humana y solo la última favorece un tratamiento nuevo e integral del hombre.

Desde el enfoque corporal la separación dada entre los planos físico e inmaterial no tienen fundamentos sólidos.

Para una crítica de la consciencia corporal.

En la India prevalece una explicación filosófica que ve al hombre como mí ser formado por una serie de capas o “cuerpos”; desde el externo, de la n naturaleza efímera y sensible, hasta el más oculto, la índole inmaterial y carácter incorruptible.

No podemos seguir sosteniendo por más tiempo la idea de una noble naturaleza substancial del hombre, cuando menos sin revisar con seriedad y desapasionamiento otras alternativas.

Sugerimos iniciar común estudio de la corporeidad, entendido en términos de una crítica de la consciencia del cuerpo, la cual estaría abocada a precisar filosóficamente dicho concepto, para ajustarlo en la mejor forma posible a su referente objetivo.

Se trata de alcanzar, una noción del cuerpo natural, de sus constantes y variables, precisando cual es el papel desempeñado por la consciencia y en qué proporción lo histórico y lo cultural influyen, coadyuvando o contraponiéndose, al desarrollo del hombre total.

Es preciso cambiar un buen número de hábitos de pensar y poner en cuestión conceptos ya instituidos por las prácticas y usos cotidianos. La arraigada costumbre de reducir el cuerpo y lo corpóreo a los aspectos perceptibles,

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