Ensayo sobre la mujer

Me obsesionan las publicidades. Nunca salteo un anuncio en youtube. Podría pasarme horas viéndolas. Las mismas. Encontrándole detalles, pensando en los posibles mensajes, en las trampas. Pienso en cómo las cambiaría, en cómo la hubiera hecho yo. Algunas me enojan, me irritan. No las puedo entender, o quizás tan sólo sea el no poder digerir tanto cinismo.

Hablo de las publicidades en las que siguen vigentes ciertas representaciones y valoraciones sobre lo femenino y lo masculino, siendo las primeras: buenas, obedientes, dóciles, lindas, depiladas, limpias, madres, tramposas, gastadoras. Mientras que los hombres aparecen como fuertes, proveedores, trabajadores (fuera del hogar), altos, padres presentes sin barba y con ansia familiar, hombres que con solo perfumarse pueden hacer que las mujeres se mueran por acostarse con ellos; futboleros, bebedores de cerveza y con muchas amistades.  

Lo que estoy diciendo no es nuevo, de hecho desde el marco legal se han incluido artículos en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26.522 en los que se prevé garantías y sanciones para quienes hagan un uso estereotipado y sexista de las mujeres en sus producciones. Otra ley que regula modos de violencia sociocultural hacia las mujeres es la Ley 26.485 de “Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones personales”. También hay organizaciones que trabajan sobre esto, como la red PAR (Periodistas de Argentina en Red), Comunicación para la igualdad. Programas del Estado Nacional como el del Fortalecimiento de derechos y participación de las mujeres/Juana Azurduy. La defensoría del público de servicios de comunicación audiovisual es donde se pueden hacer consultas y reclamos de parte de los ciudadanos. Es decir que si viste una publicidad que te parece que discrimina, atenta contra la integridad de las mujeres, niños o adolescentes, que perjudica al medioambiente y de repente no la viste más es porque hay gente que trabaja para que este tipo de mensajes dejen de reproducirse. En palabras del teórico de cine Bill Nicholls,“Este tipo de invenciones proponen formas específicas de relación social con lugares específicos para hombres y mujeres, ricos y pobres, Primer y Tercer Mundo, negros y blancos. Las connotaciones y supuestos resultantes ocupan nuestra imaginación y se convierten en parte fundamental de nuestro paisaje mental, aunque retengamos el potencial para calificar, rebatir, subvertir o derrocar este régimen particular de lo visible. La elaboración de la «realidad» es cosa nuestra.”

Después de esta introducción lo que quiero comentar es el vislumbre del cambio. Esa grieta desde donde se puede pensar que vamos a ir cambiando algunos patrones culturales, que el esfuerzo de tantos años de lucha contra la violencia hacia las mujeres ha hecho espacio. ¿Peco de optimista? Puede ser.

Hay dos publicidades que me llamaron la atención, y es donde voy a hacer mella. Primero porque pertenecen a ámbitos que siempre han sido muy estereotipados a la hora de dar su mensaje. Uno de ellos es la publicidad y propaganda del mundial de fútbol: haciendo referencia a varones, a los amigos, a la fiesta, a los jugadores, a la patria y al pueblo (en el que la mujer no está en la hinchada, ni en la cancha sino haciéndote las mejores milanesas con Preferido). Las otras publicidades que son lo peor de lo peor en relación a la construcción de estereotipos son las que venden toallitas femeninas. La cosa es más o menos así: nos viene una vez por mes a la mayoría de las mujeres y nos va a venir cerca de 400 veces en la vida, con los cambios hormonales que eso implica en el cuerpo y el estado de ánimo. Las publicidades te venden una toallita para que hagas que tu vida sea como siempre, que no tengas problema para ponerte el pantalón blanco o salir a bailar y estés “Siempre Libre”. Publicistas de toallitas les digo una cosa: no tiene que ser igual que siempre porque esos días no son iguales a los otros días. Uno tiene que hacer lo que quiera como pueda y se debería fomentar el respeto hacia las mujeres y no generar una muletilla chicanera que diga: dejala, le debe estar por venir, le vino o le dejó de venir.

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