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El mueble en el contexto histórico y sociocultural de Cuba entre los siglos XVI y XVIII


Enviado por   •  1 de Agosto de 2017  •  Ensayos  •  2.444 Palabras (10 Páginas)  •  218 Visitas

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El mueble en el contexto histórico y sociocultural de Cuba entre los siglos XVI y XVIII.

Como se expresa en la introducción de esta tesis, el arte mobiliario en Cuba ha evolucionado desde las formas más simples y rudimentarias utilizadas por los aborígenes, hasta los más elaboradas y ornamentadas, según las condiciones socioeconómicas imperantes y las tendencias de la moda internacional en sus diversas adaptaciones en diferentes regiones del país.

Este tránsito comenzó con la llegada de los conquistadores a Cuba quienes encontraron que los hombres que aquí vivían tenían un cómodo y utilitario mueble, de fácil transportación y adaptación al medio - la hamaca - que hacía a veces de cama o silla según fuera la necesidad o el momento. Junto con la hamaca los conquistadores también encontraron otro mueble de tipo ceremonial conocido como Dujo. (Ver Anexo 1)

Estos muebles contrastaban con el mobiliario traído de Europa, confeccionado en madera sólida, de escasas líneas de diseño y prácticamente estático debido a su peso, salvo el bargueño y la silla de tijera. Largos y gruesos tablones montados sobre trípodes hacían de mesa, siendo las camas privilegio de la alta clase social (Brunt, 1994). En esa época, solo los cojines heredados de los árabes de la Península Ibérica, se acercaban a la hamaca en cuanto a su movilidad.

Desde fecha tan temprana como el año 1598, Hernando de la Parra - criado del gobernador Juan de Maldonado – se refería a la vida en la Villa de San Cristóbal de La Habana. En su descripción, de la Parra expone una muy valedera, al menos para este estudio, descripción de los muebles de la época tal como aquí se reproduce:

“Los muebles consisten en bancos y asientos de cedro o caoba sin espaldar, con cuatro pies que forran en lona o en cuero crudo, que por lo regular es el lecho de la gente pobre. Los pobladores acomodados mandan a Castilla el ébano y el granadillo, maderas preciosas que aquí abundan; y de allí le vienen construidos ricos dormitorios que llaman camas imperiales”(García, 1963)

La coexistencia del Dujo y la hamaca aborigen con muebles traídos o mandados a hacer a España como la butaca frailera desde el propio siglo XVI, dio origen a un nuevo mueble - el taburete (Ver Anexo 1). Este último resultaba más propicio con el clima de la Isla, correspondiéndose con el desarrollo de la carpintería local, escasa en tallistas que pudieran trabajar decorados rebuscados. El taburete puede considerarse como el primer mueble criollo, destacándose por su funcionalidad.

El temprano siglo XVI cubano se caracterizó por un retardado desarrollo económico con predominio de la ganadería y el cultivo de la yuca para abastecer a las expediciones que partían hacia tierras continentales, siendo la Isla la principal base de operaciones en este proceso, sin que ello implique que pueda hablarse de la existencia de un comercio en este sentido. Al decir de Jacobo de la de la Pezuela: “La poca importancia del comercio de la isla de Cuba durante los dos siglos y medio que siguieron a su ocupación por los españoles, no mereceríamos que bosquejáramos el cuadro de esa larga época de su pobreza” (de la de la Pezuela, 1866).

Solo la otrora Villa de San Cristóbal de La Habana, por la posición estratégica de su puerto, se desarrolló más rápidamente que el resto de las villas, a lo que coadyuvó más tarde el sistema de La Flota, permitiendo la acumulación de riquezas para esa parte de la Isla, y la naciente ciudad de La Habana.

Hay que destacar que España había impuesto un sistema autocrático a sus colonias, las cuales en materia comercial estaban sujetas solo a la Corona, lo que excluía la posibilidad de comerciar legalmente con cualquier otra nación extranjera. De este modo, no era posible la entrada de otra mercadería, que no fuera la española, a no ser por la vía del contrabando. (Marrero, 1973).

La sociedad decimosexta en Cuba estaba muy marcada por dos grupos: blancos y negros, estos últimos sumamente explotados. La población a su vez estaba dividida en estratos sociales bien definidos. El primero de dichos estratos sociales lo integraban los militares de alto rango, los funcionarios de la Corona, el alto clero y hateros que habían consolidado una economía sustentable. En el segundo grupo se encontraban los soldados, el bajo clero, y algunos españoles y sus descendientes, por lo general artesanos, pequeños propietarios o sirvientes. El tercero de estos estratos lo conformaban aborígenes y esclavos africanos, además de los ya nacidos en la Isla.

En cuanto a las construcciones, el mayor alcance en esta etapa se observa en los puntos estratégicos militares, dado fundamentalmente por el asedio de los corsarios y piratas y el ansía de mantener el predominio de la metrópoli. En otros ámbitos como el religioso, las construcciones no son lo suficientemente estables como para sobrevivir en el tiempo, si bien comienza la consolidación evangélica, la concentración poblacional durante el siglo XVI no es definitoria, ni justificativa para inversiones cuantiosas en materia constructiva.

En relación con las casas, solo algunos hateros o comerciantes vinculados a los cargos político-administrativos y de éxito económico, logran construcciones que difieren del bohío, destacándose en ellas muebles a imagen y semejanza de sus viviendas.

De forma general, el mueble de esta época se caracterizó por la simplicidad de sus líneas, la ausencia de tallas y por los ángulos rectos, características que se corresponden con el arte renacentista, y que se acentuaron en el mobiliario de entonces en la Isla por la carencia de mano de obra especializada. (Ver Anexo 2)

La plantación traería una bonanza económica que marcará los derroteros arquitectónicos bajo los cánones del mudéjar, manteniéndose como constante la fabricación militar que le dio su impronta a los recintos religiosos y a la vivienda.

La vivienda cubana de esta etapa es esencialmente mudéjar, tanto por su planta con muros orgánicos y techos de armadura, como por su carpintería, en lo formal y lo constructivo. La forma de la planta llegará hasta el siglo XIX, siendo el patio central su principal elemento generador de un microclima en la vivienda, ya fuera en forma de L, de U o cerrado. (Cuevas, 2001)

En principio las fachadas fueron apaisadas, más anchas que altas; predominó el vano pequeño, el cual fue cambiando a causa del clima y en la contante búsqueda de la brisa. En el caso de las ventanas, presentaban un desnivel hacia la parte de adentro de la habitación o el poyo corrido, lo cual en ambos casos era usado como asiento. (García, 2008)

Otro elemento que distingue la vivienda mudéjar de la época es el alero, ya sea en sardinel, tejaros y tornapunta,

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