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Ensayo- Revolucion

holamanola123Tarea11 de Agosto de 2016

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                                Un paraíso diferente al alcance de la mano

Carolina Martínez Igelka, división 15.

“Ah, ya que nada de esto es el paraíso, 
¿cómo entenderás mi amor eterno? 
Y hoy con tus manos en el paraíso,
jugando como Dios dispuso,
estás así... “, Paraíso, Spinetta, Luis Alberto.

Para llevar a cabo este análisis es muy importante poder discernir entre lo que es la religión católica y la Iglesia como institución, siendo que muchas veces esta última representa intereses e ideales muy diferentes a los que implican los principios del catolicismo.

En los textos Alma ausente, Prólogo y Despedida, se puede observar que se ponen en duda las afirmaciones de la Iglesia católica respecto a la función que cumple la figura de Dios para los seres humanos, la vida después de la muerte y el paraíso. Esto no quiere decir que los yo lírico nieguen la existencia de estas tres ideas, de hecho creen en ellas, pero no de la misma manera en que las describe la Iglesia. Cuestionan la concepción que tiene esta última sobre dichos elementos. Así mismo, podemos encontrar que los temas tratados en Paraíso perdido, Alberti, Rafael y Paraíso, Spinetta, Luis Alberto, guardan similitudes con lo recién expuesto.

En Prólogo podemos interpretar que el yo lírico no comparte la idea que tienen la Iglesia y los fieles a ella sobre cómo es la vida después de la muerte, y el lugar donde ella transcurre: “el paraíso”. Esas percepciones no le resultan interesantes, sino más bien lejanas, irreales y hasta monótonas: “…guárdate tu cielo azul, / que es tan aburrido…”. Para él se trata de algo más simple, pero precioso a la vez. Algo que se puede disfrutar sin tener que viajar a una dimensión distante y desconocida para los hombres vivos. La vida está llena de detalles y momentos que pueden hacer que el muerto descanse realmente en paz: “Si muero, / dejad el balcón abierto. / El niño come naranjas. / (Desde mi balcón lo veo). / El segador siega el trigo. / (Desde mi balcón lo siento). ¡Si muero, / dejad el balcón abierto!”, Despedida. Esto es para el yo lírico el paraíso, en eso consiste la alegre y placentera vida que vendrá después de morir.

El paraíso llega sin que lo busquemos, porque está siempre donde nosotros, solo hay que darse cuenta de que al final, aquel donde descansaremos después de muertos no es otro cielo u otra tierra, sino el mismo mundo en el vivimos. “¡Paraíso perdido! / Perdido por buscarte, / yo, sin luz para siempre.”, Paraíso perdido; si se lo busca puede ser peor, quizás encuentres algo, pero no lo que esperabas y terminarás perdiendo el paraíso que, sin darte cuenta, ya te estaba destinado.

En cuanto a la figura de Dios en la sociedad, el yo lírico se queja de que este no intervenga cuando el sufrimiento amenaza la vida: “Dime, Señor. / ¡Dios mío! / ¿No llega el dolor nuestro / a tus oídos?”, Prólogo. El Señor todo lo juzga, pero también debería intervenir cuando así es de merecerse. Si realmente existe y desde algún lugar observa todo lo ocurre en la Tierra, ¿por qué no hace nada ante las miles de injusticias que se viven en nuestro mundo? ¿Por qué se muestra indiferente ante ellas? Dios no debería ser tan solo una presencia o guía espiritual, sino también un defensor de la justicia.

Además, si bien no podemos relacionar directamente los poemas con los textos en los que quien nos habla es el mismo Lorca y no un yo lírico (ya que estos expresan y representan distintas opiniones e ideas), es innegable que las obras del autor están teñidas de su moral y convicciones. Entonces, podemos encontrar puntos en común entre el último poema citado y el análisis presentado y el siguiente fragmento: “A veces, cuando veo lo que pasa en el mundo, me pregunto: ‘¿Para qué escribo?’ Pero hay que trabajar, trabajar. Trabajar y ayudar al que lo merece. (…) Porque el impulso de uno sería gritar todos los días al despertar en un mundo lleno de injusticias y miserias de todo orden: ¡Protesto!”, en La Voz, 1935.

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