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El fracaso educativo y el fracaso escolar


Enviado por   •  6 de Mayo de 2014  •  1.743 Palabras (7 Páginas)  •  189 Visitas

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El fracaso educativo y el fracaso escolar

Siempre se achaca el fracaso al nivel escolar anterior: la universidad a la escuela secundaria, ésta a la escuela primaria y ésta a las condiciones sociales y al desinterés de las familias.

Por Lucía Garay

Psicopedagoga y analista institucional

Con toda certeza, lo que más nos preocupa, hoy, de nuestra infancia, de nuestros jóvenes, es la magra calidad de la educación que reciben, la pobreza de sus aprendizajes y, con temor y dolor, observamos cómo miles de ellos son víctimas y/o victimarios de las múltiples formas de la violencia social. En verdad, nos pasan verdaderas "tragedias en el campo de la educación"; de ellas, la más importante es el fracaso educativo y el fracaso escolar. Dos fenómenos que en Argentina no dejan de crecer en términos cuantitativos y cualitativos y que ya se han constituido en un problema social que va más allá de las instituciones específicas que se ocupan de la educación.

El fracaso es un problema social que tiene un muy alto costo humano, por la frustración y resentimiento de los sujetos que lo padecen; porque se pierde inteligencia y masa crítica disponible para la producción social y el desarrollo de democracia y ciudadanía. Tiene, también, un alto costo económico nunca calculado, ya que la inversión en educación resulta ineficiente e ineficaz toda vez que un sujeto abandona sus estudios, repite una y otra vez o sus adquisiciones son tan deficitarias que incapacitan al individuo para el trabajo y la participación ciudadana e, incluso, para desplegar proyectos vitales prospectivos.

Cuando el fracaso pasa en nuestra familia, con nuestros hijos, en nuestra comunidad, nosotros decimos, con rapidez, que se debe a la escuela, a los docentes o se debe al Estado y sus gobiernos. Pero la responsabilidad de estas instituciones es sólo una parte; pocas veces pensamos que las raíces están en los procesos sociales, en las familias, en las comunidades, en los barrios, en las carencias sociales y culturales. Procesos sociales que no están o que están de manera disruptiva, de manera negativa, de manera violenta para que crezca, se desarrolle y eduque nuestra infancia.

El papel del Estado. Sí importa, y mucho, que el Estado (nacional, provincial o municipal) no se desguace, que no abandone sus responsabilidades, que realice las inversiones que son fundamentales para sostener la escolarización de la infancia, de los adolescentes, de los jóvenes adultos que no tienen educación formal. Pero no debemos olvidar que la esencia de los procesos de educación de un país está en los procesos sociales, comunitarios y familiares que la demandan y la sostienen. Precisamente, es muy urgente reflexionar sobre la "educación más allá de la escuela", sobre el papel de los procesos sociales en favorecerla o dificultarla, sobre las organizaciones que apuestan a la infancia y al apoyo educativo necesario para promover su desarrollo sano y creativo.

El fracaso educativo y el fracaso escolar es una compleja construcción social en la que intervienen el propio sujeto, la familia y la escuela; en medio de una sociedad que lo permite y que, a pesar de que invierte recursos, no acierta con una política de impacto para combatirlos.

El fracaso educativo podemos entenderlo como las fallas del proceso cultural de socialización; como el no aprendizaje de esos organizadores cognitivos del aparato psíquico y de los códigos sociales esenciales para vivir y producir con otros. Puede tratarse, también, de aprendizajes tan singulares y arbitrarios, cultura marginal, que no habilite al sujeto para apropiarse de los mecanismos culturales significativos de la cultura global dominante para insertarse en la sociedad, trabajar, producir, participar de la vida pública de la comunidad.

Los docentes suelen referirse a este aspecto de la educación, como que los niños no tienen "hábitos de orden, aseo, estudio, de hacer las tareas y deberes, de razonar, de relacionarse bien con los compañeritos, etcétera". Argumentan que debían haberlos logrado en la familia y en los jardines de infantes. Siempre se atribuyeron estas fallas a los hogares pobres y marginales. Tenemos la impresión de que, como producto de la crisis social que Argentina vive intensamente desde el año 2000 y su impacto sobre las funciones de crianza en las familias, el fracaso educativo se ha extendido a los sectores medios en general y los que conforman "los hijos de los nuevos pobres". Por ello, las cifras del fracaso se han incrementado de modo alarmante.

Todos involucrados. El fracaso escolar, en cambio, es un fenómeno que remite no tanto a no aprender, sino a no aprobar evaluaciones, a no acreditar y graduarse, a repetir cursos, a desertar del sistema educativo; o a lograr muy pobre dominio de conocimientos y herramientas intelectuales para pensar, estudiar y aprender sistemáticamente, que lo habiliten para completar un plan de estudios y para el empleo calificado. Aquí se trata de un fenómeno observable y cuantificable; que es cada vez mayor y que las reformas educativas no han logrado revertir. Tradicionalmente fue asociado a la escuela primaria y secundaria y a los niños pobres y urbano-marginales. El hecho de que el fracaso escolar aparezca en la educación superior y en las universidades y afectando a las clases medias, está dando la significación y magnitud del problema.

Los debates sobre causas y culpables suelen arribar al mismo punto: achacar su fracaso al nivel escolar anterior; la universidad a

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