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El miedo a meternos en problemas si intervenimos en su vida personal.


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2015  •  Ensayos  •  1.043 Palabras (5 Páginas)  •  104 Visitas

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ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE YUCATÁN

PROFESOR ANTONIO BETANCOURT PÉREZ

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN SECUNDARIA CON

ESPECIALIDAD EN QUÍMICA

QUINTO SEMESTRE

OBSERVACIÓN Y PRÁCTICA DOCENTE III

EL TACTO PEDAGÓGICO

LUIS ALBERTO QUINTAL UCÁN

RAQUEL SÁNCHEZ ROSAS

17 De septiembre de 2015


EL TACTO Y LA ENSEÑANZA

        

MAX VAN MANEN

Antes de comenzar, convendría explicar qué es lo que se entiende por tacto pedagógico. Según Van Manen, éste “se manifiesta principalmente como una orientación consciente en cuanto a la forma de ser y actuar con los estudiantes”.

A ésta frase se le puede relacionar con la empatía que es necesaria en la labor del profesor, visto desde la perspectiva de una herramienta que nos ayuda a lograr una mejor conexión con el estudiante. Esto se vuelve de suma importancia en el proceso de enseñanza-aprendizaje, donde se requiere que en el transcurso de una clase haya una comunicación bilateral entre profesor y estudiante.

Así, el tacto se vuelve indispensable para las dos partes debido a que fortalece la relación entre las mismas. Hace que el trabajo del profesor trascienda, ya que toma interés en el desarrollo de habilidades que le permitan comprender a sus estudiantes para orientarlos y tener un interés en el contexto social del alumno; en pocas palabras, comprender cuál es la situación social en la que vive, lo  que ocurre a su alrededor, los problemas que puede haber, las necesidades tanto cognitivas como afectivas que le hagan falta y cualquier problema que le impida tener un buen desempeño en el área estudiantil.

Con todo lo anterior, es cierto que la práctica (o más bien, la adquisición del tacto) no se da en todos los entornos educativos, y es cuando nos asalta la pregunta ¿por qué es así? ¿qué es lo que falla e impide que el docente establezca esta clase de relación con el estudiante?

Una idea concluyente a esta interrogante puede encontrarse en el encasillamiento por parte del docente en cuanto al límite de su trabajo en el aula, es decir, no saber en qué parte finaliza la labor académica y empieza la humanitaria, donde interviene el afecto, la empatía y la comprensión.

Como maestros, se nos dificulta ver que hay contenidos que a nuestros alumnos no les quedan del todo claros, ni le damos demasiado tiempo a la reflexión sobre cuáles son las carencias que sufren, como el escaso manejo de un concepto, la insuficiencia de una habilidad, etc. Y pueden haber varios motivos causantes de situaciones así:

  • La poca comunicación que tenemos con los estudiantes.
  • El miedo a meternos en problemas si intervenimos en su vida personal.
  • Preocuparnos más por avanzar con nuestro programa.

Sobre éste último punto es donde quisiera subrayar que es entendible, más no justificable, que por razones administrativas nos importe más terminar con los temas de la asignatura. Son muchos los casos sobre profesores que tienen problemas con sus inspectores a causa de la lentitud con la que sus grupos avanzan en el dominio del contenido.

En consecuencia, se tiende a etiquetar al maestro como un flojo o un descuidado, por no ser capaz de cumplir con sus tiempos programados.

Nada más lejos de la realidad es afirmar que el proceso de enseñanza-aprendizaje tiene como enfoque principal al alumno. Y el alumno no es más que una persona, adaptable al contexto social ya sea para bien o para mal.

Es entonces cuando el problema que afectaba al profesor, ahora rodea también al estudiante. La falta de tacto para ayudarle a manejar los problemas del contexto donde vive puede desencadenar en actos de desinterés y una escasa disposición para colaborar en la clase, dando camino a dificultades como:

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