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El tema seleccionado es el de “Porfiriato. Política y Cultura”.


Enviado por   •  23 de Marzo de 2016  •  Documentos de Investigación  •  3.107 Palabras (13 Páginas)  •  266 Visitas

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MÈXICO

ESCUELA NACIONAL PREPARATORIA No. 5

“JOSE VASCONCELOS”

HISTORIA

“PORFIRIATO. POLITICA Y CULTURA”

INTRODUCCION

El tema seleccionado es el de “Porfiriato. Política y Cultura”.

Se ha seleccionado este tema por las repercusiones que tiene en la historia de México. Y para entender de mejor manera, como tanto política como culturalmente el régimen se fracciono, por las malas decisiones tomadas por Porfirio Díaz, en las que ya no supo cómo equilibrar ni cohesionar las fuerzas. También para comprender la cultura general de la sociedad en esa época, y comprender de mejor manera, nuestra cultura y sociedad actual.

Porfirio Díaz gobernó el país de los 30 de los 34 años que corren entre 1877 y 1911, este periodo se delimita a partir de dos sucesos políticos, comenzando en 1877, cuando Díaz logra vencer a los lerdistas e iglesistas, iniciando así su primer mandato presidencial después de unas elecciones en las cuales fue el único candidato, y concluye en 1911, meses después de haber estallado la revolución, cuando Díaz abandona el poder y sale rumbo al exilio.

LA POLITICA.

La política porfirista se parte en dos etapas, por los cambios que existieron en la manera de gobernar del general y los cambios que hubo, las dos etapas fueron las siguientes:

  • La primera etapa que compete de 1877 y termina en 1888 o 1890 (cuando se elimina toda restricción legal a la reelección indefinida)
  • La segunda etapa que se extiende de 1888 o 1890 y concluye en 1908

LA PRIMERA ETAPA PORFIRISTA:

Se trata de una etapa de construcción, pacificación, unificación, conciliación y negociación, pero también de represión.

Al asumir el poder, Porfirio Díaz tuvo que enfrentar diversos retos. Para empezar faltaba mucho para consolidar al Estado y la Nación. La constitución de 1857, así como en general el proyecto liberal de estado y de sociedad, no habían sido cabalmente aplicados.

Por otro lado, tampoco existía plena coherencia o identidad nacional. Algunas poblaciones permanecían aisladas y no se sentían parte de una unidad que los rebasaba y cuyos gobernantes, eran ajenos a sus problemas. Para colmo, las fronteras eran permeables y subsistía la amenaza de intervención extranjera.

Los retos de Porfirio Díaz eran, unificar y cohesionar fuerzas políticas y regionales, otorgar legitimidad y legalidad al régimen, respetando o aparentando respetar la constitución y lograr el reconocimiento internacional.

Para lo primero adopto una política similar a  la que habían observado Juárez y Lerdo, y no siempre cumplió con su compromiso hacia los grupos regionales y las colectividades campesinas. Tomo dos caminos. En primer lugar, el de conciliación y negociación. Conservo la lealtad de los grupos que lo apoyaron y atrajo a los viejos opositores. Así, incorporo al ejército a los soldados que defendieron al plan de Tuxtepec, pero de igual modo a los desplazados por Juárez o Lerdo, e incluso a los iglesistas y lerdistas. Incluyo en su gabinete a liberales de trayectoria militar, excluidos durante la República Restaurada, pero también a liberales de trayectoria política o intelectual. Para 1884 solo un ministro de estado puede ser calificado como porfirista, en cambio, había dos juaristas, dos lerdistas y un emperialista. Así, además de unificar las facciones liberales, Díaz atrajo a algunos imperialistas y sobre todo, a la iglesia católica.

Para esta época la institución religiosa estaba muy debilitada, por las leyes de Reforma, las cuales no le permitían ya varias cosas de las cuales esta obtenía ingresos, por lo cual dependía directamente del Estado. Esta situación cambio con el régimen porfirista. Díaz no derogo las leyes anti eclesiásticas, pero tampoco las aplico todas. Admitió que la iglesia recuperara propiedades, que reinstalara el clero regular y que se fundaran congregaciones de vida activa. A cambio la jerarquía eclesiástica actuó pro del caudillo, desconoció los levantamientos populares hechos en nombre de la religión y participo en la evangelización de yaquis y mayos.

Las relaciones de Díaz con las colectividades campesinas, así como caciques o líderes regionales, fue más compleja y variable. En algunas regiones el presidente observo su acuerdo con los pueblos, respeto su autonomía y freno la desamortización. Mientras tanto en otras localidades no detuvo la fragmentación de las propiedades corporativas ni tampoco la colonización, que pretendía incorporar a la producción y al mercado parcelas no cultivadas, otorgando una tercera parte a las compañías deslindadoras que las denunciaban. El problema principal era el que estas compañías arremetieron contra terrenos que si eran trabajados pero cuyos dueños carecían de título de propiedad, entre ellos pueblos, que así perdieron sus tierras.

También los vínculos con gobernantes y caudillos eran variables. En forma general, el presidente buscaba colocar personas que le fueran leales e influyentes en las zonas que iban a gobernar. Si sus partidarios (muchas veces caciques) cumplían con ambos requisitos, los separaba del poder militar pero los ayudaba a ocupar la gubernatura o a mantenerse en ella; si no cumplían con los requisitos, los alejaba de la esfera política, pero les brindaba medios para enriquecerse. Así se ganó a los líderes locales o los debilito, y logro que las gubernaturas fueran ocupadas por personas que le eran fieles, a quienes les dejaba cierta libertad, pues no intervenía en su gestión si garantizaban la paz de la región.

Cuando el caudillo no podía recurrir a la conciliación o la negociación, recurría al uso de la fuerza y la represión, para ello tenia al ejército, la policía. Uno de varios ejemplos podría ser que en el año 1879, el gobernador de Veracruz ordeno fusilar a 9 rebeldes lerdistas “quizá” por qué exagero las órdenes del presidente, quien le pidió que castigara a las cabecillas de la sublevación que a su vez fueran oficiales de la armada. Aunque al igual hay versiones que explican la existencia de un telegrama con la instrucción “Mátelos en caliente”. También fueron reprimidas y ahogadas en sangre las rebeliones agrarias de Yucatán y Sonora.

También en el contexto político de esta primera etapa, cabe destacar la “legalidad” del régimen, es decir, su distancia o cercanía con las normas constitucionales, el presidente manipulaba las elecciones de los diputados, senadores y magistrados federales. Estas elecciones eran indirectas; esto significa que los varones nacidos en México, hijos de mexicanos o extranjeros naturalizados, mayores de 18 si eran casados y de 21 sino lo eran, y con un “modo honesto de vivir”, votaban para elegir a los electores, quienes a su vez votaban para elegir a los representantes. Sin embargo, las votaciones federales solían  ser una farsa: el día de las elecciones las urnas estaban desiertas y las papeletas no eran llenadas por los votantes. Se trataba de procesos que pretendían mostrar la eficacia del sistema político y la legitimidad del régimen.

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